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Cuando tenía tres años mis padres se divorciaron, ¿sabes?

No fue algo terrible para mí...

Qué digo, ¡estaba totalmente agradecido!

Ese par vivían discutiendo y yo siempre los escuchaba en mi cuarto.

Siempre me pareció increíble que, aún si estaba llorando, aún cuando tapaba mi rostro con la almohada, aún así... Era capaz de escuchar las asquerosidades que se gritaban. Como si nunca se hubiesen amado, habían eliminado el respeto el uno por el otro.

Tan asqueroso, tan jodidamente asqueroso...

Bueno, gracias al cielo, eso tuvo un fin.

Mi madre fue quién se quedó conmigo y nunca más supe de mi padre. La verdad es que siempre creí que era por culpa de ella que no lo volví a ver, pero no fue así.

Vamos, que era obvio. Mi mamá tal vez podría detenerlo de llamarme, ¿pero de ir a verme?

Por supuesto que sabía donde yo estudiaba. Y más aún, sabía donde quedaba nuestra casa, su antigua casa al fin y al cabo...

Luego me enteré de que, a los pocos meses de dejar a mi madre, había embarazado a una mujer y tenido otro hijo.

Qué hombre, ¿no?

Qué ejemplo de paternidad. ¡La mejor figura masculina que alguien pudo tener!

Quiero decir, él simplemente se quedó con su otra familia. Hizo borrón y cuenta nueva. Como si yo jamás hubiese existido.

Él me había puesto el nombre que llevaba en aquel entonces...

Como odio ese puto nombre.

...

Sinner | PecadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora