Una lección del corazón

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Los años pasaron amablemente para Artorious y su maestro Nobi. La vida como un Jedi era muy difícil, pero el joven belliano nunca se quejaba demasiado por haber elegido este camino. Nobi era un gran maestro, en la opinión de Artorious, era estricto, especialmente cuando se trataba de las lecciones de la Fuerza; Nobi siempre lo hacía meditar durante cinco horas a lo largo del día.

—Maestro, ¿puedo saltarme la meditación sólo por hoy? —preguntó—. Es que estoy muy cansado por el entrenamiento de combate. 

—Padawan, sabes que muchas cosas del entrenamiento son negociables —replicó su maestro—, pero la meditación no está entre ellas. Es muy importante que tu conexión con la Fuerza sea de lo más completa, mucho más de lo que es la habilidad con el sable de luz o el conocimiento general, aunque no significa que debamos descuidarlo. 

Artorious lo miró suplicante, pero la mirada de su maestro denotó que no pretendía cambiar de opinión. Sin embargo, eso no quería decir que no fuera condescendiente.

—Si quieres, podemos hacerlo juntos —ofreció Nobi—. En ocasiones, meditar con compañía suele ser benéfico. ¿Qué opinas? 

—Sí, maestro —respondió—. Gracias. 

Artorious tenía ya quince años, Nobi se preguntaba a veces cómo sus dos aprendices habían crecido tan rápido. Jainen solía ser enviado por el Alto Consejo a planetas que tenían problemas con bandidos, ladrones y piratas; recientemente la situación política de la galaxia se había complicado debido a un movimiento de secesión que se acrecentaba cada vez más. 

El canciller de la República, Sheev Palpatine, aseguraba que se trataba de un acontecimiento aislado del planeta Serenno. Un viejo maestro Jedi, que abandonó la Orden para convertirse en el Conde de Serenno, su planeta de origen, comenzó este movimiento político cuando abandonó la República delante de todo el Senado. Ese maestro Jedi era Dooku, quien había formado parte del Consejo. Nobi creí que, a pesar de lo que decía el canciller, esto no era algo aislado y pronto se extendería a otros mundos que conformaban la República o tal vez peor. Para los Jedi esto era ajeno a sus preocupaciones. La política no era su asunto, su única tarea era mantener la paz dentro de la galaxia.  

Luego de la meditación, Nobi envió a su aprendiz a cenar y luego a la cama. También el mismo se encontraba muy cansado, siendo un maestro tenía muchas otras responsabilidades además de su aprendiz, más que nada burocráticas que llevaban el registro del entrenamiento, reportes de sus misiones o asuntos administrativos. Ese día tenía que llenar el registro de su próxima misión, una que esperaba no fuera tan violenta como la última vez. 

***

Artorious practicaba su técnica de combate con su amiga Luxene y un chico que venía de una colonia humana en el planeta Ketzali, su nombre era Tl'karel Sonne. También era un padawan, un año mayor que ellos y que su objetivo era especializarse en la forma II del combate. Tl'karel, o Kar como le decían para abreviar, hacía un combate de sparring contra Artorious mientras Luxene era el árbitro. 

—Te confieso que hace mucho que nadie me complicaba tanto un entrenamiento —dijo Kar—. Tienes un buen maestro. 

—Maestros —corrigió Artorious—. Aunque Jainen suele ser más agresivo, dice que el dolor me ayuda a aprender. 

—En parte es cierto. 

Continuaron el combate, la hoja zafiro de Kar chocó múltiples veces con la verde de su oponente, Artorious intentó un estilo más agresivo para sacar de balance a Kar, pero él simplemente bloqueaba sus ataques chocando las hojas de plasma y permitiendo que Artorious creyera que su fuerza era superior. Cuando se dejaba empujar, giraba con poca gracia y así evitar cualquier choque de los sables, pues era un desgaste de energía y fuerza. Mientras más se prolongaba el combate, Artorious se cansaba más, hasta que llegó el punto en que el sudor le impedía ver con claridad al tener que limpiarlo constantemente. 

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⏰ Última actualización: May 04, 2023 ⏰

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La Saga de Artorious. Episodio II: El sendero del aprendizajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora