Amor Clandestino (Hawkdeku)

Capítulo 7

El tiempo pasó rápido para Izuku y Keigo. Las estaciones cambiaron rápido y cuando menos se quisieron dar cuenta, ya había pasado un año desde que el pecoso había llegado a ese país Vicus.

La relación entre ambos se había vuelto más íntima y sólida. Aunque la mantenían en secreto por diversas razones. La diferencia de edad era una de ellas pero no la más importante. El hecho de que ambos sean hombres también era algo a tener en cuenta. Pero lo que realmente importaba era que Keigo era un militar de alto rango de el país en vi al Izuku un príncipe extranjero estudiaba, además de que al rubio se le había encargado espiar al peliverde. Para Izuku tampoco no era bueno que la relación se hiciera pública. El era un príncipe y debía mantener su dignidad intacta. En su país natal Maragdus, el castigo para la sodomía era la muerte y que un príncipe hiciera eso, era la peor ofensa que podía cometer. Aún sabiendo todo eso el corazón de Izuku había mandado por sobre la razón, dejándose llevar en Ese amor clandestino.

Durante las vacaciones Izuku había tenido más tiempo para salir junto al Keigo. El rubio no tenía más obligación que vigilar a Izuku por lo que tenía prácticamente el día libre. Esas fueron tal vez las mejores vacaciones ese Izuku ya que el rubio le había mostrado que podía relajarse un poco. Las clases estaba por empezar una vez más, pero a Izuku no le preocupaban, sabía que mientras Keigo estuviera a su lado estaría bien. Todo era perfecto pero no siempre las cosas pueden ir bien.

-¿Qué haces? - preguntó Keigo a Izuku. Se encontraban en la habitación de este último, en la residencia. Izuku arreglaba unas cosas mientas Keigo jugaba con un cubo rubik en la cama del pecoso.

-Arreglo mis cosas para mañana - terminó de planchar su uniforme y lo llevo en armador hasta el armario - mañana será la inauguración. No es obligatorio ir pero aún así debo hacerlo.

-¿Es algún deber de príncipe? - se burló Keigo. Aveces no podía creer que estaba saliendo con alguien de la realeza.

-Si, se vería mal no ir. Me tomarían por un haragan - suspiró yendo a guardar algunas cosas en su mochila.

-Deberías tomarte un descanso - Keigo se puso de pie y camino hacía le pecoso.

-Ya lo hice.

- Me refiero a dejar de ser el "príncipe perfecto" - abrazo al pecoso por la espalda.

-Ya lo hice, durante todas la vacaciones y cuando estamos a solas - Keigo le dio besitos en el cuello.

-Hablo de algo más largo - Izuku terminó lo que estaba haciendo y se giró - que seas tú mismo por más tiempo.

-¿De qué hablas? - el rubio besó las manos de Izuku.

-Escapemos, los dos - el corazón de Izuku se detuvo al pensar en la posibilidad- podemos ir a un país donde nadie nos conozca. Viviremos en una casa en el campo, alejada de todo donde nadie pueda molestarnos, donde solo seamos tú y yo, donde podamos ser felices.

Keigo se veía tan entusiasmado con la idea que Izuku por un momento casi contesta que si. Quería hacerlo, era lo que más quería en ese mundo. De oía tan perfecto que le hacían dudar. Pero no podía hacer eso, no podía hacerles ese a Toshinori y a Mirio, su única familia. Ellos tres eran los últimos de su dinastía y se habían mantenido juntos desde que Izuku tenía memoria. El debía volver a ocupar el lugar que le pertenecía en su país, ese era su deber.

-Me encantaría- unió su frente con Keigo - no habría nada que me gustaría hacer más... pero sabes que lo que a mi me gusta no importa. Tengo deberes y responsabilidades que cumplir con país y mi familia. No puedo decepcionarlo. Lo siento - se quiso apartar pero Keigo lo abrazo.

-Lo sé... sabía que dirías eso pero... quería intentarlo, te entiendo perfectamente. Yo también tengo una familia aquí y deberes que cumplir y se que los tuyos son más importantes que los míos. Aún así nunca me rendire y lucharé por lo nuestro, porque te amo - se acercó y le dio un beso en los labios.