Capítulo 6

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“Y se lo tragó entero”


—¿Ya te respondió?

—No, aún no contesta mis mensajes.

—¿Por qué se estará tardando tanto? Se suponía que nos reuniríamos aquí a las dos para almorzar todos juntos en el restaurante y luego seguiríamos con nuestros tours por separado hasta las cinco en donde nos reencontraríamos en el hotel. —se quejó Kirishima, sorbiendo fuertemente su bebida.

Denki mordió su hamburguesa de pescado al mismo tiempo en que dirigía sus ambarinos a los clientes que gustosos disfrutaban los mariscos del local. El grupo de cuatro que entre ambos habían traído ahora mismo conversaban alegremente, mencionando todo lo que habían hecho junto con sus guías.

Mientras masticaba, un montón de preguntas surgían en su cabeza, ¿por qué Bakugō no había llegado aún? Lo conocía muy bien, sin importar la relevancia por la que se juntarían, siempre, siempre llegaba a tiempo, no importaba el obstáculo que se le interpusiese, él siempre llegaba temprano a donde fuera, y que justo ese día en el que había decidido (sin consultar a nadie) participar con ellos y cambiar su método de realizar los tours en grupo a individual, el que se ausentara era algo sospechoso.

—Ese cabeza dura, ¿a dónde habrá llevado a nuestro cliente? —Se preguntó Denki, terminando su comida y limpiando sus manos con sus ojos curiosos examinando el celular de Eijirō— No sé qué excusa ponerle a los amigos del señor Midoriya, ya la señorita Uraraka me preguntó qué habíamos hecho con él.

—¿Qué le respondiste?

—Que comieron algo en mal estado y habían regresado al hotel un momento, —Un suspiro salió de sus boca—, no me creyó nadita, me miró feo y se fue a sentar con los demás. Esa chica es extremadamente hermosa pero da miedo.

—Sí, tienes razón. —dijo Kirishima, antes de darse cuenta de lo confesado— Un momento, ¿"extremadamente hermosa"? —El timbrar del celular interrumpió la conversación, haciendo que Denki volara veloz a él.

—Ey, Pelomierda...

—¡Por tu santo padre que te llevó en sus bolas, ¿dónde están?! —los comensales del restaurante lo miraron enojados, pero Denki ignoró todo, solo concentrándose en la llamada.

—¿Kaminari? ¿Qué haces con el teléfono del idiota uno? ¿Otra vez perdiste el tuyo? ¡Por favor, solo llevabas un mes con él!

—¡No, no es eso, aún tengo mi teléfono! Te dije que esta vez no lo perdería tan fácilmente. Pero ese no es el punto, el punto es: ¿Dónde estás con nuestro adinerado turista? —su tono heló la sangre del de Kirishima. Era extraño que Denki fuera incluso amenazante con alguien como Bakugō, pero entiende su desesperación por el hecho de que Katsuki posiblemente haya liquidado a uno de sus turista, no podía criticarle

Cálmate, rata eléctrica, solamente decidimos quedarnos un rato más visitando las calles de Miami. El clima está menos irritante de lo normal así que accedí a andar un rato con él.

—¿Tú, pasando más rato con un cliente? ¡¿Bakugō, consumiste dro...?!

—Kaminari, amigo, estamos en un lugar público. —Una sonrisilla fingida surcó por los labios de Kirishima, haciéndole entender inmediatamente.

—Ya, ya, perdón. —dijo, volviendo rápidamente a la llamada—. Bro, ¿cómo que "clima menos irritante"? Está haciendo un calor horrible, tú no soportas estos subidones de temperatura, te vuelves más bestia de lo normal.

—¿¡A QUIÉN CARAJOS LLAMAS BESTIA!?

—¡A eso me refería! —Contestó en su lugar. Desviando su atención, jugó unos segundos con la servilleta en forma de pescadito mientras que Katsuki desahogaba su ira a través de gruñidos ininteligibles y maldiciones a su persona, cuando acabó, vio luz verde para hablar nuevamente— Oye, eres mi amigo y todo pero te has estado comportando muy raro. Nos tienes preocupado a Kirishima, a mí, incluso a...

Cállate, bastardo. Lo sé, lo sé, pero todo tiene una explicación.

—Una explicación que no nos quieres dar, Bakugō.

Mira, te aseguro que no estoy haciendo nada malo, solo le enseño a un inepto lo malditamente asombroso que es este lugar. Llegaremos a la heladería que acordamos a las cinco, sin falta, te lo prometo.

—Bien, en la heladería a las cinco. Llegas a faltar y te juro Bakugō Katsuki, que te raparé la cabeza como hice con Kirishima cuando creyó que era una gran idea llevar a la clienta y A SU ESPOSO a La Hora Loca en Cherry's.

—No querrás el mismo destino, Bakubro, con el sol que hace acá toda la luz se reflejaba allí. Será mejor que te aparezcas para entonces. —Kirishima tomó el celular, diciéndole esas últimas palabras antes de cortar con un Katsuki gritando en la otra línea "¡No me digas qué hacer!".

Un mesero apareció, mostrando la cuenta y desapareciendo la vajilla sucia. Ambos hombres se observaron entre sí en una especie de pelea de miradas, mientras que la cuenta yacía entre los dos expectante de lo que sucedería. El primero en levantarse fue Kirishima, al que le siguió con la misma velocidad Kaminari.

—¡Te toca a ti, Kaminari! —Kirishima empujó con una de sus manos la cabeza de Denki hacia el asiento, sin embargo este se resistió, pues el no pagar sus almuerzos era más importante que su posible jaqueca.

—¡Yo pagué cuando ordenaste ese loco menú de carne asada! —intentó quitar la mano del contrario de sus cabellos.

—¡Yo lo hice cuando te inscribiste en el reto de platos picantes con Bakugō! —gritó Kirishima.

—¡Yo pagué las doce bebidas de tu inmunda borrachera hace un mes!

—¡Pues yo lo hice cuando te atragantaste en Lorena’s Big con el desafío de la hamburguesa más grande en Miami! Que por cierto, no fue para nada barato debido a que terminaste vomitando todo lo que consumiste sobre esos zapatos caros que me había regalado Bakubro y que tuve que reponer para que no me cortara la cabeza.

—¡Te había pedido disculpas por eso, estúpido! Mierda, bien, yo pago. Deja busco mi teléfono para hacer la transferencia. —Tanteó su bolsillo derecho con fastidio en busca de su móvil, al no hallarlo ahí fue a por el izquierdo, luego los traseros y los de su camisa. Una risa nerviosa hizo aparición desde su garganta y por la fuerza que realizó por poco tira el sofá incrustado en la pared al revisar por los cojines. Unos minutos de búsqueda después se detuvo relajado frente al pelirrojo— ¡Mi compadre, mi hermano, mi amigo fiel! ¿No tendrás efectivo que me prestes para darle a la señorita que está de cajera? Y un teléfono, si no es mucho pedir.

—¿Perdiste tu celular nuevo?

—No, ¿cómo crees?

—¿Y dónde está, entonces?

—Fácil, se lo he dejado como obra de caridad al autobusero que pasa en las mañanas por mi depa.

Aquel manotazo que Kirishima se dio a sí mismo en su rostro, logró batir el récord mundial de mayor fuerza ejercida en una extremidad. Una pelea entre los dos adultos dio inicio en ese pequeño restaurante, y todo esto fue observado por unos curiosos orbes chocolates.

____

Era una sensación escalofriante el volver a estar cerca del cenizo, pero a la vez algo tan reconfortante, como una especie de melancolía fusionada con anhelo y rociada con chispitas de felicidad, bañada en una crema suave de recuerdos dulces que fue horneada con lentitud en esos años en los que estuvieron separados, cocinándose la mezcla de sus emociones por aquel hombre a baño maría para conservar la suave contextura de aquella trágica y al mismo tiempo perfecta relación... Algo por el estilo.

«Ahora tengo antojo de quesillo y pastel de crema. » lanzó al azar su cabeza.

Posiblemente no era momento de estar pensando en comida, sí, tal vez no lo era, pero era imposible cuando su estómago se retorcía por un poco de alimento, sus tripas gruñendo enfurruñadas por algo de atención.

Habían llegado hace exactamente quince minutos al lugar del que Bakugō ni pío había soltado en todo el recorrido. Su fascinación por la arena blanca, el mar de aguas transparentes y las enormes palmeras cargadas que ahora mismo le daban sombra no había cesado en lo absoluto, el percance vendría siendo que tenía hambre, mucha hambre, a penas siendo las doce su mente no podía pensar en otra cosa que no fuese comida, comida y comida. Al menos así lo creía hasta que vio como su excompañero de estudios caminaba hacia él con un short de baño negro decorado con pequeñas equis naranjas, dos tablas de surf y una sonrisa ganadora que por poco lo hizo arrodillarse ante él, y no para rezarle.

Esos perfectos brazos músculos sostenían tan bien las tablas de surf, marcándose las venas minúsculas alrededor, las casi imperceptibles gotas de sudor, sus bronceados pectorales firmes que semirebotaban con cada paso que daba, con aquellos pequeños pezones rosas al descubierto siendo iluminados indecorosamente por los rayos del Sol playero. Dios, sus abdominales bien marcados, sus hombros anchos, sus manos grandes y lo mejor de todo, el bien pronunciado cinturón de Adonis, que, aunque el traje de baño fuese alto, daba paso a los resquicios de un rubio vello púbico recién podado.

El hambre de Izuku permaneció, pero ahora la comida quedaba obsoleta con el plato principal que tenía en mente.

—En la discoteca no se veía tan bien como ahora. —Susurró bajito, dirigiendo sus ojos a otro lugar para que el contrario no sospechase de aquellas imágenes que surcaron planeando por su mente—. No puede ser, ya no soy un mocoso de catorce, alguien no me puede encender con solo mirarlo. —Recogió sus piernas y las pegó a su pecho por precaución. Soltó un suspiro, intentando calmar ese deseo de volver a ver aquella imagen tentativa.

Esto era algo completamente normal, ¿verdad? Sí, es atracción física después de todo, su pasado con Katsuki, sus problemas y así aún estaban allí, pero eso no quitaba el hecho de que el cuerpo de ese tipo haya logrado una especie de digievolución magistral, pasando de ser solo sexy a una reconocida estrella porno, ganadora de millones de premios por su cuerpo del cielo (o el infierno, depende de dónde lo veas), su voz ronca y todo lo que lo conforma como el ser más caliente de esta tierra.

Genial, ahora sintió la primera muestra de vida de sus partes bajas. Esto no podría ser mejor.

—¿Qué mierda estás viendo? —el alma de Izuku voló lejos, muy, muy lejos de todo lo que pudiese conocer, perdiéndose en las suaves nubes de sueños allá en el basto cielo azul.

—¡Ka-Aah! ¡Bakugō, hola! ¿¡Qué tal todo!? ¿¡Conseguiste las tablas que dijiste ibas a buscar!? ¡Wooho, veo que sí! ¡Divertido, divertido! ¡Bien hecho, campeón, eres todo un hombre!

Pero qué verborrea acababa de expulsar.

Katsuki lo observó como si le hubiese salido una segunda cabeza, con aquellos ojos que no mostraban más que confusión. Se quejó en silencio antes de pasarle una de las tablas que llevaba.

—¿Campeón? ¿A caso oíste la tontería que acaba de salir de tu boca? Tu nivel de estupidez es impresionante, Deku. La próxima vez que me veas el paquete procura disimular un poco más, por lo menos.

—¡No, no es eso! Es que, bueno, mmm…

—Ya, ya, excusas y más excusas. Cierra esa boca un momento, ¿puedes? —los labios de Izuku se sellaron tan rápido como lo pidió— Perfecto, ahora, ¿Te pusiste el bloqueador?

—Claro, no quiero parecer camarón cocido.

—¿En todas partes?

—En la espalda solo un poco, no alcancé. —Dijo, sobando su brazo—. Igual, no es muy importante.

—¡Claro que es importante! El sol es una perra rabiosa en Miami. Eres un inútil, ven, date vuelta, yo te lo pondré. —Tomó el bloqueador que se hallaba en la arena, sentándose tras de él y dejando que un poco de la crema cayese en su mano.

—No es necesario, de veras.

—Dijiste que no querías parecer camarón cocido, y yo tampoco quiero que la piel pelada de tu espalda toque mis perfectos asientos.

—¡Eso es as...! —«oh Dios, oh Dios.»

Las manos de Karsuki empezaron a recorrer sus hombros con una delicadeza celestial, aplicando la loción en todas aquellas áreas que sus propias manos no habían alcanzado.

Apretaba sus labios con vehemencia, pues sonidos que solo escuchaba él en sus noches de fantasías luchaban por salir de su garganta cada vez que esos dedos fantásticos se movían aplicando la crema tibia. Apretó sus piernas y reguló su respiración, haber pasado casi un año sin tener algún contacto no amistoso con alguna persona empezaba a cobrarle caro, muy caro. Las cosquillas en su vientre, los vellos de su cuello en alto, no podía excitarse por un toque tan banal, tan poco sexual, ¡solo le están ayudando con la aplicación del bloqueador!

Cuando sintió que su pene se empezaba a endurecer entró en pánico, pero justo en ese momento las callosas manos fueron retiradas.

—A fuera pantalones.

—¿Qué? —¿dijo lo que creyó escuchar o era su poco nivel de control hormonal jugándole una mala broma?

—Quítate las bermudas, ¿qué esperas? ¿una invitación o que lo haga yo por ti? ¡Vamos, apúrate que ya quiero hacer que te ahogues en el mar!

Su cerebro estaba muy caliente como para seguirle la corriente a Katsuki, pero con un respiro profundo respondió lo siguiente:

—¿Cómo para qué quieres que me quite las bermudas?

—¿Tienes traje de baño, a caso? —preguntó exasperado.

—No, pero puedo ir con mi pantalón puesto, no veo el problema.

—Qué asco, no, no puedes bañarte con las bermudas puestas, ten algo de decencia con las criaturas marinas. Usarás tu bóxer como traje de baño, así que a fuera bermudas, zapatos, calcetines y todo lo que no sea ropa interior.

—Bakugō, no puedo hacer eso. —dijo, mientras se deshacía de sus botas, no entrando en la pena que empezaba a hospedarse en su ser.

—¿Por qué no? —sintió los ojos del rubio en él, examinándolo de arriba hacia a bajo hasta oír un chasquido de lengua que lo hizo levantar la cabeza— Oh, ya sé, tienes un vergonzoso tatuaje.

—¡No tengo ningún tatuaje!

—¿El bóxer está roto?

—Para nada.

—¿Te apesta el...?

—¡NO!

—¡¿Y POR QUÉ PUTAS NO TE QUIERES QUITAR ESAS FEAS BERMUDAS!?

—¡PORQUE EL BÓXER QUE TENGO NO ES UNO COMÚN, ES UNA EDICIÓN LIMITADA DE LOS AÑOS DORADOS DE ALL MIGHT! —Tapó su boca con la rapidez de un rayo, fijándose que nadie estuviese por los al rededores, pero ahora que lo notaba, tan solo unas diez personas estaban en aquel lugar.

Una risilla débil llamó la atención de Izuku, viendo como frente a él Katsuki achinaba los ojos y tapaba su boca de la misma manera en la que él lo hizo segundos atrás. Otra risilla escapó de los labios de Katsuki, a la que le siguieron algunas más, eso hasta convertirse en una fuerte carcajada que se apoderó de los oídos del pecoso.

No era una risa burlona, mucho menos molesta, era una risa de una alegría que no pudo identificar. Su pecho vibró con tal balada de ángeles, enterneciéndose al ver las lagrimitas en las orillas de los ojos de Katsuki. Su propia risa fue uniéndose a las carcajadas del estadounidense, una risa abochornada, pero igualmente feliz.

Muchísimo menos de un día y ya se sentía revitalizado.

—¡Carajo, tenía años que no me reía de esta manera! —oyó su voz cansada, buscando oxígeno entre risitas— Bóxers de All Might, ¿por qué no me lo esperé? Es enserio que algunas cosas nunca cambian.

—No, no lo hacen. —respondió, sin despegar sus ojos del rostro de Katsuki.

—¿Qué más da si tienes o no interiores normales? Mientras que a ti te gusten está bien, mientras te sientas cómodo con ellos todo lo demás vale verga.

—Se van a burlar si me meto al agua con esto. No se supone que un adulto deba usarlos.

—Deku, se burlarían de ti llevaras o no esos calzoncillos, ¿has visto tu cara? —Izuku frunció el ceño, esperando a que Bakugō continuara— ¿En serio crees que a estos ricachones les importa si te zambulles con esos bóxers? ¡No, mierda! Claro que no. Y no me vengas con las ñañaras de lo que un adulto debe o no usar, son puras boberías. Te gusta All Might, exhibe los All Might calzoncillos con orgullo, porque lo más probable es que hayas pasado la madrugada en vela obteniendo el paquete en una rifa por internet, ¿o me equivoco?

—No te equivocas ni un poco.

—¡Entonces muestra tu logro con la frente en alto, por el mismísimo diablo! —Se levantó de su lugar— Anda, te espero en el agua. No te tardes mucho o vendré hasta acá y te haré tragarte un caracol marino por hacerme perder mi preciado tiempo. Hablo en serio.

Vio el fornido cuerpo sumergirse momentos después, dejándolo solo bajo la palmera.

Dándose ánimos a sí mismo se fue quitando las bermudas, con sus mejillas ardiendo de la vergüenza y emoción que sentía. Cuando terminó salió casi disparado hacia la playa, nadando hacia un Katsuki sobre su tabla que lanzaba burlonas carcajadas.

—No fue tan complicado, ¿verdad? —dijo el estadounidense, deteniendo sus risas de forma pausada.

—Creo que una señora me silbó. —Se sonrojó apenado.

Izuku mojó sus rizos en el agua salada, sacudiendo su cabeza al sacarla del mar para deshacerse del excedente. Con calma se subió a la tabla verde que flotaba junto al stripper, amarrando la cuerda que colgaba de esta en su tobillo.

—Imagino que sabes nadar. —soltó su acompañante, observando cómo se creaba una ola a la distancia.

—Sé nadar, pero no surfear si es a lo que te refieres.

—Con lo primero me basta y me sobra, te enseñaré y luego te haré tragar orine de pez.—el chapoteo del agua se sincronizó con los braceos, los que provocó para dirigirse a la enorme y espumosa ola brillante. Katsuki lo miró de reojo sin detenerse ni un momento— ¡Mira a un profesional lucirse en su campo!

Y cuando la gran ola creció aún más, Katsuki desapareció dentro de ella.

Midoriya observó a esa monstruosidad tragándose a su guía por completo, sin dejar rastro alguno, ni siquiera unas pequeñas burbujas. Giró su cabeza a los lados, aún con la ola alzada poderosamente sobre las aguas cristalinas y sus piernas balanceándose en las aguas.

¿Qué había pasado?

—¿Bakugō?









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¡Hola a todos! ¿Cómo la han pasado, hojitas preciosas? He aquí un nuevo capítulo de su stripper favorito.

Le agradezco a EstefaniaGab por soportar mis disparates al hablarle de esta y mis otras historias. Te debo un mundo, mi reina❤ este cap y el próximo son todos tuyos.

Creo que eso sería todo, ¡Chaitooooo!🍁🍂

◤El Stripper Gay Del Bar Hetero◢ [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora