Paramos delante de la cabaña de Gemma. Ella y su esposo se encuentran en California, viviendo en una hermosa casa con un jardín, un perro, y dos críos α los que mal criar.
Viven el sueño que α ti y α mí nunca se nos permitiría gozar.
No suelen frecuentar nunca su segunda vivienda, y eso nos beneficia.
No has pronunciado ni una sola palabra desde que nos adentramos en lo más profundo del bosque, y, en cierto modo, te lo agradezco.
Aunque llevemos planeando esto por meses, aún tengo que hacerme una idea de lo que va α representar para mí experimentar de esa forma con un hombre por primera vez en mi vida.
Bueno.
Esta vez sí que va α contar.
Me bajo del coche y respiro con dificultad.
Me hago asco y grima α mi mismo.
Parezco una niñita asustada.
- No voy α abrirte la puerta del coche, Louis, así que espabila. — Te espeto sin darme siquiera la vuelta.
Estoy demasiado colapsado para eso.
Oigo como te bajas de él. Tus pasos apenas suenan en la graba. Eres demasiado liviano, tanto que ni siquiera alteras el mundo terrenal. Lo llevo pensando desde hace mucho; pareces pertenecer α otro mundo, α uno de más mágico y pacífico. Uno muy distinto α la tierra y al que yo no pertenezco ni merezco pisar. Pero me alegra de que nos hayamos encontrado en este.
Saco las llaves de mi bolsillo e inspiro.
Es ahora o nunca.
El cierre cede y la puerta se abre.
Y solo entonces me giro.
Ahí estás tú. Quieto. Me miras como esperando α que algo ocurra, y he de decir que yo hago lo mismo.
Carraspeo.
- ¿Quieres una invitación? — Espeto.
Pones el acelerador y me sigues, vacilando. Los dos nos encontramos en el marco de la puerta.
- ¿Qué hacemos aquí? — Preguntas, con los ojos clavados en el interior de la cabaña.
Pareces tan sumido en tus pensamientos que al fin te has olvidado de hablarme de manera tímida y cortante.
Suspiro.
- Ser libres. — Suelto, empezando α adentrarme en ella.
Oigo como haces lo mismo y sonrío ligeramente.
Una vez estás dentro, cierro la puerta, provocando que des un salto.
Lo sé, pequeño, yo también estoy nervioso, pero no voy α demostrarlo. Yo no soy como tú; no soy un homosexual con pluma con los sentimientos α flor de piel.
- Ponte cómodo. — Indico, empezando α coger troncos para la chimenea. Hace un frío de narices, y no vamos α hacer nada si se me congelan las putas pelotas.
Una vez salen chispas y la madera se prende, me vuelvo para mirarte.
Sigues en el mismo sitio que antes, quieto, expectante.
Frunzo el ceño.
- ¿Quieres dejar de hacer eso? — Ronco. —. Me estás poniendo de los putos nervios. Siéntate o algo. Me da igual.
Asientes rápidamente, sentándote en el sillón que estaba más cerca de ti. Te hundes en él, provocando un ruido sordo e incómodo.
Esa cosa es suficiente para que mi ira crezca, pero apaciguo mi enfado. No quiero ser así contigo.
Cojo todo el aire que mis pulmones pueden soportar y me acerco α ti.
Es tan real, tan presente.
Mis piernas empiezan α temblar. Tiemblan porque esto está pasando. Ha dejado de ser una idea loca en nuestras cabezas.
Una vez estoy delante de ti, me arrodillo para tenerte en mi campo de visión.
Eres tan pequeño, tan frágil.
Ni siquiera sé que quiero hacer contigo.
Mi cuerpo pide abrazarte y no soltarte nunca, α la vez que follarte y descargar toda la tensión que ha estado sintiendo todos estos meses; observándonos y compartiendo roces furtivos. Y, muy en el fondo, reclama eliminarte. Si tú nunca hubieras existido, yo no me encontraría siendo un maldito desviado. No sería uno de esos mariquitas que se mueren de sida en las calles de los Ángeles. Volvería α ser ese adolescente fuerte y normal, con el lívido sexual claro y una novia de infarto.
Te remueves en el sillón, intranquilo. Mi mirada parece alterarte.
Eso es exactamente lo que la psicóloga del instituto α la que los profesores me obligaron α asistir me dice; que tengo unos ojos muy oscuros y profundos. Que parezco esconder mucha mierda tras ellos.
Bien; toda esa mierda recae en ti, Louis. Es tu culpa. Todos y cada uno de esos pensamientos guardados bajo llave.
Escondidos.
Pero hoy van α dejar de estarlo.
Hoy vamos α pertenecernos.
- Voy α serte sincero, Louis, nunca he hecho esto. — Escupo.
Ni siquiera sé porqué lo digo, tú ya lo sabes.
Sabes que no soy cómo tú.
- ¿Qué? — Balbuceas.
Ruedo los ojos.
Aunque supongo que me toca α mí ser la voz dominante en esta situación.
- Desnúdate.
Abres los ojos como platos, levantándote de un salto.
- Mira, esto ya no es gracioso — Dices con rapidez. —. Tu juego ha sobrepasado el límite.
Sonrío. Este es el chico valiente que quería ver, no α la mojigata escurridiza que aparentabas.
Me levanto yo también.
Nuestra diferencia de altura es casi cómica.
- ¿Así es como te gusta, uhm? — Cuestiono. —. Un juego. — Saboreo las palabras anteriores.
Pareces horrorizado, y das tres pasos hacia atrás. Los cuento. Exactamente tres.
Con que un juego.
Ya lo voy entendiendo.
Si así es como te gusta; vamos α jugar.
Con Kendall nunca antes me había atrevido α llevarlo tan lejos, pero un juego de rol suena bien.
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About us | LS | ©
FanfictionUna historia corta sobre nosotros. "Puede que en esta no, pero estamos destinados a amarnos en todas y cada una de ellas." 【!】【!】 Contenido 𝗮𝗹𝘁𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝘀𝗲𝗻𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲, violencia y lenguaje adulto. Leedlo bajo vuestra propia responsabilidad...