Eɴ ᴇʟ ᴄᴏɴᴠᴇɴᴛᴏ, ᴀǫᴜɪ́

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Narra omnisciente:

La vida en el convento era rara y aburrida para la pequeña tupí. Quien ya estaba cansada de los rezos, de las prohibiciones, de los rezongos, de los modales y de la ropa. Aún que no pareciera era molesto llevar un traje que le pesaba un poco, pero bueno, era su única ropa.

—¡Brasil colonial!— ¿Qué decir? Ahora ese era su nombre, el, supuestamente, verdadero. El que le había dado el dichoso señor. —¡Voy!— grito, yendo hacia el llamado, encontrandose con María Constanza, de ya 36 años. Brasil colonial, apenas, tenía 14 años. Cómo colonia, claramente, ni siquiera estaba enterada de que hacian en su tierra.

—¿Qué paso?— preguntó, algo jadeante —Ya será hora de rezar, ¡Y tú sigues sin ponerte el "velo"! Eres una irresponsable, así nunca saldrás de este convento— le hecho en cara la monja, haciéndola asentir y ir a ponerse el traje completo.

Luego de un rato, ya era hora del rezo. Todas las monjas se arrodillaron y empezaron a recitar sus palabras hacia el señor. Mientras Brasil colonial solo rezaba también, pero sin los ojos cerrados, mirando la cruz, mirando al señor. ¿Cuándo saldría de ahí? Ella juraba que ya era cristiana, que ya tenía modales "europeos", que ya sabía cómo ser una supuesta mujer. Ya lo sabía, ¿Por qué tenía que seguir ahí entonces?, ¿Había hecho algo mal?

—Dios, te agradecemos por...— Brasil colonial recitaba, pero en realidad solo pensaba el... ¿Cómo salir de ahí? ¿Qué tenía que hacer? ¿Lavar los platos todos los días? ¿Levantarse a las 4 y media de la mañana? ¿Casarse? No entendía.

Brasil colonial esperaba, no tan pacientemente, el día de volver a sus tierras.




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Un ramo fue dado a la lusobrasileña, quien lo había agarrado solo por mera cortesía y modales básicos.

Miro al hombre que se lo había dado, viendo que este veía su cara con gran espera de su respuesta. Que no iba a llegar muy rápidamente. —Lo siento, no puedo aceptar su... Ramo, caballero. Debería buscar a una mujer que no sea fiel de esta manera al señor— intento decir amablemente, usando de excusa el ser, supuestamente, monja. Todo era una excusa solo para no decirle "Si no cazas, matas, comes gente humana y bailas, te me jodes mi hermano".

—Oh, ¿Y por qué una dama como usted, con gran belleza, es sometida a tal cosa?— pregunto el hombre, recibiendo una mirada sin brillo de la mujer —Simplemente, usted es un humano y yo soy una representación de una colonia. Me han enviado aquí para cumplir con el serle fiel al señor y al gran emperador.— metió más y más excusas, ¿Acaso el tipo no captaba que le estaba diciendo que no?

A fin de cuentas, el chico fue barrido a escobazos por María Constanza, quien ya estaba harta de tanta palabra.

La molestia era evidente en el rostro de Brasil colonial, quien se acariciaba la cien, en busca de no ahorcar a alguien. Pero todo ese estrés y enojo se fue cuando recibió la gran noticia.

Iría a sus tierras devuelta.

—————————— 𝗕 𝗥 𝗔 𝗦 𝗜 𝗟
𝗖 𝗢 𝗟 𝗢 𝗡 𝗜 𝗔 𝗟 ————————————





























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᯾𒊹︎︎︎𝗕𝗥𝗔𝗦𝗜𝗟 𝗖𝗢𝗟𝗢𝗡𝗜𝗔𝗟𒊹︎︎︎᯾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora