Olvido, o el arte de quemar las partes feas del alma

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Antonio se siente mareado. Maldice el momento en el que aceptó ir al bar. Da un par de tumbos, se sienta de rodillas y empieza a vomitar en una esquina.

Antonio quiere que salga todo lo malo. El alcohol, la soledad, Ángela, Isabel, la mantequilla, sus tías, sus compañeros, su oficina, el tren, todo.

Pero nada de eso sale, y lo sabe porque al terminar de siente peor.

Antonio se da cuenta de que ha tocado fondo del todo.

Empieza a llorar.
Primero con suavidad.

Una lágrima.
Dos.
Tres.

Un sollozo. Un torrente de agua salada. Dos sollozos. Un torrente de recuerdos. Tres, cuatro, cinco. Un manantial del que sólo brota dolor.

Se sienta al lado de su vómito, y comienza a sollozar con más fuerza.

Un gato callejero le observa curioso. Él se siente miserable. No tiene a nadie. No tiene nada. Ni siquiera se tiene a sí mismo. Y está convencido de que eso nunca cambiará.

De alguna forma, unas horas después, consigue llamar a un taxi y volver a casa.

No tiene hambre.

No tiene energía.

Sólo se tira a su cama y duerme, con la esperanza de olvidar.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2022 ⏰

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