/ 4 /

35 8 1
                                    

El silencio era algo encantadoramente turbio.

El vacío que existe en esos momentos en los que absolutamente nada se escucha es cuando los pensamientos salen a flote desde lo más profundo del subconsciente. A veces, un silencio ayuda a despejarte de los dolores de cabeza y confusiones, creando un espacio íntimo para estar cómodo y agusto en aquellos momentos cuando quieres una pausa de la vida.

Sin embargo, el silencio también era una arma de doble filo.

En esos momentos es cuando Jungkook experimentaba con claridad aquello.

El azabache se encontraba en su despacho, donde los altos techos se alzaban en un cielo razo con pinturas hechas a mano y detalles extremadamente hermosos. Sus ojos vagaban por las pinceladas que eran tan viejas como su reino y a su vez movía una pierna insistentemente de arriba abajo sin notarlo, en claro signo de ansiedad.

Su divagar era una tortura.

El pesado silencio embargaba la habitación, ni siquiera un mosquito zumbando, su respiración, el latir de su corazón, nada se escuchaba. Al omega le encantaban en su mayoría aquellos momentos en los que estaba solo en su despacho mientras trabajaba, su mente se enfocaba y dejaba de lado todas las demás cosas.

Pero ahora, no paraba de darle vueltas al asunto del Reino alfa y su mente lo torturaba recordándole una y otra vez que estaba rompiendo la regla más importante desde que su padre le había leído todas para que empezara a aprender más de su futuro reino.

La ausencia de ruido era una mierda para Jeon Jungkook en esos momentos. Si hubiese aunque sea un reloj sonando podría tomarlo como excusa y concentrarse en aquel sonido tan irritante, pero no. Le tocaba convivir con el recordar de su subconsciente como si estuviese restregando un dedo lleno de sal en una llaga a carne viva.

Quería apagar su cerebro, para que no le siguiera recordando que había aceptado la propuesta del Reino alfa.

¡Si! ¡La aceptó! Ni él se lo creía.

Después de haber leído esa carta simplemente se dió la vuelta y aún con el papel entre sus manos salió de la habitación para seguido casi correr hacia su despacho y encerrarse ahí lo que restaba del día. Encontrándose solo no se resistió a leer una y otra vez la misma carta analizando letra por letra, palabra por palabra, oración por oración.

Tampoco se abstuvo de hundir su nariz en el papel, Jungkook se preguntaba por qué aquella carta olía así de bien, había leído que los alfas tienen feromonas con olor igual que ellos, y los alfas dominantes dos, pero en serio en la mente testaruda de él y su lobo no cabía la idea de que un alfa oliera de aquella manera.

Pero aún así no se privaba de disfrutar de la fragancia.

Pasó toda la noche leyendo la carta y olfateandola por el bien de su lobo, y cuando vio los rayos de luces aparecer por el gran ventanal a sus espaldas es cuando sus ojos se cerraron y cabeceó encima de su escritorio durmiendo allí hasta cinco horas más tarde que un golpe en la puerta lo despertó. Era Jimin, y le estaba pidiendo una respuesta ya que el beta no dejaba de insistir y tenía al rubio y a Hoseok con los pelos de punta.

Aceptó.

Después de analizar bien la carta y la propuesta llegó en la conclusión que algo tan grave como para romper el pacto entre ambos reinos era de suma importancia. Además de cómo le había hablado en aquel trozo de papel, sonando desesperado.

Pasó al rededor de 12 horas con la única presencia de su mente y sin ningún ruido, deliberando cuál sería la opción más viable para responder.

Repasando una y otra vez la carta, no se sacaba de la cabeza ese fragmento que insinuaba que su pueblo era el afectado, entonces, el azabache pensó. ¿Si algo le pasaba a su pueblo de extremada gravedad haría lo mismo que el Rey Alfa? Su respuesta era un rotundo sí.

DOS REINOS / VKOOK / Donde viven las historias. Descúbrelo ahora