DOLOR

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Al llegar a su departamento Akina dejó sus cosas y fue al departamento de su amigo rubio.

- Hola, está Chifuyu -

- Claro, adelante linda- respondió la señora, haciéndose a un lado de la puerta dejando que la albina entrará.

- Mamá has visto a- Oh Hola Akina -

- Hola Chifuyu, podemos hablar en privado- su amigo asintió con duda y la guió a su habitación. Al llegar ella se sentó en la orilla de la cama y nuevamente volvió a llorar.

- Que pasó, te sientes mal- pregunto asustado viendo como su amiga lloraba.

- E-el me rechazó -

- Que, pero si tu le gustas -

- Le gusta otra persona- nuevamente esa sensación de toser la invadió, y comenzó a toser. Cuando terminó abrió los ojos y, tanto ella como  el rubio, se quedaron petrificados al ver lo que yacia en el piso.

En el piso se encontraban manchas de sangre y habían dos pétalos.

- Akina -

- Chifuyu me duele- dijo tocándose el pecho y nuevamente volvió a llorar.

- Tranquila, todo estará bien- abrazo a su amiga dejando que ella llorara. Cuando logró calmarse volteó a ver a su amigo y le sonrió. - Tendremos que limpiar la sangre -

- Por favor, no le digas a nadie hasta que sepamos lo que es -

- Akina -

- Por favor- suplico y su amigo asintió.

- Esta bien,  no le diré a nadie pero tendremos que hacer algo pronto -

- Esta bien, por cierto traje los apuntes de hoy -

- Eres la mejor- le respondió y en eso su puerta se abrió.

- Chifuyu tengo que hablar contigo- hablo su amigo y ambos se separaron.

- Hola Baji-san, que es lo que pasa -

- Akina, por que no me esperaste mamá me regaño por que no llegue contigo- la chica sólo apartó su cara intentando aguantar sus ganas de llorar, inclinó su cabeza y se asustó al ver que no habían limpiado la sangre por lo que se levantó de la cama y se sentó en el piso.

- Baji-san que era lo que querías hablar -

- No era nada, lo olvide- respondió y volteó a ver a la chica. - Que haces en el piso te vas a resfriar- a la chica le dolía ver que el actuaba como si nada, y le dolía más saber que no podía decirle algo.

- Baji-san si no es mucha molestia podríamos hablar mañana, Akina me está ayudando con los apuntes de hoy -

- Claro- el chico salió del cuarto y ella suspiró.

- Vamos por un trapo, no quiero que mamá se asusté y me lleve al médico- los dos salieron del cuarto dejando la puerta abierta, y fueron al cuarto de limpieza donde comenzaron a buscar un trapo para limpiar la sangre.

- Chifu- que es esto- la mujer de cabellos rubios entró al cuarto y se agachó para ver que era lo que había en el piso, se asustó cuando vio que se trataba de los pétalos de una rosa.

- Mamá -

- Chifuyu dime que no es verdad- dijo al borde de las lágrimas.

- Señora lamentó asustarla, pero aquellos pétalos son mios- respondió con tristeza y la señora la abrazo.

- Lo siento tanto pequeña, tu padre ya lo sabe -

- No, aún no le he dicho nada, no quiero preocuparlo -

- Tenemos que decirle, es mi amigo y no me gustaría verlo sufrir de nuevo- la chica aún con duda asintió, terminando tomaron sus cosas y ambos se dirigieron al departamento de los Toshiba. 

- Pequeña aquí estas- dijo su padre abriendo la puerta de su departamento. - Que pasa por que esas caras largas -

- Por favor no vayas a llorar -

- Akina no estoy para bromas -

- Yo- fue interrumpida por su amigo, el cual se sentía muy mal.

- Hanahaki disease- con sólo esas palabras el señor se dejó caer en el sofá.

- No, eso no puede estar pasando no me puedes dejar tu también; eres lo único que me queda- dijo conteniendo sus lágrimas la albina se inclinó frente a su padre y lo abrazo.

- Lo siento papá, en verdad lo siento- respondió llorando. Hace un año la madre de Akina había fallecido de cáncer, la señora siempre estuvo en lucha constante aún no quería dejar a su esposo e hija solos. Y ahora el señor también perdería el único recuerdo de su amada.

- Tenemos que hacer algo, mañana regresando de clases iremos al doctor -

- Nosotros los acompañaremos- respondió la mamá de su amigo y el asintió. Su esposa había hecho buenas amistades antes de morir. Al anochecer mando a dormir a su hija y el se sentó en la sala observando aquella foto familiar.

- Que voy a hacer, Ino- pregunto. En la foto se lograba ver a una mujer cubriendo su cuero cabelludo con un trapo, una chica de trece años y a un hombre de cabellos blancos.

Aún no estaba listo para perder a su hija.

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