Bajo mi cadáver.

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—Ya han pasado dos días, y esa estúpida del noticiero no nos dice nada diferente —murmuró Alison caminando de un lado a otro, tenía los nervios de punta. No se había podido comunicar con su vecina. Presentía lo peor.

Lejos de sentirse a salvo o calmada, la ansiedad la consumía con cada segundo que pasaba.

—Tampoco se ha notificado ningún rescate o algo similar ¿Qué mierda estarán esperando? —Tiffany estaba igual que la mayor.

—¡Me desesperan! Van a abrir un hueco en el suelo las dos —soltó exasperada Emily pero las más altas no se detuvieron, sino que siguieron caminando en la sala sin rumbo alguno.

Alison detuvo sus pasos viendo por la ventana, ya era de noche. El cielo nocturno estaba despejado y sabiendo lo que eso significaba, habló.

—¿Esas bestias son torpes de noche, verdad? —preguntó retórica mente mientras fruncía el entrecejo y cruzaba los brazos.

—¿Qué planeas? —Emily sabía perfectamente que algo estaba en su mente.

—Iré por el capitán, no puedo dejarlo.

Los movimientos de sus primas se detuvieron.

—¿Qué rayos dices? —interrogó Tiffany.

—Por algo esos estúpidos del noticiero estarán guardando tanto misterio, no puedo arriesgarme a lo que sea que digan mañana o pasado. Debo ir a buscarlo —estaba muerta de miedo, pero no era capaz de abandonarlo.

—¡¿Estás loca o qué?! ¿Vas a arriesgar tu pellejo? —Tiffany no podía dar crédito a lo que oía, ella debía estar jugando.

Alison bufó, la duda ofendía.

—Mataría por mi perro, por supuesto que iré por el —respondió con simpleza yendo a la habitación.

—Niña, no estás pensando con claridad. Es más de una hora de carretera, es una locura, además ¿Por qué movernos del sitio dónde ya publicamos que habían sobrevivientes? —se apresuró Emily a seguirla.

—Soy consciente y precisamente por eso ustedes se quedarán aquí. No irán conmigo.

—¡¿Que?! ¿Acaso te estorba la vida? ¿Planeas irte sola? ¡De ninguna manera!

La tensión y los nervios de cada una se podían tantear en el aire, pero no era algo que Alison estuviese diciendo a la ligera, lo había estado planeando desde hace rato.

—No puedo dejarlo ¿Esta bien? No lo entenderían, es mi perro ¿Quién irá por el si no yo? —no podía siquiera imaginarse a su única compañía en casa los últimos años siendo abandonado de esa forma por ella. Por su dueña.

—¡Tiene siete vidas, va a estar bien! — soltó Emily haciendo que ambas chicas voltearan a verla con el ceño fruncido —. ¡Ah, no! Esos son los gatos, olvídalo —se retracto.

Alison bufó y empezó a buscar sus zapatos.

—Ni siquiera sabes cómo está Kansas en su totalidad o la vía para llegar —Tiffany ya comenzaba a marearse por los nervios que sentía.

Tenían razón, pero no les haría caso. Solo alguien con mascota podría entender lo que sentía. Su perro era su mundo, no podía dejarlo atrás. Ellas siguieron debatiendo, la menor se mantuvo en silencio un momento analizando la situación y después las interrumpió hablando con firmeza.

—Iremos contigo.

—¡No! —negó rotundamente mirándola —No pienso arrastrarlas conmigo, se quedan aquí. Es una locura, tu misma lo dijiste.

—¿Y desde cuándo nosotras somos normales? Iremos contigo.

—No —Alison gruñó y quiso ir a la sala.

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