Cuentos para dormir. Con un toque a menta y venganza

Arañas

Se había despertado después de haber tenido una pesadilla y se dió cuenta de que sus amigos no estaban con ella.

Camino por un claro del bosque hasta que llegó a una cueva bastante amplia.

Vió telarañas pero no les tomo importancia.

Cuanto más se adentraba más telarañas.

Pensó en dar la vuelta al fin y al cabo le tenía una fobia horrible a las arañas.

Recordó su pesadilla.

Sin embargo su curiosidad fue mayor y siguió adentrándose en la cueva.

Se paró en seco cuando vió un cuerpo humano ya deteriorado cubierto de telarañas, también había huevos de arañas pero parecían abiertos.

Esta vez si se dispuso a dar la vuelta.

Se giró pero algo la paralizó.

Había un montón de arañas, cientos ¡Miles!

Y se acercaban a ella.

Subieron por sus piernas.

Por el pánico y el terror no se podía mover.

Intento gritar por ayuda, sin embargo su voz no era muy fuerte y estaba muy profundo en aquella cueva.

Con su boca abierta las arañas ingresaron a su cavidad bucal.

Arañas por sus brazos, sus piernas, su abdomen y su cara, había arañas por su cuerpo.

Pronto sintió como las arañas la envolvían en su tela.

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No había muerto, seguía viva.

Las arañas habían puesto huevos dentro de su boca y en su pelo.

Rogaba por morir aquí y ahora.

Quería saber si sus amigos seguían vivos o habían muerto.

Quería hablar con sus padres y pedirles perdón por ser tan tonta.

Quería poder levantarse y huir de allí.

Quería confesarle su amor a Jack.

Quería hacer muchas cosas que no iba a lograr.

Todo por las dichosas arañas.

Algo se movió dentro de su boca y se puso pálida, más de lo que estaba por la deshidratación, falta de comida y sol.

Los huevos se habían abierto y un montón de arañas se movían dentro de su boca, por su cara y su pelo.

Solo quería morir ya, sentía terror y quería que se acabara ya.

Sintió sus ojos cerrase viendo como las arañas bajaban de sus telarañas y se acercaban a ella.

Su presa, su comida, su cena.

Se la iban a comer.