Al rescate del amor

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Al rescate del amor



Harry no podía dejar de reír, incluso algunas lágrimas escapaban de sus ojos ante el esfuerzo que hacía, ya le dolían los músculos del estómago y por más que intentaba, no lograba controlar la risa. La actitud seria y ofendida de Severus no ayudaba mucho, al contrario, nomás de verlo así volvía a reír casi sofocándose por falta de aire.


— Me avisas cuando te pase tu ataque de histeria. —farfulló Snape yendo a sentarse cruzado de brazos en un sillón frente a Harry—. ¡Te juro que será la última ocasión que te cuento algo y que me preocupo por ti!

— No es ataque de histeria. —respondió dificultosamente—. Pero, es que... ¡es divertido verte angustiado por un sueño!

— Mira quien habla, aquel que casi se infarta cada vez que no puede cerrar su mente al Lord.

— No es lo mismo. —replica ahora él ofendido.

— Bien, ahora que has dejado ese comportamiento simplón, creo que es hora de hablar con seriedad.


Harry tomó aire y abandonando su lugar fue a acuclillarse frente a Severus, encerrando sus manos entre las suyas.


— Fue sólo una pesadilla. —aseguró sonriéndole—. No temas por mí.

— A partir de hoy doblaremos el tiempo que ocupamos en entrenarte. —respondió sin hacer caso de sus palabras—. Y pues te has salido con la tuya, agregaremos Legeremancia, además de intensificar la oclumancia... también creo que sería buena idea darte unas clases extra de pociones, para que por lo menos sepas identificar aquellas que pueden matarte, así como de antídotos y artilugios de magia oscura con los que podrían atacarte, además...

— ¡Alto!... ¿y a qué hora vamos a tener sexo?

— Nada de sexo hasta que el Señor Oscuro haya sido exterminado.


Aquello impactó más a Harry que cualquier pesadilla premonitoria de muerte, cayó de nalgas soltándose de Severus, mirándole como un cachorrito reprendido.


— ¿Porqué me castigas así?

— No es castigo, es sólo que no podemos perder tiempo en nada, ahora todos los minutos son valiosos, incluso éstos que ahora ocupamos en hablar.


Harry se puso de pie y frunciendo el ceño se dirigió a la salida.


— ¿A dónde vas?

— ¡A matar a Voldemort! —gritó furioso—. ¡A mí nadie me va a dejar sin sexo por una tonta pesadilla!


Severus se apresuró a alcanzarlo impidiéndole salir, aunque tuvo que sujetarlo fuertemente por la cintura levantándole del suelo porque Harry insistía en retomar su camino.


— ¡Suéltame, Snape!

— Primero promete que te quedarás quieto.

— ¡Sí, pero antes déjame ir a terminar con ese arruinador de polvos! ¡Claro, como él no tiene más sexualidad que soñar con Nagini, pues no le importa estropear mi vida, y justo cuando por fin tengo pareja!


Severus hizo un gesto de náuseas tan sólo de imaginarse al Lord con Nagini, pero enseguida se deshizo de esa imagen mental para poder tranquilizar a Harry, hasta que al final, terminó riendo con la situación.


— ¿De qué te ríes? —cuestionó Harry cediendo un poco.

— Es que jamás pensé que encontraría algo que realmente te motivara... ¡eres increíblemente sorprendente!


Harry terminó de tranquilizarse y sonrió algo apenado por su reacción. Severus aprovechó el momento para llevarlo de regreso a ocupar un asiento y continuar hablando.


— Nos desviamos mucho del tema, Harry, lo que quiero que quede claro es que tienes que prepararte bien para no permitir que el Señor Oscuro se salga con la suya.

— No lo va a hacer. —aseguró con firmeza—. Te prometo que saldremos vivos de ésta para tener toda una vida por delante y te juro que no saldremos de cama por lo menos en un año.

— Un año encerrado contigo reduce mi promedio de vida a menos tiempo que si me enfrentara directamente con el Lord.

— No me provocas gracia, Severus. —advirtió conteniendo una sonrisa ante un beso colocado en su mandíbula—. Pero bueno, si realmente lo que tuviste no fue una pesadilla, ¿crees que Voldemort tenga que ver con que hayas visto eso?

— No lo sé... Él no sabe que estamos juntos, si así fuera ahora no estaría vivo. Además, aunque lo supiera, no había manera de que entrara en mi mente, si no ha podido hacerlo en todos éstos años, no veo el motivo por el cual ahora lo consiga.

— Tal vez lo que me contaste que te dijo Dumbledore sea cierto. —comentó bajando la mirada—. Tal vez te has desconcentrado por mi culpa.

— Albus jamás dijo eso, eres un experto en distorsionar lo que escuchas.

— El caso es que es probable que yo sea la causa, soy lo único diferente que hay en tu vida.

— No pienses de ese modo. Después de todo, no hay nada seguro, quizá simplemente no hice bien mis ejercicios anoche y algo me hizo tener una pesadilla cualquiera... tal vez no signifique nada.

— Voldemort puede hacer conmigo lo que se le pegue la gana, pero si algo te hace, te juro que mi mano no temblará cuando acabe con él.


Harry abrazó a Severus posesivamente, no había encontrado a alguien a quien querer como a él, como para permitir que un traumado psicópata le pusiera un dedo encima. Severus notó la angustia de su pareja y queriendo hacerlo olvidarle el mal momento, le tomó de la mano para llevarlo al centro del despacho... No podían perder más tiempo, el entrenamiento debía continuar.

Pare su berrinche, Señor PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora