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El día que te fuiste dejé de escribir,
no por decisión propia debo admitir...
Simplemente un día las ideas dejaron
de fluir a través de mí, volviéndome incapaz de plasmar algo,
incluso mis propias penas.
Me enojé por permitir que me afectara
tanto tu ausencia, hasta el punto de
casi perder aquello que aún
me mantenía cuerdo.
No lograba entender las palabras,
no sabía qué hacer con ellas,
éstas solo se acumulaban.
Y lo que antes solía ser un desahogo
era ahora la razón por la que me hundía.
Desconozco totalmente a la persona
que soy cuando no escribo, ese ser
solo es un fantasma atormentado y vacío, ese ser no me había acompañado en mucho tiempo. Odio que te hayas ido, y que con tu ausencia volviera ese alguien que hace mucho no soy yo. Me siento tonto,
porque tratar de llegar a ti no sirve
de nada pues ni siquiera hay ganas
de intentar alcanzarte... solo hay
trozos de poemas a medias, solo
hay un montón de palabras sin sentido, incapaces de rimar entre sí, y el alma
me duele profundamente, y sé que
ya no te importa pero no sé qué
hacer para volver en mí.

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