Es extraño el sentimiento que tienes después de haberlo hecho, la primera vez sientes tantas emociones, claro que depende de quien fuera la otra persona, pero aun así eso no le quita la montaña rusa de puras sensaciones y sus respectivas explosiones. La primera vez, justo cuando la acción se terminó, la estás reviviendo dentro de tu mente, estás pensando lo que sentiste, como lo manejaste, como lo hiciste, qué pudo haber pensado la otra persona. Incluso los siguientes días se estará proyectando como una película dentro de tu cabeza. Cuando vuelve a ocurrir y es la segunda vez, cuando lo vuelves a hacer, ya es un poco fácil, ya tuviste tu primera experiencia y sabes un poco mejor, donde queda perfecto y justo, donde debe de ser para que salga bien, ya no tienes las inseguridades de la primera vez, el miedo, la duda, simplemente te dejas llevar y haces lo que tienes que hacer. A veces aun cierro los ojos, como si fuera la primera vez, pero la verdad es que ya vamos por la séptima o quizás la doceava, hay incluso el momento donde dejas de contarlas, se vuelve hago cotidiano y natural, lo de cada día o lo de cada fin. Confieso que hay días donde lo dudo, pero veo a la otra persona y algo en mí se enciende, como si quisiera hacerlo solo por la persona en la que tengo frente a mí. Y entre eso que tú pensaste y lo que verdaderamente yo hago, es que en lo tuyo uno revive y con lo mío alguien muere, la bala llega a el y la satisfacción me abraza.
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Las cuatro casas que habitaron
AléatoireCuentos que surgen cuando menos he querido, pero más lo he necesitado. No exijas mucho, pues tampoco soy exuberante, por lo tanto, doy poco.