"EXTRAÑO SUS BESOS, SU AMOR, SUS MOVIMIENTOS INCORRECTOS. ESTÁS MUERTO, ESA CHICA ES... VENENO"
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Ah, Quinn Fletcher
Que mujer, ¿verdad?
¿Quién no la ama?
¡Pues claro!
Ella es inteligente
Preciosa
At...
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"¿De qué mierda estás hablando?" Stu gruñe, apretando su agarre sobre mí. La mano de Billy también se tensa.
"¿Cómo sería eso posible? Ni siquiera he estado aquí por una semana. Si eso fuera cierto, el asesino tendría que ser alguien que me conociera-"
Mis ojos se abren.
Antes...
Me conocía antes
Me pongo de pie empujando a Stu y Billy lejos de mí.
"¿Qué pasa?" Stu pregunta, su voz suena herida.
"Tengo que irme." Dije, tratando rápidamente de tomar mis cosas, pero Billy me detuvo.
"¿Estás bien, Quinn?" Su mano sujetaba mi brazo impidiendo que me moviera.
"No." Aparto el brazo de Billy y corro a toda velocidad hacia el coche de Stu.
"¿Qué diablos está haciendo?" Stu pregunta mientras los tres chicos me miraban sin darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
Abro la puerta y me meto en el coche. Veo por el rabillo del ojo que Stu de repente comienza a palpar frenéticamente sus bolsillos. Su cabeza se vuelve hacia mí.
"¿Otra vez?" Billy se burla.
"¿¡Qué diablos!? Quinn, dame mis llaves" Stu grita, corriendo hacia el coche golpeando la ventana. Lo ignoro y meto las llaves en el encendido. Arranco el coche e inmediatamente aprieto el acelerador y me alejo a toda velocidad escuchando los gritos de los tres chicos desvanecerse lentamente.
Acelero todo el camino a mi casa chocando varias veces. Murmuré incoherentemente todo el tiempo en un estado de pánico pero también conmocionado. Ni siquiera llego completamente al camino de entrada antes de saltar y correr hacia la puerta. Busco en mis bolsillos buscando a tientas las llaves. Lo atasco y abro rápidamente la puerta antes de cerrarla de golpe.
Soy tan idiota, ¿¡cómo no lo reconocí!?
Corro escaleras arriba hacia lo que habría sido la oficina de mis padres. Inmediatamente me pongo detrás del ordenador que tenía instalado encendiéndolo. Golpeo mi dedo contra la mesa de madera a un ritmo rápido esperando que se encienda. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente apareció la barra de búsqueda. Entro en la codificación y entro en el cortafuegos principal del motor de búsqueda cambiando el nivel de información. Luego voy a los registros públicos y escribo frenéticamente su nombre.
Oliver Dexten
Sexo: masculino
Edad: 22
Ocupación: Investigador de homicidios
Dexten era un detective destacado en París, Francia. Había estado investigando el caso del asesino del corazón roto antes de anunciar que se mudaría a Estados Unidos por negocios.
Veo en un tono de azul casi imperceptible, en la palabra 'negocios'. Hago clic en él y soy redirigido a una nueva página. Era un video con una pantalla negra y un botón de reproducción en el medio. Cuando hice clic en él, comenzó a reproducirse una grabación.
Dexten había dicho que iba a seguir una "pista" que creía que beneficiaría el caso. Sin embargo, nadie había creído su mentira. Todos a su alrededor sabían lo que realmente estaba haciendo, iba a encontrar a una pobre chica que seguía constantemente. Ese pobre idiota la conoció una vez y vomitó sobre ella como si fuera el amor de su vida. Fue una demostración bastante patética. Solo le deseo lo mejor a esa chica, porque sé de lo que ese hombre es capaz de...
El video se cortó.
El silencio se quedó en el aire mientras miraba fijamente la pantalla ahora negra.
"¡MIERDA!" Grito, lanzo el ordenador estrellándolo contra la pared y rompiendo los cables eléctricos que vuelan por todas partes.
Mis dedos agarran las raíces de mi cabello mientras mis codos se clavan en el escritorio de madera.
"No puedo con esto..."
Ese lunático obsesivo me siguió todo el camino desde Francia. No puedo creer que no me di cuenta antes. Todas las cartas crípticas de admiración, la sensación de ser observada constantemente, el sonido de los arbustos crujiendo justo después de una nueva matanza. Todo eso fue ese maldito psicópata.
Golpeo mi cabeza contra el escritorio.
Ese asqueroso, pervertido, bastardo...
Levanto mi cabeza de la mesa, la sangre goteando ahora cubriendo la madera. Me dirijo hacia la puerta pasando por encima del ordenador roto. Bajo las escaleras hacia la sala de estar. Abro el cofre lleno de armas sacando un gran cuchillo de carnicero.
