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Reino Alfa.

24 horas antes de que llegara el mensaje.

El alto techo de la enorme sala bañada en la luz amarillenta del candelabro hecho de oro iluminaba a tres hombres en la mesa ubicada en el centro. Era de madera pulida, que combinaba muy bien con los objetos de oro que decoraban de forma excesiva el lugar. La sala de reuniones de aquel enorme castillo estaba en completo silencio luego de que uno de los hombres haya puesto las cartas sobre la mesa.

—Es nuestra única opción Rey Kim—Dijo Fuerte y claro el pálido, rompiendo el silencio pero tirando más de la fina cuerda en la que estaban aquellos hombres.

El mencionado solo apretó aún más sus puños encima de la mesa tratando de controlar que la guerra mental que estaba teniendo consigo mismo no se evidenciara.

Estaban en un lío.

Kim Taehyung, el actual Rey del Reino Alfa no podía dejar de ver de su hermano mayor a su mano derecha en todo. Aquellos dos hombres con los que confiaba con su vida, los que sin duda alguna eran un lazo inremplazable para él.

El rey mientas divagaba su vista entre esos dos hombres la respuesta que le había dado el pálido retumbaba en su mente como si fuese un eco eterno. Aquellas palabras habían sido su pase directo al pasado, recordando al pequeño niño de cuatro años escuchando las historias que le contaba su padre.

Historias de omegas y alfas perdidamente enamorados, parejas destinadas, lazos y finales felices.

En ese entonces amaba aquellas historias.

Cuando le asignaron un tutor luego de cumplir los seis se había dado cuenta que no eran simples historias. Eran la historia sobre el reino que en la actualidad gobernaba.

Taehyung desde que tiene uso de razón conoce el significado de la palabra «omega» su padre los describía como seres hermosos con la capacidad de concebir sea cual sea su género, su tutor los describía a fondo diciéndole que eran la clase más baja de la casta, más pequeños, más frágiles y más indefensos, sin embargo resaltaba siempre su inusual belleza y don de engendrar.

Su padre englobaba a todos los omegas.

Su tutor le decía que aquella definición eran para los omegas normales.

Los omegas puros según su maestro de toda la vida y siguiendo todo lo que había investigado, encontrado y leído en antiguas páginas amarillentas de la época del Reino del Todo eran seres humanos perfectos.

Sinónimos de perfección.

Poseían una belleza impecable, un doble olor poco común en su raza, dominantes, fuertes, valientes y agresivos. Simplemente una majestuosidad que había creado la naturaleza, Dios, el mundo, lo que fuese.

El pequeño Taehyung se preguntaba si en verdad existía algo así.

Se oía demasiado bueno para ser verdad.

Su edad no podía ni contar con sus diez dedos alzados pero su mente estaba muy avanzada para sus cortos seis años. Su tutor era un apasionado de la historia antigua entonces no había algo que Taehyung no supiese de aquellas épocas donde existían en conjunto.

Claramente leyó sobre el reino vecino, y también sobrepenso mucho tiempo los actos que ocurrieron ese día hace ochocientos años en el golpe, no podía imaginar a una pareja destinada con un final tan horrible, le dolía el pecho de solo pensar que en esos escritos solo relataban la verdad.

Entonces igual que su tutor un poco loco también se terminó enfocando demás un tiempo en aquellos textos viejos.

Leyó mucho, más bien, demasiado. Pasaba horas y horas en el bosque que daba hacia la parte de atrás de su castillo con un libro en mano, sus lentes redondos de oro que su madre le había regalado y con su mente metida del todo en las narraciones mientras que su hermano mayor era entrenado todos los días por diferentes tutores para ser el próximo rey.

DOS REINOS / VKOOK / Donde viven las historias. Descúbrelo ahora