En mi escuela, no participaba en los juegos de azar o los círculos de lectura que mis compañeros acostumbraban, sino que simplemente me iba a algún lugar desocupado que me diera un buen paisaje, y al estar la academia en una colina entre alboradas, no era precisamente un desafío encontrar justo eso.
En retrospectiva, he de admitir que en ese inter para encontrar un lugar de inspiración, busqué sutilmente a la muchachita del río, aunque sin muchas esperanzas de encontrarla, y justo cuando pensé que no sabría más de ella, se apareció cerca de una de las murallas que separaba a la academia con un voladero.
Apenas moviendo una mano, me invitó a seguirla, y yo accedí por simple curiosidad. Con una agilidad que aún años después me sorprendía, escaló por uno de los trechos del muro, oculto entre el follaje, hasta llegar a una especie de atalaya que nunca había visto, pues estaba oculta entre la copa de un frondoso arce en flor por la estación.
Pero lo importante no era el escondite, sino lo que ofrecía: por la elevación, tenía una vista privilegiada del puerto a unos kilómetros. Me dijo que había pensado que aquel sitio podría gustarme, y tuvo razón. Me contó que originalmente era un escondite contra quienes la molestaban, cuando era pequeña.
Sarcástico, le pregunté que a qué se refería con "pequeña", pues parecía una niña de no más de nueve. Me aclaró, molesta, que tenía once, y se burló de que me estaba cambiando la voz. Esa fue la primera sonrisa aterciopelada que me dedicó, misma que yo correspondí enarcando una ceja. Compartimos otras charlas triviales, y pasamos el resto del tiempo que quedaba de las clases en aquel lugar, yo con una roca como asiento, mientras trataba de capturar en mi libro de dibujo lo que el panorama tenía para mí, mientras que ella hacía toda suerte de piruetas y estiramientos, hasta el punto en que llegó a ignorarme.
Para ese momento yo no tenía idea de que aquella se convertiría en una rutina que mantendríamos por cerca de un lustro, aún cuando nuestra vida escolar terminó. Pero eso sería ir demasiado adelante en la historia.
El tiempo que normalmente se dividía entre aprender el oficio de papá, educarme, y pulirme en la pintura, pronto ganó una actividad más: dedicar al menos un par de horas a charlar, convivir, o simplemente estar con Asteri en nuestro escondite.
Extracto del volumen I de los diarios de Gávril. Catorce años.
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—¿Y Bemus? ¿Por qué no ha venido en esta ocasión?
—Por su edad, mi padre dedica sus energías a negocios en nuestras tierras, pero aplicamos el mismo criterio, y, por supuesto, tenemos a los mismos consentidos —dije a un traficante de telas que había trabajado por décadas con papá, y quién era la principal excusa de mi visita a Aurennor—. Descuide, le daré sus saludos en cuanto vuelva a casa.Estreché su mano luego de concretar el negocio que me había sido encomendado, y lo despedí de aquella oficina arrendada donde sólo tenía un escritorio, libros contables y muestrarios.
La mañana había sido muy activa, pero para ese momento, apenas pasado el mediodía, había terminado mis deberes, al menos los que tenían que ver con mi trabajo, y antes de salir a conocer el barrio, pensé que sería mejor si echaba un vistazo al edificio en que me encontraba.
Kalika me recomendó con el propietario de aquella vieja construcción, un hombre igual de viejo y cansado, que buscaba el retiro. Era una casa modesta en dimensiones, y discreta en el exterior, un lugar que pasaría completamente desapercibido. El interior estaba algo descuidado, en especial lo que no era espacio público, como la oficina. Tenía un comedor con sala de estar pequeña, pero que tenía potencial para ser acogedora con algo de cuidado, y un salón indefinido con un amplio ventanal que daba a un jardín interior, ideal para un taller o estudio. La planta alta tenía tres habitaciones.
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La Bailarina Impaciente
Historická literaturaDespués de perder a su esposa y su hogar, Gávril está convencido de que su tragedia fue un crimen y no un accidente. Las únicas pistas que tiene lo llevarán al reino de Aurennor, del otro lado del mar, y ahí buscará cumplir su objetivo, valiéndose d...