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...

-¿crees que regresará?- pregunté a Gordo cuando tenía catorce.
-malditas computadoras- murmuró el por lo bajo, mientras apretaba otro botón de la Nexiq del auto.-todo tiene que hacerse por computadoras-presiono otro botón y la máquina respondió con un bip furioso.- puedo descifrarlo y hacerlo yo mismo pero no, tengo que usar los códigos de diagnóstico porque todo se ha automatizado.

Tome el Nexiq de sus manos y presione en la pantalla derecha, extraje  el código y se lo devolví.

-es el conversor catalitico.
-ya lo sabía-dijo con el sueño fruncido.
-eso va a salir caro.
-lo se.
-el señor Fordham no podrá pagarlo.
-lo se.
-no vas a cobrarle todo, ¿verdad?

Porque ese era el tipo de persona que era Gordo. Se encargaba de cuidar a todos, incluso cuando  no quería que nadie lo supiera.

-No, Ox. El no regresará. Pon esto en el elevador, ¿de acuerdo?

...

Mamá se sentó en la mesa de la cocina encontré un manojo de papeles a su alrededor, se veía triste.

-¿más cosas del banco?- pregunte, nervioso.
-No- negó con la cabeza.
-¿entonces?
-Ox, es...- tomo un bolígrafo y firmo con su nombre. Se detuvo antes de terminar con la primera carta y bajo la pluma- lo haré bien por ti- completo luego de levantar la cabeza para mirarme.
-Lo se- conteste, por qué era ciertos.

Volvió a sujetar el bolígrafo y firmó, y luego otra vez y más y otra y otra.

-Y eso es todo- dijo una vez que terminó. Río y se puso de pie extendiendo su mano hacia mi, bailamos juntos una canción que ninguno podía escuchar y se retiró tras un momento.

Estaba oscuro cuando dirigí la vista hacia los papeles sobre la mesa, eran para el divorcio.

...

Volvió a usar su apellido de soltera. Callaway.
  Me pregunto si yo también quería cambiar el mío, pero le dije que no, que haría de Matheson un buen apellido.
Ella creyó que no vi sus lágrimas cuando lo dije, pero lo hice.

...

Me senté en la cafetería. Había mucho ruido, no podía concentrarme y me dolía la cabeza.
  Un chico llamado Clint pasó por mi mesa junto a sus amigos.
Yo estaba solo.

-Maldito retrasado-dijo y sus amigos rieron.

Me puse de pie y vi el temor en sus ojos. Era más grande que él.

Me di la vuelta y me marché, por que mi mamá dijo que ya no podía meterme en peleas. Clint murmuro algo a mis espaldas y sus amigos volvieron a reír.
  Me dije a mi mismo que el día que tuviera amigos, no seríamos malo como lo eran ellos.

Nadie me molestaba cuando me sentía a afuera, era casi agradable y mi sándwich sabía bien.

...

A veces caminaba por los bosques, allí las cosas eran más claras. Los árboles se mecían con la brisa y los pájaros me contaban historias. Nadie me juzgaba.

  Un día tomé una  rama y fingí que era una espada. Salte encima de un arroyo, pero era tan ancho que mis pies se mojaron. Me eché de espalda y observé el cielo a través de las copas de los árboles mientras esperaba que mis calcetines se secaran. Enterré mis pies en la tierra.
  Una libélula aterrizó en una roca cerca de mi cabeza. Era azul y verde con unas venas de añil en sus alas, sus ojos eran negros y brillantes. Voló y me pregunté cuánto tiempo viviría.

Algo se movió a mi derecha, mire en esa dirección y oí un gruñido.
Pensé en correr, pero no pude poner mis pies en movimiento, o mis manos. No quería dejar atrás mis calcetines.

-hola- dije, en cambio.

No recibí respuesta, pero sabía que había algo.

-soy Ox, todo está bien.

Un resoplido de aire, como un suspiro.

Le dije que me gustaba el bosque.

Hubo un destello negro, pero luego desapareció.
  Cuando regrese a casa, tenía hojas en mi cabello y había un automóvil aparcado en frente de la casa vacía al final del camino.

Se fue al día siguiente.

La canción de manada  /Carter Bennett Where stories live. Discover now