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Chat blac ya no se consideraba alguien cuerdo. Si por él fuera se habría internado ya en un psiquiátrico.
Quizás la terapia de electroshock o algún medicamento le haría olvidar a las voces que escuchaba sin cesar.

Ahora sí, ya no podía pegar el ojo, hasta dormido escuchaba voces y era lo que le provocaba pesadillas.

¡Gatito!

La dulce voz de su lady fue un respiro entre tanta frustración, luego de tratar de separar el susurro de tantas voces logró escuchar la voz de quién tanto amaba y eso lo llenó de dicha.

—Mi princesa... Me haces mucha falta. —Tendido sobre un tejado, se hizo ovillo llevándose las manos al cabello tomándolo con frustración.

Aunque había voces que lo tranquilizaban había otras que simplemente lo hacían sentir peor. Escuchaba gritos de dolor, desesperación y auxilio. Todo era una bomba de tiempo que esperaba que su cuenta regresiva llegase a cero.

No sirves para nada.

No protegiste a París.

Eres un pésimo héroe.

Fallaste.

Ya no podía más, las fuerzas cada día eran menos.

Sus ojos azules derramaban gotas saladas que terminaban haciendo un pequeño charco sobre el frío tejado en el que estaba recostado.

Esperaba todos los días al menos el cobijo cálido del sol, pero nada llegaba, parecía que vivía en un invierno eterno.

Debes pagar por todo.

, , eres el único culpable de todo.

—Ca-callense... N-no los soporto. — se cubrió el rostro con sus manos y se soltó a un llanto incontrolable.

Las voces se empeñaban a recordarle sus catastróficas acciones. Todo era culpa del maldito akuma.

No se sentía lo suficientemente fuerte para romper la conexión, quizás con unas palabras de aliento podría pero estando en un mundo sin siquiera un insecto con vida, ¿quién se las diría?.
Estaba muy deprimido para dedicarse a si mismo un cumplido.

Se fuerte.

Nuevamente logró distinguir la voz de su lady, por un momento quizo hacerle caso a lo que decía... Pero no se sentía plenamente capaz. Su fortaleza ya era inexistente.

—No puedo, te he fallado... La voces tienen razón.

Estaba decidido a ceder, estaba decidido a ponerle fin a la presión, estaba decidido a desaparecer.









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Soledad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora