Capítulo 20

15.3K 758 3
                                    

Pov Daniela

Había pasado una semana en la que estuvimos realmente ocupados, él con el trabajo y yo con los preparativos de la boda, a pesar de vivir juntos pasé más tiempo con Julia y con mi madre que con él, tampoco habíamos tenido sexo, lo echaba en falta.

Con respecto a la boda tenía todo listo, 1.150 invitaciones fueron enviadas, elegimos el menú, la tarta estaba encargada, incluso ya había elegido vestido, al principio fue incómodo, me casaba de verdad, pero, él no me amaba, ese pensamiento me frenaba cada vez que me gustaba un vestido y terminaba rechazándolo.

Era verdaderamente frustrante, pero casi al final de la visita un vestido me deslumbro por completo, era sencillo, de corte sirena, con una cola de unos dos metros de largo, espalda abierta, tenía apliques de encaje en forma de pequeñas mariposas hasta la cintura y parte de la espalda, escote corazón.

Sinceramente era maravilloso, nada más verlo me gusto, pero cuando me lo probé, me enamoro por completo, no me importaba que mi boda fuera una farsa. Mi madre al verme comenzó a llorar de emoción, contagiándome rápidamente, a través del espejo miré a Julia, ella sonrió con algo de tristeza.

También habíamos ido a la cita con el ginecólogo, todo estaba en orden, mi fertilidad era buena, cuando escucho aquello vi como suspiró aliviado, mi pecho dolió en ese instante, al saber que se sentía aliviado al saber que no tendría que cancelar la boda.

El timbre de casa sonó, dejé el vaso en la encimera, fui hacia la puerta, la abrí encontrando al otro lado a un hombre de quizás unos cincuenta años, vestido con un traje color gris, su cabello era una mezcla de cabello negro con gris, ojos de color azul, tenía una sonrisa algo extraña

– ¿Puedo ayudarle en algo?–pregunté con una sonrisa

– Veo que no te hablo de mí–un ligero escalofrío me recorrió la espalda al escuchar su voz, era ronca un tanto áspera– Soy Constantino De Rosa, el tío materno de Fabrizio–me ofreció la mano sin borrar su sonrisa, sorprendida de saber quién era le estreche la mano, en un rápido movimiento la llevó a sus labios dándole un beso

– E... Es un placer, soy Daniela Moretti, su prometida–dije quitándole mi mano algo incómoda

– Sé quién eres, tu rostro aparece en algunas revistas–sus ojos brillaron con intensidad poniéndome más incómoda– ¿Está mi sobrino?–

– Está en la oficina, pero no debe tardar en volver–él asintió, quedamos un momento en silencio– ¿Quiere pasar y esperar dentro?–pregunté forzando una sonrisa, realmente no quería que pasara, su presencia me ponía los pelos de punta

– Estaría bien–me hice a un lado dejándolo entrar, cerré la puerta soltando un suspiro, rápidamente saqué mi móvil mandándole un mensaje, necesitaba que volviera ya, no quería estar mucho tiempo a solas con ese hombre, caminé hacia el salón viéndolo sentado en el sofá

– ¿Un café o algo?–ofrecí sintiendo su mirada recorrer mi cuerpo

– Un café solo estaría bien–asentí caminando rápido hacia la cocina, como deseaba en estos momentos que esta no fuera abierta, no había dejado de mirarme, seguía cada uno de mis movimientos

– Aquí esta–dije colocando la taza delante de él junto al azúcar, me senté lo más alejada posible sin que pudiera parecer maleducado de mi parte

– Dime Daniela, ¿Cómo conociste a mi sobrino?–preguntó cogiendo la taza sin dejar de mirarme

– Bueno, yo era su secretaria, mantuvimos una relación en secreto durante un año y medio–

– Vaya, que típico, la secretaria y el jefe–sonrió de manera cínica– Que encantador...–forcé una sonrisa, desvié la mirada incómoda, nos sumergimos en un silencio, hasta que volvió a hablar– Y dime... ¿Cómo hace una chica tan encantadora como tú, para aguantar ese carácter de mierda que tiene?–

– Tiene un carácter complicado, pero debajo de eso, hay un hombre tierno, cariñoso, amable–dije con una sonrisa recordando el día en casa de su hermana, el cómo se comportó estando con ellos o simplemente esos momentos en el que me acariciaba con tanta delicadeza, como si temiera que fuese a romperme

– Debes estar realmente enamorada como para pensar eso de él–levanté la mirada encontrándome con sus ojos azules, me miraban con cierta burla

– ¿Acaso no piensa eso de su sobrino?–pregunté con cierto tono enfadado, él soltó una carcajada, la cual me erizo los pelos de la nuca

– Niña... Tú, realmente no conoces a Fabrizio Benedetti, si lo hicieras... Correrías lejos de él–su mirada se había ensombrecido, el tono de su voz sonó algo lúgubre

Nos quedamos callados mirándonos el uno al otro, sentía que estaba ante un depredador el cual saltaría encima de mí en cualquier momento, no sé cuánto tiempo estuvimos así, pero de repente escuché unos pasos apresurados que provenían de la entrada, dirigí mi mirada hacia allí encontrándome con la imagen de Fabrizio el cual tenía su vista clavada en su tío.

Su mirada no era amistosa, era gélida, llena de odio, me levanté sin saber bien que hacer, mi instinto me gritaba que corriera hacia él, pero su mirada, su postura amenazante, me frenaba en seco

– Carlo, lleva a Daniela a por la cena, tengo que arreglar algunos asuntos, con mi tío–escupió con asco la última palabra, temblé ante el tono tan hostil que había utilizado, mis ojos se posaron en su mejor amigo, me hizo una señal para que lo acompañara

El ambiente era verdaderamente tenso, casi se podría cortar con un cuchillo, con algo de duda me acerqué a Carlo quien me agarró de la muñeca tirando de mí hacia la salida, voltee la cabeza mirando preocupada a Fabrizio.

Íbamos sumidos en un silencio, no podía parar de pensar en él, en sí estaba bien, realmente sentía que no fue correcto dejarlo solo con aquel hombre, solo me generaba desconfianza y malas sensaciones

– Creo que no fue bueno dejarlos solos–comenté preocupada mirándolo

– No te preocupes, él sabe cómo manejar la situación–dijo con serenidad, suspiré volviendo mi vista al frente– ¿Sientes algo por él?–

– Me voy a casar con...–

– Daniela, yo redacte el contrato, recuerda que soy su mejor amigo, su bogado, y hombre de confianza–me interrumpió con una sonrisa mirándome de reojo, asentí comenzando a jugar con mis dedos– Tranquila, nada de lo que me digas saldrá de aquí–suspiré mirando a la calle

– Estoy enamorada de él–confesé sintiendo como si algo de peso se me hubiera quitado de encima, todo quedó en silencio, lo miré de reojo, su rostro estaba serio, de repente se hizo a un lado de la carretera

– Daniela, ¿quieres un consejo?–preguntó mirándome, asentí a lo que el suspiró– Deshazte de esos sentimientos, Fabrizio solo te hará sufrir, hace años él decidió no amar de nuevo–me sorprendí ante sus palabras, una opresión se instaló en mi pecho

– ¿Por qué lo hizo?–cuestioné con curiosidad

– Eso es algo que debe contarte él, pero te diré que una mujer destrozo su corazón, lo hizo de tal manera, que casi lo destruye–nos quedamos en silencio, colocó su mano en mi cabeza revolviéndome un poco el cabello– Voy por la cena, espérame–asentí forzando una sonrisa, salió del coche entrando al restaurante chino

Mi cabeza no paraba de darle vueltas a su advertencia, pero sobre todo, al hecho de que le habían roto el corazón, tenía tantas preguntas, pero sabía que estas se quedarían sin respuesta, con lo dicho quería decir, ¿que no tenía la más mínima oportunidad?, mi pecho dolía con fuerza, respiré hondo tratando de controlar las ganas de llorar que me estaba acechando, al cabo de unos minutos volvió con una bolsa.

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora