Error, culpa y karma.

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7 años atras /Convento Santa Feight

Un suspiro de fastidio resonó en la habitación. El joven pelinegro no sabía como más ignorar las peticiones de su acompañante. Claret era persistentes cuando de algo que quería se trataba y él era irritable cuando ella se comportaba así.

Asique el chiquillo siguió estirando la cama, esa era la cuarta que acomodaba de la casi docena que habían en el cuarto. Sus labor del día era sumamente fácil, a diferencia de otras veces. La chiquilla quitaba el polvo y él extendía las sábanas.

El niño le dio un sacudón a la cobija que tenía en las manos, para sacarle el sucio. Doblo y coloco en su sitio y cuando fue a la siguiente vio que su amiga había soltado la vieja escoba y se había acostado en la cama.

Se rió de solo verla.

¿Quién diría que ese fragmento de novela que presenciaron hace un par de días, los haría llegar a esa situación?

El par de chiquillos ni siquiera debieron ver eso, lo tenían prohibido, las monjas también, pero muchas de ellas a veces obviaban ese hecho para entretenerse y olvidaban cerrar bien la puerta.

—Adam, por favor— suplicó la pequeña acercando sus maltratadas manos por el trabajo a su dulce rostro en forma de plegaria.

¿Cómo se le dice que no a esa cara?

¿Cómo se le niega algo a esa mirada?

¿Quién era él para criticarla, si ambos sentían el mismo anhelo?

—Está bien, pero sólo será un leve roce.

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Presente / Clínica Eleanor /Narrador

El pelinegro se despertó sobresaltado. Un recuerdo lo atormentaba, de nuevo.

Le dolía la espalda, quízo autoengañarse diciendose que tal vez era la incomodidad de la camilla donde pasaba su día acostado, pero la verdad era que hace mucho que lleva ese dolor ; mismo qué, no lo deja dormir de noche, y que en sus días más tranquilos rompe la falsa paz que aparentaba tener.

Dolor que sabía él, era por el peso de la culpa que venía cargando.

Desde pequeño sentía como era el responsable de muchas cosas. Su mera existencia provocó dolores de cabezas a  sus padres y eso él lo sabía.

Ya hace mucho que la culpa lo atormentaba.

Adam Smith era conocido por muchas cosas: sanguinario, mafioso y un joven famoso en el bajo mundo. Cada uno de esos términos caracterizan con facilidad a un ser despreciable, sin emociones ni escrúpulos.

Pero para sorpresa de muchos a este joven lo que le sobran son sentimientos.

Debilidad, diría el difunto padre del pelinegro.

No había día en que no le pesaran los errores que había cometido, las personas que había lastimado y el tiempo que había perdido con lo que realmente no le era importante.

Adam Smith lo que mejor sabía era sentir.

Pero eso no significaba que de la noche a la mañana iba a cambiar todo. No porque él se sintiera mal por todo los errores de su pasado, mágicamente ellos se iban a borrar. No, así no funcionaba la vida. Y gracias a eso ahora estaba dando tumbos, recibiendo los golpes que alguna vez él  mismo lanzó y  ahora regresan con el doble de fuerza.

"Tal vez todo lo que le estaba pasando era karma".

Esa idea no dejaba de darle vueltas. Desde que conoció su significado no podía dejar de pensar que por eso había llegado hasta ahí.

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2022 ⏰

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