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No podía soportarlo, otra muerte mas. Primero Alice mi hermana y ahora mi abuela.

Mi corazón esta completamente destrozado. Me siento horrible mi mente esta en blanco.

Estaba parada al frete de su ataúd, pensando que voy hacer sin, sin sus caricias, sin sus consejos, sin sus chocolate caliente. Y sin ella.

Mire a mi alrededor y Alex estaba con Cassie y mi madre estaba sentada con su expresión seria como siempre. Tambien estaban los vecinos, y sus amigas ancianas.

Una anciana se paro junto a su silla y todos pusimos nuestra atención en ella y comenzó hablar:

La señora Margarett Diaz, mejor conocida como Margat, la conocí en la carrera de medicina hace muchos años atrás estudiamos juntas oncología y desde ese día nunca nos separamos hasta hoy. Cuando conoció a su esposo Robert Diaz estaba tan feliz, se casaron y tuvieron una vida muy feliz y llena de amor. Hasta el 06 de julio la muerte de Robert murió de cáncer de pulmón. Sin el ella no fue la misma fingía estar bien cuando no lo estaba, desde el 8 de julio del 2007 no volvió a salir de su casa. Murió como ella quería sin dolor y sin sufrimiento. Murió en su cocina en su lugar favorito, hoy 7 de julio murió margat mi gran amiga. Siempre te voy a extrañar.

Cada una de sus palabras tocaron mi corazón. Sus palabras se escucharon tan profunda.

Sentí los pasos de Alex venir hacia mi, me dijo que era hora de llevársela. Vi como se llevaron su ataúd y todos siguieron su ataúd, menos yo, no me gustan los cementerios

Todos se fueron me quede ahí sola con los pensamiento matándome.

Me fui a mi habitación abrí la puerta y camine a mi espejo me pare al frente de el, me quité la ropa incomoda que tenia. Me puse algo mas cómodo, unos pantalones holgados y un suéter holgado. Mientras me ponía mi pantalón mire mis brazos, le prometí a mi abuela no hacerlo mas. Pero rompí la promesa.

Me sentía vacía, como si una parte de mi se fuera. Y los pensamiento volvieron «Tu abuela esta muerta» «Ya nadie te va querer»

-Ahh-grite.

Golpee de lado a lado mi cabeza, jalándome el pelo, golpeándome una y otra vez.

Levanto mi cabeza y mira hacia la puerta blanca y vi su imagen era ella, estaba parada.

-Abuela.

Verla aunque no fuera real me hacia tan feliz.

Ella sonrió, su hermosa sonrisa.

-Hija- dijo

Camine para la dirección de la puerta blanca.

-Te extraño- dije.

Sonrió otra vez.

-Liah... no te hagas lastimes, te quiero mucho cuídate descansa.

Di dos pasaos para abrazarla, pero fue en vano ella no estaba. No fue real, fue una ilusión. Volvi a la cama, recosté mi cabeza en mi almohada.

-Te quiero abuela.

Miles de lagrimas salieron esa noche.

Isabella D.

La Historia De LiahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora