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Un mes había pasado desde que las tutorías se convirtieron en parte de sus rutinas. Riki había mejorado muchísimo, tanto en clases como en tareas, laboratorios, trabajos evaluados y exámenes, por lo que su rendimiento en el club de basquét también había avanzado a pasos agigantados.

Sunghoon, a pesar de ser amable y prácticamente una masita, era muy estricto y exigente con él. Así que se esforzaba mucho y trabajaba duro para hacer sentir al menor satisfecho y orgulloso.

A veces, Wonyoung también les ayudaba a estudiar, especialmente inglés que era el idioma que mejor dominado tenía. Por otro lado, había notado que la chica tenía el indiscutible talento de leer libros extremadamente rápido.

En todos los recreos, leía un libro que ella denominaba como lectura ligera en cualquiera de los idiomas que conocía. Cuando se trataba de leer, ella era buena en eso. Sin embargo, tanto Sunghoon como Wonyoung coincidían en que ella era un desastre para el tipo de literatura que les enseñaban en clase: géneros, historia, generaciones, características. A ella sólo le gustaba leer cualquier cosa.

Sunghoon, por otro lado, era de buena memoria así que eso se le hacía sencillo y también adoraba leer. Ambos amigos admitieron que antes de que él se les uniera, sus almuerzos se resumían a leer un libro juntos mientras comían.

Riki lo encontró adorable.

Una semana después de iniciadas las tutorías, Sunghoon comenzó a dejarle un libro por semana para que él leyera, siempre relacionado al tema que se estaba viendo con el objetivo de que identificara en el texto lo que lo enlazaba al contenido de la clase.

La primera semana, leyó un libro de poesía Sijo*(1) y Gasa*(2), ya que en clase estaban hablando sobre la literatura de la Dinastía Joseon*(3). La semana siguiente, Sunghoon le dejó una lectura ligera de poesía antigua, ya que esa misma semana les dejarían un laboratorio de análisis de poemas.

Riki tuvo un lindo 80 y Sunghoon, claramente, un 100. Pero por algo se empezaba. El profesor de literatura estuvo feliz con el resultado y Nishimura también. De un 20 a un 80, definitivamente había un avance.

La semana anterior, habían empezado con el contenido de narraciones coreanas, así que Sunghoon le había dejado de tarea leer un libro que compilaba todas las leyendas y cuentos coreanos. Cabe mencionar que Riki se enganchó tanto que terminó por leer en dos días unas setecientas páginas (aunque habían unas solo de dibujos, pero seguía siendo un logro).

Esa semana, Sunghoon le había dejado de tarea leer una novela coreana, La Familia Itinerante, de Gong Sun-ok. Según el pequeño Park, la clase de literatura se enfrascaría esta vez en la época contemporánea, así que era buena idea leer algo referente al proceso de industrialización. Además, le servía para conocer también de historia.

Por eso mismo, ese lunes Riki llegó un poco más temprano de lo normal y se dirigió a la gran biblioteca de su Instituto. Saludó con una reverencia a la encargada y se dispuso a caminar entre los estantes repletos de libros, buscando la sección de novelas.

Al llegar, solo le hizo falta buscar en orden de alfabeto para hallar el libro. Era un libro sencillo, con un grosor medio y pasta gruesa. Sonrió mientras acariciaba el título y, verificando la hora en su reloj de muñeca, se encaminó a una de las mesas del lugar.

Colocó el libro frente a sí y de su mochila sacó también un cuaderno y un portaminas.

Con el silencio del solitario lugar rodeándolo, comenzó a leer. Al parecer eran relatos entrelazados entre sí; Riki anotaba cada palabra que no entendía en su cuaderno, mientras tarareaba una melodia que le ayudaba a concentrarse.

𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐇𝐎𝐎𝐍•| HoonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora