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...

Un día de ese invierno, salí de la escuela y me dirigí al restaurante. Eran las vacaciones de Navidad, por lo que esperaban tres semanas de nada más que el taller, y estaba feliz.
Comenzó a nevar de nuevo en cuanto abrí la puerta de Oasis. La campana sonó sobre mi cabeza, había una palmera inflable cerca de la entrada y un sol de papel maché colgaba del techo. Cuatro personas se sentaban en el mostrador tomando un café. Olía a grasa y me encantaba.

Una camarera llamada Jenny estalló el globo de su goma de mascar con un chasquido y me sonrió. Iba dos cursos por encima de mi, a veces también me sonreía en la escuela.

-ey, Ox- me saludó.
-Hola.
-¿hace frío afuera?

Me encogí de hombros.

-Tu nariz está roja-dijo.
-Oh.
-¿tienes hambre?-pregunto luego de reírse por mi respuesta.
-Si.
-Toma asiento, te traeré algo de café y le diré a tu madre que estás aquí.

Me senté en mi reservado cerca de la parte trasera del restaurante. En realidad no era mío, pero todos sabían que yo me sentaba allí.

-Maggie- llamo Jenny en dirección a la cocina-.Ox está aquí-me guiño un ojo mientras traía el plato con huevos y pan tostado del señor Marsh, quien le coqueteaba con una pequeña sonrisa pícara, aún teniendo ochenta y cuatro. Jenny río y el comió sus huevos, puso ketchup por encima lo cual me pareció extraño.

-ey- saludó mi mamá mientras ponía un café frente de mi.
-Hola.
-¿los exámenes estuvieron bien?-quiso saber mientras enredaba sus dedos en mi cabello y quitaba los copos de nieve que luego se derritieron sobre mis hombros.

-eso creo.
-¿estudiaste lo suficiente?
-tal vez. Aunque olvide quien fue Stonewall Jackson.
-Ox- suspiró.
-no pasa nada- me asegure- hice todas las demás.
-¿lo juras?
-Si.

Y me creyó porque yo no mentía.

-¿tienes hambre?
-Si, podrías traerme...- la campana volvió a soñar por encima de todos los sonidos del restaurante y un hombre ingresó. Me precio vagamente familiar, pero ni podía pensar de donde lo había visto antes. Tenía la edad de Gordo, lucía fuerte y grande y tenía una gran barba castaña clara. Se froto la cabeza rasurada con la mano, cerró los ojos y respiró profundamente. Luego dejo escapar el aire con lentitud, abrió los ojos y puedo jurar que los vi destellar, pero luego todo lo que vi era azul.

-Dame un momento, Ox- se excusó mamá. Fue hacia donde estaba el hombre y yo hice lo mejor que pude para mirar en otra dirección.

Era un extraño. Si, pero había algo más,pensé en ello mientras daba un sorbo a mi café.

Se sentó en el reservado continuo al mío y, cuando quedamos cara a cara, me sonrío brevemente. Era una sonrisa agradable, brillante y llena de dientes. Mamá le entrego el menú y dijo que regresaría. Pude ver a Jenny soñar desde la cocina para observar al hombre. Acomodó sus senos hacia arriba, se pasó los dedos por el cabello y tomó la jarra de café.

-yo me encargo-murmuro y mi madre puso los ojos en blanco.

Era encantadora, el hombre le sonrió con amabilidad. Ella toco sus manos, solo un pequeño roce de sus uñas, el hombre le ordenó una sopa. Ella río, el pidió crema y azúcar para su café. Ella le dijo que su nombre era Jenny y el que le gustaría otra servilleta. Jenny se marchó de la mesa un poco decepcionada.

La canción de manada  /Carter Bennett Where stories live. Discover now