IV

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Bueno, ¿en que estábamos la última vez...?

Ah, cierto, cierto. Que aún te estaba contando cómo fue cuando lo conocí a él. No recuerdo dónde me quedé la vez pasada, así que lo retomaré desde el principio.

Bien...

Pues, aquel día mi madre me dijo que me pusiera mi mejor ropa. ¡Vamos, que me sentí como los Simpson cuando van a la iglesia, jaja!

Lo más irónico es que iba vestido tan formal y solo íbamos a un puto Burger King, ¿lo puedes creer?

Pero bueno, estaba allí y conocí finalmente al famoso novio...

Qué claramente mi madre lo había pintado como el hombre más espectacular del mundo y cuando lo tuve de frente solo pude decepcionarme.

Pero bueno.

No era su culpa. El amor no existiría si las personas viviesen en la realidad.

¿Te imaginas cómo sería el mundo si las personas se enamoraran de lo que es el otro realmente y no de la idea que se construyen en sus cabezas?

En fin, ahí estábamos los tres, sentados como tontos. Yo me sentía sumamente aburrido, recuerdo que jugaba con mis papas fritas, como en un intento desesperado de distraerme de la palabrería de mi madre, ya que intentaba con todas sus fuerzas que digiriera a ese tipo.

Oh, vamos, ¡que si a ella le encantaba era su problema no mío!

Juro que en ese momento quería tener un botón de apagado, para desaparecer de allí. Porque, la verdad, es que sentía que sobraba....

Porque si lo piensas bien... casi cuatro años sólo habíamos sido mi madre y yo. Solamente ella y yo, solamente nos teníamos el uno al otro ¿me entiendes?

Pero ahora se unía este nuevo integrante, un puto desconocido, un ser irrelevante, ¿qué más encima debía aceptarlo como parte de mi familia?

Todo aquello pensaba en aquel entonces...

Ah, y eso no era lo peor para mí, sino que, para rematar el asunto, él no era el único al que iba a tener que aceptar...

Recuerdo que realmente tenía unas ganas inmensas de desaparecer, de que un meteorito me cayera encima.

Pero ese estado se me quitó de inmediato cuando lo vi a él.

Un niño pequeño venía de la mano con una mujer entrando por la tienda. Se acercaron a nuestra mesa y se presentaron: la mujer era la ex esposa del novio de mi madre, y el niño... Él era el hijo que tuvieron ambos.

"Me llamo William", dijo con esa vocecilla toda mona, que siempre había tenido.

Y recuerdo que sonrió, remarcando sus mejillas regordetas, que con tan solo pensarlo me dan unas ganas de pellizcarle hasta el cansancio.

"Finalmente tendrás alguien con quien jugar", dijo mi madre en aquel entonces, intentando animarme.

Pero yo no la estaba escuchando del todo, porque estaba demasiado ocupado observando como a aquel niño extraño sus padres le miraban con amor y lo mimaban.

Dios, como lo detestaba.

Él tenía todo lo que quería, sin esfuerzo alguno, creía yo. Él simplemente estaba allí y era amado.

Ya tenía una madre, ¿por qué mierda ahora tenía que compartir la mía?

¡Es que realmente no entendía nada!

Probablemente se me notaba en mi rostro la furia, porque mi madre me pellizco de inmediato luego de que tuve esos pensamientos.

"Claro, a mí me pegan y a él le hacen cariño", pensé en aquel entonces y me comí mis papas fritas en silencio.

Y, jamás olvidaré la idea que se me vino a la cabeza en aquel momento:

"A ese niño le falta sufrir, y yo me encargaré de ello"

...

Sinner | PecadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora