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– ¿Despertaste?

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– ¿Despertaste?

Ante la voz repentina abrió los ojos asustado, sí estaba despierto pero no pensó siquiera en abrir lo ojos, tampoco pensó que habría alguien con él.

Su vista se enfocó en un chico en el marco de la puerta de la habitación en la que se encontraba, y si lo pensaba bien él no conocía aquella habitación.

– No eres diferente a cuando te trajo por primera vez —Lo vió acercarse y ante lo dicho ladeó la cabeza sin comprender— Tus ojos son preciosos ¿Te lo habían dicho alguna vez?

– ¿Quién eres? —Preguntó examinando al chico, se le hacía conocido.

– Así que no me recuerdas... Es algo triste, yo fuí quien te cuidó después de todo.

Aún confundido se sentó en la cama y entonces sintió una presión en sus muñecas, miró el área descubriendo que habían unas cadenas atándolo a la cama.

Aprovechó de mirar la habitación, tanto el suelo como las paredes y el techo estaban cubiertos con tablas de madera, había un armario en una esquina de la habitación, una cama matrimonial donde él se encontraba y a su izquierda una pequeña mesita, frente a la cama una puerta y a la izquierda otra, a la derecha había una ventana con cortinas abiertas. El lugar parecía estar limpio y gracias a la ventana podía deducir que no pasaban de las 10 de la mañana.

– ¿Te gusta? Es su habitación así que probablemente no sea de tu gusto, justo ahora debe estar arreglando la tuya.

– ¿Mi habitación?

Lo vió asentir y ladeó la cabeza, él ya tenía una casa y una habitación.

El chico se sentó a su lado y se recostó de la pared aún mirándolo. Era pelirrojo, no mucho más alto que él, preciosos ojos verdes y tes blanca casi como la nieve, su voz era relajada, él emitía un aura de calma.

Pero por su situación no tenía en planes confiar en él.

– ¿Quién eres? —Preguntó de nuevo cruzando miradas con él.

– Mi nombre es Yash —Respondió mostrándole una pequeña sonrisa— seré quien te cuide.

– ¿Cuidarme de qué?

– De que no escapes, por supuesto.

Frunció el ceño y entonces recordó qué había pasado la última vez que estuvo consciente.

Frente a la tienda de conveniencia un hombre que se le hacía conocido paró frente a él, sintió inseguridad al instante y lo último que recuerda es que de alguna forma cayó inconsciente.

– ¿Quieres algo? Comida, agua... Puedo preguntarle si te puedo bajar a la sala, así puedes ver tv... O jugar con los perros.

– Quiero agua.

– De acuerdo.

Lo vió levantarse y acercarse a la puerta, entonces emitió un silbido, sin comprender le miró confundido, este no despegaba la mirada de él.

Annoying alpha || Love UnholycDonde viven las historias. Descúbrelo ahora