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La última vez que vio a Jin, iban tan solo en segundo de primaria, ninguno sabía los colores, y tampoco eran buenos para las matemáticas, el mal tercio siempre fue YoonGi, y había una niña que les molestaba cada que podía en secreto

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La última vez que vio a Jin, iban tan solo en segundo de primaria, ninguno sabía los colores, y tampoco eran buenos para las matemáticas, el mal tercio siempre fue YoonGi, y había una niña que les molestaba cada que podía en secreto. Cuando Jin se fue, las cosas cambiaron.

YoonGi fue el primero en despertar interés LGBT por influencia de su padre, por obvias razones no estaba mal, pero al pequeño Min le hacía falta madurar un poco más. Actualmente tiene novia y no se le cruza la idea por la cabeza de relacionarse de forma amorosa con un hombre.

Esa niña que siempre les molestaba dejó de hacerlo cuando Jin se mudó, y resultó ser que en realidad a ella le gustaba NamJoon, y tenía celos del pequeño y tierno SeokJin.

Su última charla, un 28 de agosto, le dijo que cuando se volvieran a ver harían cosas de niños grandes. Y le dio un adelanto que no ha podido olvidar, aunque con el pasar de los años ese recuerdo no sea tan nítido como cuando tenía seis o siete años.

Quizá, Jin fue su primer amor, y el cómo un niño ingenuo nunca lo entendió.

Era inocente, una pequeña nube que veía solo las cosas bonitas que la vida tenía para regalarle, no había tormentas, ni rayos, granizo, nada, solo era una nube feliz a lado de su solecito SeokJin, el cual le llenaba de luz, y nunca comprendió el significado de esa luz.

Está sentado bajo un árbol, son 5:20 de la tarde, aún faltan diez minutos para que al fin pueda salir y la profesora de su última clase nunca se presentó por asuntos familiares, así que tiene esa hora libre. O más bien tenía.

En sus piernas, flexionadas levemente sirviendo como apoyo, hay una cuadernillo que saca a diario y tiene más magulladuras que sus propias rodillas por culpa de su torpeza. En la hoja, de lado izquierdo hay una pequeña casa de dos pisos, una ventana con su respecto barandal y una luz afuera, a un lado una tienda de libros mucho más grande, dos pisos también, la fachada tiene un patrón de cuadros, las ventanas del segundo piso son delgadas, está la ventanilla donde puedes ver los libros y un cartel en el que escribió su nombre más como un garabato como si fuese algún tipo de escritura elegante. Está de más decir que se olvidó de la puerta. Encima de ambos lugares hay un enorme árbol que dibujó a base de rayones con pereza, círculos irregulares y una línea gruesa muy marcada que hizo por error y ahora está tratando de arreglar. Y por puro gusto agregó una maceta, porque las plantas nunca parecen ser un estorbo en sus dibujos.

Sus maestros le han preguntado si no quiere estudiar arquitectura por el tipo de dibujo que maneja, pero si es sincero ni él mismo sabe qué es lo que quiere estudiar. Por ejemplo, YoonGi quiere ser productor musical, o aunque sea enseñar a tocar el piano a un grupo de estudiantes pese a que su paciencia sea nula. Mientras que de su parte hasta ahora sólo se ha esforzado por terminar la preparatoria sin morir en el intento o terminar por colgarse del techo de su casa.

Se ríe por su ironía, y como si fuera una especie de instinto, siente la mirada atenta de alguien observándolo. Levanta la mirada, el patio está solo, además es la parte trasera del lugar, a esa hora nadie se aparece por ahí por el miedo y el suspenso que se puede llegar a sentir, producto de historias mal elaboradas de sus maestros donde incluyen mujeres de cabello largo y vestidos que llegan a sus tobillos.

Nomás Porque Sí //KNJ+KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora