Reglas.

6 1 0
                                    

Narrador.

Los ojos almendra de Claret se abrieron después de unas horas de estar dormida. Algo mareada intentó reincorporarse, pero el dolor de cabeza la detuvo, asíque prefirió volver a su posición inicial. 

Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la luz de la habitación y fue divisado el lugar.

"¿Dónde estoy?".

Al ya estar más consciente pudo notar que cerca de ella había alguien de espaldas. Vestía una bata blanca y desde ahí se notaba su cabellera marrón. No pudo evitar pasar una mirada hacia su cuello, sus alarmas se activaron de inmediato cuando vio el tatuaje que poseía.

No pensó con claridad, alarmada no quiso perder más tiempo y sacó de su bolsillo de uniforme un pequeño cuter que siempre cargaba encima. No sabía dónde estaba y mucho menos como había llegado ahí, pero el simple hecho de tener esa leve perdida de memoria ya era suficiente prueba para atacar.

Con cuidado se despegó la vía y se levantó, para luego diririgirse silenciosamente con el "doctor" que seguía distraído.

"Mantén la cabeza fría, los nervios no te ayudan en nada"

Con rapidez se impulsó colgandose de la espalda del moreno, este intentó bajarla, pero Claret rodeo su cuello con ambos brazos; a pesar que el sujeto se resistió, al final este calló desmayado por la falta de oxígeno.

Sacando fuerzas de donde no sabía, lo arrastró a una puerta que supuso era el baño y lo dejó ahí.

Sin más se dirigió a la puerta principal para salir de la habitación, pero grande fue su sorpresa al ver a Adam del otro lado. Un sudor frío corrió por su espalda e imagines llegaron a su cabeza seguido de voces que escuchó mientras estaba inconsciente.

Si que estaba jodida.

.................................○☆○......................................

El ojinegro permanecia en calma, con esos orbes oscuros observaba fijamente a la ojiclaro, mientras la enfermera  seguía inyectando el medicamento al pelinegro. Claret en ese instante solo buscaba algún punto inexistente en la habitación, algo para tener la excusa de seguir reuyendo de la pesada mirada de Adam.

Incómodo.

El pelinegro no se había portado mal con ella, a pesar de que había noqueado a uno de sus doctores y actuado de esa forma tan abrupta. Adam solamente la mantuvo cerca.

La ojiclaro suponía que debía estar medicada porque ya para ese punto estaría en pleno ataque por los nerviosa que la ponía la pesada mirada; tal vez seguía bajo efecto del sedante. La castaña intentaba recordar lo que había pasado antes de desmayarse, pero le era difícil, solo tenía en su mente leves flashes de ese momento y la sensibilidad en la parte posterior de su cabeza.

Suponia que había pasado por un ataque, eso explicaría porque había despertado con ese doctor.  No le alarmada lo del ataque, había pasado por peores, sin ningún testigo presente que la auxiliara y lo único que hacía al día siguiente era darse un baño, tomar algo para el dolor, e ir a clases.

Su atención se desvío a la enfermera, ella parecía estar terminando su trabajo, puesto que estaba recogiendo sus utensilios ya. Adam por el contrario lucía algo adormecido; parecia débil incluso, con ese uniforme oscuro de dos piezas.

—Listo por hoy— agregó la enfermera—El Doctor Mahala dice que este nuevo tratamiento postergara los efectos de su enfermedad. Eso le dará mas tiempo para seguir indagando sobre ella y hallar una cura.

—Eso espero—amenazó el pelinegro.

—Confíe en el Doctor Mahala, él tiene mucha fé en este nuevo prototipo.

Odio Rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora