Capítulo 26

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La siguiente semana fue más maravillosa que la anterior, se comportaba más cariñoso, sus besos iba cargados de ternura, de vez en cuando salía a flote su posesividad, pero solo cuando algún hombre me miraba, solía agarrarme de la cintura pegarme a él y besarme.

El sexo durante esos días fue diferente, lo hacía con más suavidad, cariño, lo hicimos en lugares en los que jamás lo hubiera hecho, como la playa, unos servicios en un centro comercial.

El día siguiente de volver, juntamos a nuestras familias para una comida, enseñamos las fotos que nos hicimos, contamos anécdotas, me sentía como si fuéramos un matrimonio real, como si él me quisiera y eso me encantaba, pero a la vez me aterraba.

Al día siguiente, fui a casa de Julia, quería contarme cosas que le habían sucedido, y escuchar todo con respecto a la luna de miel.

– Señora Bendetti–me saludó con diversión cuando abrió la puerta, rodé los ojos entrando hasta el salón, sentándome en uno de los sillones– ¿Cómo fue la luna de miel?–preguntó dejando una bandeja con café en la mesita

– Fue...–comencé a relatarle todo lo vivido, el cambio que dio Fabrizio que era lo que más sorprendida me tenía

– Te ha confundido aún más–comentó recostándose en el sillón, yo solo asentí mirando el contenido de mi taza– ¿Cómo se ha comportado ahora que estáis de vuelta?–

– Hoy volvió a trabajar, pero diría que sigue igual, esta mañana me despertó con un beso–dejé la taza en la mesa soltando un suspiro colocándome el cabello a un lado

– Declárate, no pierdes nada–mordí mi labio sabiendo que tenía razón

– Ya veré que hacer... ¿Qué querías contarme tú?–pregunté mirándola, vi cómo se ponía rígida de repente, dejó su taza en la mesa suspirando

– Estoy asustada–dijo callándose un momento, respiro hondo como si reuniese valor para hablar– ¿Recuerdas a Carlo?–preguntó a lo que asentí extrañada– Ya sabes, el mejor amigo de fa–

– Julia, yo te lo presente–comenté interrumpiéndola, ella asintió algo nerviosa– ¿Qué ocurre con él?–

– Me acosté con él durante toda una semana, algo extraño en mí, hubo unas cuantas veces que... no usamos condón–

– Pero, tú tomas pastillas anticonceptivas–ella comenzó a negar con la cabeza de forma frenética

– Lo dejé de tomar hace un mes, el ginecólogo me lo recomendó por un tiempo–dijo casi en un susurro, mis ojos se abrieron de la sorpresa– Él me dijo que debía tener cuidado, mi fertilidad iba a estar más alta de lo habitual durante un tiempo... Estoy aterrada, Dani, ¿Qué pasa si me quede embarazada?– cuestionó comenzando a llorar

– Cálmate por favor...–dije acercándome a ella abrazándola– Si resulta que lo estás, tendrás que asumirlo, y pensar lo que quieres hacer–

– Yo no puedo ser madre, no puedo cuidar de un bebé, apenas sé cuidar de mí misma–comentó separándose de mi– ¡Por dios, pero si se me murió pececito la primera semana de tenerlo!–exclamó alterada levantándose, la agarré por los hombros haciendo que me mirase

– Alterarte no te hace ningún bien–ella asintió limpiándose las lágrimas con la manga de su jersey– Primero que nada, es pronto para alarmarte, ¿Has ido al ginecólogo?, ¿Un test de embarazo?–negó a lo que suspiré soltándola– ¿Al menos Carlo sabe de esto?–

– No, nada–dijo volviendo a sentarse, me agaché a su altura cogiendo su mano

– Está bien, mira igual solo ha pasado una semana, es muy pronto como para especular un posible embarazo, esperaremos unas dos semanas e iremos al ginecólogo juntas, ¿de acuerdo?–ella me miró, asintió con una sonrisa triste, acaricie su cabello con suavidad– ¿Por qué no te recuestas un poco?–se lo pensó unos segundos y volvió a asentir, me puse de pie al igual que ella, la acompañe hasta su habitación, se acostó en la cama y la cubrí con las sabanas.

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora