¿Y qué importa lo que digan?

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¿Y qué importa lo que digan?


La mente de Dumbledore trabajaba a marchas forzadas, debía adivinar quién era el verdadero Severus para protegerle y así Harry pudiera acabar con Voldemort, pero no había nada que diferenciara a uno de otro.


— Adivina, adivinador... —jugó Voldemort haciendo que los cuerpos se revolvieran por un rato hasta quedar otra vez colocados en hilera—... ¿quieres intentarlo, Potter? Si tiras, sabrás quien es.... Ah, pero es una lástima porque entonces Snape estará muerto por tus propias manos.


Harry recorrió con su varita a cada Severus. Dumbledore hacía lo mismo, ambos con la ansiedad de encontrar algo que dijera cuál era quien buscaban.


— ¿Alguna idea de quien pueda ser, Harry? —susurró el anciano.

— No... se ven igual. —dijo preocupado.

— Cuando sepamos quien es, usaré un hechizo que conozco, impedirá que se proyecte hacia Tom, pero no puedo usarlo con todos, debemos estar seguros de quién es Severus.


Harry asintió, miraba insistentemente cada Severus, sin poder creer que no podía adivinar quien era el verdadero ¡Se suponía que eran pareja! Voldemort disfrutaba de su tormento y rió satisfecho. Luego dirigió su varita hacia delante, y con un Imperius lanzado al aire, hizo que el rayo se partiera cayendo sobre todos los Severus.


Los diez Severus rieron también, burlándose de la congoja de su amante y de su mejor amigo, y siguiendo una orden de Voldemort, sonrieron burlones.


— Siempre has sido un inepto, Potter. —dijo uno de ellos, Harry apuntó hacia Voldemort pero no disparó, tan sólo escuchaba y mantenía la mirada fija en el Severus que hablaba—. Nunca podrás dar con el verdadero, eres igual de imbécil que tu padre.

— Y además eres orgulloso. —siguió otro, Dumbledore le apuntó ahora a él, pero el ojiverde movió negativamente la cabeza para que aún no hiciera nada—. Ni siquiera por el amor que has dicho tenerme eres capaz de suplicar... Deberías hacerlo, o tu conciencia jamás te dejará tranquilo.

— ¿Acaso no me dijiste que harías todo por mí? —continuó el más cercano a Voldemort—. Ya veo que no es cierto, debí saber que mentías.

— Siempre mientes. —dijo el cuarto Severus, y Harry ya sentía las lágrimas atoradas en sus ojos, no podía saber quién era Severus, Dumbledore lucía igual de confundido que él—. Eres un mentiroso, caprichoso, y ahora lloras.

— Lágrimas falsas. —se burló el quinto, Harry se secó las lágrimas. Dumbledore le apretó un hombro sin dejar de apuntarle a su nuevo interlocutor—. Pare su berrinche, señor Potter, sabe que no me conmueven.

— ¡Es él! —gritó Harry de repente.


Dumbledore no se detuvo a preguntar nada, y junto con Harry invocaron sus respectivos hechizos. Un Severus volvió a quedar desmayado dentro de una burbuja roja mientras que los demás eran atraídos por el Avada de Harry, sin embargo, fueron traspasados y el rayo verde pegó directamente en Voldemort, pero rebotó y fue a perderse en el cielo. Harry comprendió entonces que debía haberse formulado un hechizo protector lo suficientemente fuerte para darse más tiempo en caso de que algo así ocurriese.


Pero él estaba enojado, realmente enojado, y Voldemort no lo conocía aun así. Sujetó su varita con sus dos manos, y gritó "Crucio" tan intensamente que la barrera de su enemigo se rompió en múltiples pedazos para enseguida su cuerpo retorcerse con el dolor más intenso. Harry no paró, y aunque algunos mortífagos estaban a punto de contraatacar, lo único que hizo fue mantenerse en su lugar hasta que Voldemort finalmente se defendió lanzándole por los aires.


Harry cayó de espaldas, oyó que tras de él corrían para defenderlo, pero su atención estaba ahora en su propia batalla. La furia no se le iba, y mucho menos cuando vio cómo Voldemort intentaba volver a apoderarse de Severus, no iba a permitirlo. Invocó al Avada Kedavra que jamás hubiera querido pronunciar, y aunque su contrincante intentó desviarlo, le fue imposible y en esta ocasión, sí cayó de llano sobre su corazón.


Una exclamación de sorpresa e incredulidad se dejó escuchar entre las filas de mortífagos quienes se miraban unos a otros sin entender lo que pasaba, su Amo había quedado tendido en piso... muerto.


Harry corrió hacia Severus mientras Dumbledore deshacía la burbuja. Fue en un segundo que todo aquello se volvió un caos, los alumnos e integrantes de la Orden se abalanzaron contra los mortífagos desatando la batalla. El ojiverde no hacía caso de eso, abrazaba el cuerpo de Severus contra su pecho, asustado de no sentirle las pulsaciones.


— ¡Llévalo a la enfermería! —le indicó Dumbledore pasando a su lado para ir a apresar mortífagos.


Harry asintió, y hechizando el cuerpo para hacerlo más liviano le sostuvo en sus brazos corriendo colina arriba. Escuchaba que alguien se ofrecía a ayudarlo pero no se detuvo, cada segundo era vital.


Pomfrey ya estaba lista, tenía dispuesta la enfermería para las emergencias que surgieran, y por supuesto sabía que Severus sería el primero en requerir de sus servicios, así que en cuanto Harry le colocó sobre la cama, se apresuró a deshacer cualquier rastro de maleficio que aún llevara consigo, de esa forma consiguió que el Profesor gimiera despertando.


— ¿Severus, me escuchas? —preguntó Harry inclinándose del otro lado de la cama para no estorbar las labores de la enfermera.

— Demasiado.


Harry sonrió dejando escapar unas lágrimas, ahora de alegría al verlo con ánimo de bromear, suavemente le besó en los labios acariciando su cabello.


— ¡Severus, perdóname! —suplicó abrazándole lloroso— Todo es mi culpa.

— No... y te prohíbo que... lo sientas siquiera.


El chico se apartó un poco, buscó sus ojos y vio en la mirada de quien amaba que realmente no lo culpaba. Nunca pensó que podía llegar a quererlo más, pero comprendió que se equivocaba, volvió a besarlo, y aunque Severus le correspondió unos segundos, terminó por apartarlo débilmente


— Debes... ir a ayudar. —jadeó con dificultad.

— ¡No quiero! ¡No me separaré de tu lado hasta que estés bien!

— ¿Nunca dejarás de ser tan berrinchudo?... Ve a ayudar, Potter.

— Sólo si me prometes que cuando regrese me darás un beso.

— ¿Pero qué error estoy pagando contigo?... de acuerdo... te daré un beso por cada mortífago que captures... pero por favor... no te arriesgues de más.


Harry sonrió, y luego de volver a besarlo y de amenazar a Pomfrey para que Severus estuviera cómodo, salió corriendo a reunirse con sus aliados.


— Discúlpalo, Poppy... es medio atolondrado. —dijo el mago al ver la mirada estupefacta de la enfermera.

— Eso lo sé desde el primer día que pisó Hogwarts, lo que nunca me imaginé es que usted le llegara a hablar con cariño


Severus esbozó una tenue sonrisa antes de girar su rostro a la ventana, podía escuchar los ruidos de la batalla. Cerró los ojos esperando que Harry regresara con él muy pronto.

Pare su berrinche, Señor PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora