Capítulo 30

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Rápidamente me separé rompiendo el beso, me alejé de él sintiendo mi interior ser un completo desastre, mis sentimientos por el luchaban contra el odio, el resentimiento

– No vuelvas a besarme–dije colocándome el cabello a un lado– Debe ir a la reunión, señor Benedetii–iba a marcharme pero me lo impidió otra vez, suspiré girándome a verlo

– Carlo se está encargando de eso, vuelve a mi lado–quiso volver a besarme, pero alejé mi rostro

– No puedo, tú me has hecho daño, rompiste mi corazón en pedazos, no puedes pretender que con decirme que me amas, yo correré a tus brazos perdonándote todo–me alejé cruzándome de brazos

– Sé que no pasara eso–

– Me alegra que lo sepas–asentí mirándolo a los ojos sintiéndome atrapada en ellos, el sonido del teléfono llego a mis oídos haciéndome reaccionar, me di la vuelta, pero me sujetó por la muñeca haciéndome girar

– No contestes–pidió pegado mi cuerpo a la puerta– Te amo, debo contarte algo–

– Por el amor de dios Fabrizio, déjame ya, debo contestar el teléfono, y tu ir a la reunión–lo interrumpí colocando mis manos en su pecho alejándolo

Abrí la puerta saliendo, justo cuando iba a contestar el teléfono paro de sonar, suspiré sentándome en la silla, vi como salía, me dedico una última mirada y se marchó.

A los minutos el teléfono volvió a sonar, conteste la llamada, me puse de pie rápidamente ante la información que me había dado, al colgar fui rápidamente al despacho de Enzo, agarré su maletín junto a su abrigo y corrí hacia la sala de reuniones.

– Siento la interrupción–dije abriendo la puerta ganándome la mirada de todos los presentes

– ¿Qué ocurre?–cuestionó Enzo, me quedé un momento en silencio intentando recobrar el aliento

– Bianca, se ha puesto de parto–se levantó rápidamente, caminó hacia mí, pero detuvo sus pasos girándose hacia la mesa

– Benedetti, aplazamos esta reunión–

– No te preocupes–asintió poniéndose también de pie, Enzo se acercó del todo a mí

– Abajo esta Piero, esperando con el coche en marcha–dije entregándole sus pertenencias

– De acuerdo, gracias–me dio un rápido abrazo, lo vi ir hacia el ascensor, pero se detuvo de golpe, se apoyó contra la pared, dejo caer las cosas, colocó sus manos en las rodillas respirando algo agitado, me acerqué preocupada– Voy a ser padre...no estoy preparado, no creo que sea un gran padre–

– Enzo, mírame–pedí, pero me ignoro, suspire agachándome a su altura, mirándolo a los ojos– Eres un gran marido, y no tengo duda de que serás un padre maravilloso–

– ¿De verdad lo crees?–preguntó con una pequeña sonrisa

– Por supuesto que sí, y Bianca está convencida de ello–me puse de pie recogiendo sus pertenencias– Ahora, vamos, ellas te esperan–

– Gracias, eres la mejor–besó mi frente, cogió sus cosas y se marchó corriendo

– No me gusta esa confianza–rodé los ojos al escuchar el tono de Fabrizio, me giré mirándolo

– No me importa que no te guste–dije seria, iba a pasar a su lado, pero me agarró de la muñeca impidiéndomelo

– Hablemos–

– No hay nada más de lo que hablar–me solté de su agarre, pero me sujeto por el otro brazo haciéndome suspirar cansada

– Sí que lo hay, debo decirte lo que paso con Octavia–me solté con brusquedad al escuchar ese nombre

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora