La Pesadilla de Severus
Harry estrujaba entre sus dedos la sábana bajo de él y sus labios casi habían perdido el color ante la fuerza con que los mordía, de puro milagro no los había hecho sangrar. Dolía, pero era exquisito, un verdadero deleite ir sintiendo como su cuerpo llegaba a quedar en tan estrecho contacto con Severus. Adoraba cuando el mago se detenía para darle tiempo de relajarse, pero siempre procurando haber quedado en tan perfecta situación que, a cada movimiento respiratorio, sentía como su querida próstata era acariciada placenteramente.
Pero no era el único lugar. La piel de su cuello era la afortunada en recibir los eróticos besos de Severus, y su miembro los sutiles apretujones de los largos dedos pálidos que sabían proporcionar enloquecedoras estimulaciones.
Al cabo de unos pocos minutos, por fin se olvidó de la sábana, y sus manos buscaron el cuerpo que estaba encima suyo, le recorrió la espalda descendiendo hasta la piel suave de unas nalgas duras que rodeó con ambas piernas, invitando de esa manera a dar el siguiente paso.
Severus comprendió, y aunque con un poco de dificultad al principio, luego pudo ir tomando velocidad al desplazarse más fácilmente. Jadeaba disfrutando de sentir su miembro apretado como nunca, acariciado febrilmente masajeándole con el ritmo que ambos imponían. Los gemidos de Harry concordaban con la respiración de su amante, y movía sus caderas ayudando a la estimulación.
El ojiverde se arqueó justo en el momento en que el orgasmo le venía como una cascada de calor, aún podía sentir en su interior el miembro de Severus como hierro ardiente golpeándole de una manera desquiciante. Le gustaba eso, después de eyacular y aún con el corazón a mil, ir sintiendo aún caricias en su interior hasta que llegaba el momento de escuchar el gemido de Severus, sus músculos contrayéndose y dejando salir chorros de semen.
Luego de salir de Harry, Severus le aseó, le dio un beso cariñoso en los labios y se sentó al borde de la cama buscando su ropa.
— ¿Qué haces? —preguntó Harry arrodillándose tras de él, rodeando con sus manos la cintura de su pareja.
— Pues intentando vestirme. —dijo como si fuera lo más obvio.
— ¿Y para qué?
— No pretenderás que me vaya desnudo ¿verdad?
— No, cientos de estudiantes te verían y querrían robarme a mi pareja. —bromeó besando la nuca de Severus—. Pero no quiero que te vayas, duerme conmigo aquí.
— Harry, eso no es posible.
— ¡Claro que sí! —afirmó soltando a Severus para hacerlo girar y mirarse a los ojos—. No me gusta que siempre "después de..." todo se termina tan brusco, nos despedimos y cada quien a su vida.
— Exageras, a veces te quedas en mi cama.
— Cuando nos vence el sueño, y eso es sólo un pretexto. ¡Quiero que te quedes aquí!
— ¿Otra vez vas a empezar?
— No me digas que es otro berrinche, porque no creo que tenga nada de malo pedirte que te quedes tan sólo una noche... ¿o cuánto más quieres que te ruegue?
— De acuerdo... hoy tú ganas.
La sonrisa de Harry fue brillante, y de un jalón volvió a atraer a Severus hacia su cama. Con su varita corrió los doseles de su cama para quedarse encerrado con él.
— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Severus cuando Harry se recostó en su pecho.
— Pues no sé, lo que quieras.
— Mejor hubiéramos bajado a mi habitación. Ahí por lo menos podríamos continuar con tu entrenamiento, hemos dejado pasar varias noches sin avanzar.
— Pero hoy no tengo ganas.
— El Señor Oscuro no esperará a que tengas ganas de pelear, Potter. —le reprendió suavemente.
— Tan sólo espero que no se le ocurra aparecer en un momento como éste. —ronroneó escondiendo su rostro en el cuello de su pareja para besarlo.
— ¿Sabes algo?... creo que yo igual.
Harry sonrió al sentir como Severus se estremecía mientras le acariciaba la espalda. En ese momento se sentía tan compenetrado, como si todo el mundo dejara de importar y sólo estuvieran ellos dos con un futuro muy prometedor por delante, no pudo contener un suspiro que vino acompañado por un par de palabras que no tenía planeado pronunciar.
— ¡Te adoro!
Apenas las dijo y se dio cuenta de lo que había hecho. Con algo de miedo buscó el rostro de Severus esperando ver su reacción. Le animó verlo sonreír, aunque arqueaba una ceja sorprendido por lo que recién había escuchado.
— ¿Se oyó tan cursi como creo? —preguntó Harry sonriéndole también.
— Me parece que sí... pero puedo tolerarlo.
Tomándolo con humor, ambos empezaron a reír burlándose de la situación. Severus supo que no se arrepentiría de haberse quedado.
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Pare su berrinche, Señor Potter
FanfictionHarry Potter quiere algo... Y cuando Harry Potter realmente quiere algo, no importa nada más, obtendrá lo que desea de una o de otra manera. Su mayor inconveniente, es que aquella persona que se lo puede cumplir es el único que le daría batalla en c...