III

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Rebeldía, diecisiete.

Fiel y rebelde al mismo tiempo, era usado por su ex, y traicionado por su rey. ¿Tomará venganza contra ellos? Con ayuda de el tal vez.

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Su vida de por si siempre ha sido un infierno, y en estos tres años lo fue aún más.

Muto Yasuhiro

Este es el hombre que lo uso como si de un juguete sexual se tratase por todo el tiempo que llevaron juntos, más no el que más lo lastimo. El hombre que lo daño físicamente.

En cada esquina de su delgado cuerpo habitaban docenas de marcas, algunas viejas que eran tercas para irse y otras más recientes que comenzaban a acomodarse. Algunas de las viejas variaban entre mordidas y chupones, entre las más recientes, habían cortadas con poca profundidad, que dejaron marcas.

Muto Yasuhiro era un sádico de mierda. Mientras adornaba su cuerpo con aún más heridas; proporcionando golpes cada dos segundos, clavando navajas para distraerse y quemando cigarros en sus brazos, sin mencionar que literalmente le abrió su cicatriz izquierda solo para ver cómo reaccionaría en aquel momento.

Lastimar el cuerpo de Haruchiyo se había vuelto su pasatiempo preferido.

Y Sanzu intentaba no gritar, no mostrar reacción alguna, porque sabía que al muy maldito le deleitaba escuchar sus gritos de dolor.

Muto Yasuhiro era una mierda de sádico, y convirtió a Sanzu en un retorcido masoquista.

Yasuhiro podía golpear sin piedad su cuerpo, escupirle, humillar e intentar llevarse su orgullo y dignidad, dejar marcas, heridas en su cuerpo que solo lo hacían sentir feo. Ya llevaban dos años con esos juegos tan retorcidos por su parte, y desgraciadamente, a Haruchiyo comenzaba a gustarle.

Puede que Haruchiyo ya se hubiese vuelto loco, pero la realidad era que no le importaba en lo más mínimo.

Las heridas tarde o temprano se desvanecen, la saliva no estaría con el para siempre, una humillación no seria suficiente para romperlo, y sinceramente, siempre se ha sentido horrible.

¿Por qué unos comentarios de una mierda de persona lo harían sentir peor de lo que ya ha hecho sentirse a sí mismo todos estos años?

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En el suelo reposaba atado de manos y con piernas abiertas, un chico de antes brillantes ojos cubiertos ahora por un oscuro antifaz. Su interior siendo poseedor de de dos juguetes sexuales, dos vibradores para ser exactos.

El suelo helado contrastaba con su alta temperatura corporal, siendo tan caliente como el mismo sol.

Sus mejillas poseían un tono rojizo, causa del notable sonrojo que llevaba, saliva escurría por sus labios entreabiertos e iba deslizándose por todo su cuerpo. Se removía, haciendo el amago de querer alcanzar algo, ¿sería la llave de las esposas aquello que deseaba con fervor alcanzar para así salvarse de aquel sufrimiento?

En definitiva, no.

Aquello que deseaba tomar entre sus manos era su palpitante miembro duro, llevaba una gran erección causa del estímulo que le proporcionaban los vibradores.

Sus muñecas se encontraban magulladas debido a los movimientos forzados que hacía para intentar sacar las esposas del tuvo de metal en dónde se encontraban, solo tenía que pasarlas por encima de este y estarían fuera. Pero el condenado tuvo media medio metro y el de encontraba sentado con las piernas hechas gelatina como para levantarse de ahí.

Cinco yo [Haruchiyo Akashi/Sanzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora