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Dormitorio Heartslabyul
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Larga noche para Ace y Deuce después de tener un merecido castigo por parte del líder Riddle Rosehearts, desde lavar todos los trastes de la cena y cumplir la dichosa regla #304 la cual era: "El día en que un erizo estornude todos los soldados de cartas deberán juntarse y cantar una canción". Una regla absurda, pero la palabra del líder no se puede refutar.
— Sin duda el primer día de clases es agotador. —dijo Ace en un bostezo estirando sus brazos—. Voy por algo para cenar, ¿Vienes?
— No hace falta, iré a dormir. —respondió Deuce en un suspiro mientras se alejaba lentamente.
— Yo no me voy sin comer algo al menos. —murmuró Ace mientras se encaminaba por los pasillos del dormitorio—. Increíble, aparte de ser regañado no tuve una cena decente...
Llegando a la cocina, se paseo por los estantes sin encontrar nada que le abriera el apetito.
— Rayos... No estoy de humor para aprender a cocinar ahora. —dijo con fastidio mientras se paseaba por los estantes sin éxito, ahora dirigiendo su mirada a la nevera con su estómago rugiendo por comida—. Bueno, todo por comida.
Abriendo la nevera, sus ojos se encontraron con una deliciosas tartas de fresa bien elaboradas que se le hacia agua la boca de solo verlas.
— ¡Woaah!¡Se ven tan deliciosas! —dijo mientras las observaba fascinado, hasta que su estómago rugió por comida—... Supongo que nadie se dará cuenta de que falta una...
Con una sonrisa maliciosa se dispuso a picar una de las tartas y a comerla de un bocado, tras otro, y otro...y otro...Sin percatarse de cierto individuo viéndolo desde el marco de la puerta con un aura aterradora.
— ¡¡Esta demasiado bueno!! —exclamaba el as de corazón saboreando el dulce manjar sin percatarse de que alguien se le acercaba por la espalda.
— Como era de esperarse de Trey. Siempre hace unas tartas bastante exquisitas, no hay forma de negar ese hecho. —dijo la persona detrás de Ace con un tono algo... frío.
— ¿Bromeas?¡Son incluso mucho mejores que los que sirven en cualquier otra tienda! —siguió Ace, sin preocuparse de la segunda voz que le hablaba mientras comía otro pedazo, hasta que se dio cuenta...
Giro lentamente su cabeza, viendo detrás de el al distinguido pelirrojo quien lo observa con una mueca un tanto aterradora y poco amigable. Tuvo que aguantar las ganas de gritar al ver que había sido atrapado en el acto.
