❛ Una historia un tanto complicada sobre el bardo más conocido de Mondstadt y nuestra linda _______. ¿Será que su amor durará por siempre? ❜
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- Dos capítulos basados de : lunASMR en youtube.
- Fin...
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¿Dónde te encontrabas? Tirada en cama con un resfriado.
Anteriormente estabas haciendo un encargo en Espinadragon, por lo cual no pensabas que duraría tanto tiempo. Tomó alrededor de 4 horas deshacerse de todos los grupos de Hilichurls que se encontraban en los alrededores, te lo había pedido aquel caballero de Favonius que siempre vigilaba la zona.
Ahora tú estabas reposando en cama, sin nada por hacer ya que tu novio bardo te había pedido que no te movieras para nada y si necesitabas ir al baño el te llevaría cargando.
¿Se pasaba o era normal? . . .
— ¡Ya vine! — Exclamó Venti pateando la puerta.
— Bienvenido — Saludaste con la voz muy aguda, puesto a que tenías la nariz tapada.
— No te esfuerces por hablar, calabaza — Sonrió sentándose a un lado de ti — ¿Cómo te sientes? — Preguntó acariciando tu mejilla.
— No tan bien — Respondiste alejándote un poco de el. Tenías el miedo de contagiarlo.
— Mm.. No te preocupes! Barbara me dió una medicina para aliviar el resfriado, se irá poco a poco así que se paciente — Dijo sacando el pequeño frasco, que dentro de él venía un jarabe que al parecer era de fresa. Lo que te disgustaba un poco.
— ¿De verdad tengo que tomarlo? y además, ¿por qué necesariamente tenía que dártelo Barbara? — Preguntaste con un leve puchero. A lo que hiciste reír a tu bardo novio.
— Primero, si, tienes que tomártelo y segundo, como se enteró al instante se preocupó por ti y me lo entregó. Dijo que ella lo usaba cuando caía en ese tipo de enfermedades. No estes tan celosa ~ — Acarició tu mejilla un poco y dejó un suave beso en ella.
Desviaste la mirada avergonzada y el te sonrió cálidamente. Y sin más, Venti se levantó de la cama.
— Haré una sopa para ti! Seguramente eso te ayudará un poco con ello ehe ~ — Abrió la puerta para salir.
— ¡Espera! — Exclamaste llamando su atención — ¿Sabes cocinar?
Un silencio reinó en la habitación. La cara de Venti se adornaba con una sonrisa cerrada y las dudas tuyas aún permanecían dentro de ti.
— ¡Trataré de no quemar la cocina! — corrió y cerró la puerta.
— ¡VENTI! — Gritaste llamándolo, pero el ya se había ido.
[..]
Tu bardo novio había vuelto con una pequeña mesita de madera y un tazón de sopa vegetariana de rábano junto con un vaso de agua sobre ella, que al parecer el mismo había hecho.
