EN VERDAD LO AMO, CHIFUYU.

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El día de ayer había caído una tormenta de nieve, bloqueando las carreteras y también las puertas de las escuelas. Por lo que tuvieron que suspender clases hasta nuevo aviso.

- Te prepare galletas, Chifuyu vendrá en otro rato para que pasen tiempo juntos -

- Vas a salir- pregunto la albina a su padre.

- Si, mi jefa quiere que vaya a trabajar -

- Ve con cuidado- le respondió dándole un beso en su mejilla y un abrazo. Él señor asintió y salió de su casa rumbo al edificio donde trabaja.

Su hija estuvo un rato más en su cama viendo los copos de nieve caer tras su ventana.

Quería salir y hacer muñecos de nieve, Pero le daba miedo enfrentarse a aquel azabache que ahora la estaba haciendo morir lentamente. No quería decirle nada y que cambiará su opinión sólo por lástima, ella en verdad quería ser amada por el fundador de la Tokyo Manji y no por el arrepentido Baji.

Poco después se levantó de su cama soltando un suspiró y buscando ropa, una vez cambiada comenzó a hacer el quehacer de su casa, comenzando por su cuarto y después la cocina y el comedor.

Terminando se sentó en la sala.

- Ya vine- hablo su amigo detrás de la puerta y la albina se paró para abrirle.

- Creí que hoy no vendrías -

- Mamá quiere que vayas a comer con nosotros, aún está muy preocupada y quiere verte comer -

- Esta bien, no tengo nada más que hacer- ambos comenzaron a subir las escaleras para llegar al departamento de Chifuyu no sin antes haberse encontrado con Baji. La chica sólo desvió su mirada y el rubio puso sus brazos sobre los hombros de la albina atrayendola a su cuerpo.

El pelinegro estaba por hablar pero decidió quedarse callado e irse a su departamento. La chica soltó un suspiró seguido de una fuerte tos, los pétalos empezaban a ser cada vez más preocupando a su amigo quien sólo sentía coraje y lástima.

Al entrar la madre del rubio los recibió a ambos con un abrazo y después se sentaron a comer.

- Ya pensaste bien lo de la cirugía- pregunto la mamá de Chifuyu.

- Aún lo sigo pensando no quiero dejar de tener sentimientos, Pero mi papá no quiere perderme -

- Entiendelo él ya ha sufrido mucho primero la muerte de tu madre y ahora tu, no quiero ver a mi amigo sufrir de nuevo -

- Lo seguiré pensando pero no me gustaría que sólo mi padre sintiera cariño- cuando terminaron de comer Chifuyu y Akina fueron a su cuarto pues tenía ganas de ver a Peke J. Ese gato logró que Baji, Ryusei y Chifuyu le pusieran varios nombres para que al final lo llamaran como lo había nombrado el azabache desde un principio. Cuando ambos entraron al cuarto el gato corrió a restregarse sobre las piernas de la chica y ella se inco para acariciarlo.

- Quieres hacer algo, podemos ver películas comer golosinas o leer mangas- propuso el rubio.

- Podemos sólo acostarnos y comer golosinas mientras le damos mimos a Peke J. Hace mucho que no lo veía -

- Claro, iré por las golosinas tu esperame aquí- la sentó en su cama y fue a la cocina en busca de dulces, cuando los encontró tomó un bowl y los llevo a su cuarto.

- Traje de tus favoritos- la albina sonrió y se acostó sobre el tapete de Chifuyu, quien también la imitó y el gato se subió al pecho de la chica comenzando a ronronear y quedarse dormido.

- Aún no entiendo como es que logras que Peke J se acueste sobre ti, a mi  me rasguña cada que intentó acostarlo a mi lado -

- Yo fui quien encontró a Peke J, un día después de clases me siguió hasta la casa y con Baji comenzamos a alimentarlo, en las noches subía hasta mi ventana y se acostaba junto a mi -

- Que piensas hacer con respecto a lo de Baji -

- No lo se... En verdad lo amo, Chifuyu pero él parece no hacerlo así que tal vez sólo deje que la raíz de la flor siga creciendo -

- Pero te va a matar -

- Es mejor morir que vivir sin sentimientos, en verdad no quiero hacerlo pero ya está empeorando cada vez, tu lo has visto y anoche fueron más pétalos con más sangre. Chifuyu siento una presión en mi pecho que ya no me deja respirar por las noches- el rubio no sabía que responder por lo que sólo se limitó a abrazarla y esconder su cabeza en su pecho dejando que este se mojara con sus lágrimas nuevamente.

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