Escuela

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Espero que les guste~

Regresar a la escuela tenía sus cosas buenas y malas.

Las buenas era que estaba empezando en una escuela nueva, así que no tuvo que responder ningún tipo de pregunta incomoda. También tenía una maestra muy amable, que siempre lo ayudaba con lo que no entendía si lo pedía amablemente. La hora de arte era su favorita, pudiendo dibujar y pintar lo que quisiera en ese momento. Luego estaba el patio, grande y espacioso, con unos cuantos juegos. Había logrado hacer unos pocos amigos, con quienes jugaba cada vez que podía ¡Incluso había conseguido un grupo de su edad para hablar de Monkie King!

Las malas eran que él era el menor en el salón y eso lo volvía el centro de las burlas a veces. Muchos de sus compañeros lo molestaban, ya sea por su fanatismo por Monkie King o por su pequeña estatura, incluso lo molestaban por su falta de mamá. Lo hacían sentir mal a veces pero se esforzaba por ignorarlos, decidido a pensar en lo que podía hacer cuando volviera a casa con su papá o lo que podría hacer con Mei cuando se encontrarán. Su acción pareció molestarlos mucho porque empezaron a empujarlo, soltando insultos con una sonrisa confiada. Dolía, era difícil negarlo, pero él era fuerte y si podía soportar vivir en la calle por un tiempo, podía soportar cualquier cosa.

Todo llegó a una especie de límite cuando uno de ellos, después de empujarlo e insultarlo, decidió burlarse de su papá. No recuerda que fue lo que dijeron, no le importo, ellos se habían metido con su papá y eso no podo permitirlo. Se levantó antes de siquiera pensarlo, lanzándose sobre su compañero de salón más alto que él, logrando que cayera al suelo y darle un par de golpes antes de que los seguidores del mayor lo sujetarán, defendiéndose como pudo mientras el otro chico lo golpeaba con fuerza.

Y así es como terminó sentado en la enfermería, con la dulce enfermera hablándole con suavidad y mostrarle una amable sonrisa mientras sujetaba un paquete de hielo bien envuelto en una toalla contra el ojo del menor, quien se apoyaba en el toque a pesar de la incomodidad. Su cuerpo le dolía y estaba seguro de que tendría grandes moretones pero el que más le dolía era el de su ojo y el corte que tenía en su labio, el cual había dejado de sangrar por suerte.

-¿Estas bien, corazón?- preguntó ella, apartando el hielo para darle un descanso al niño, sin querer irritar su piel.

-Si señora, gracias- hizo un pequeño puchero, dudando antes de preguntar. -¿Llamaron a mi papá?- temía la reacción del mayor.

-Si, estoy segura de que vendrá en unos minutos- respondió, dejando el hielo de lado para agarrar las manos ajenas, revisando sus nudillos por seguridad. Tenía pequeños cortes y el área estaba roja pero nada que no necesitará mayor tratamiento que un poco de desinfectante. MK trago en seco, algo temeroso y nervioso, mirando hacia la puerta cuando está se abrió de repente, mostrando a quien esperaba, luciendo frenético.

-¡MK!- Macaque jadeo al ver a su hijo, acercándose a grandes pasos mientras la mujer se apartaba con una sonrisa divertida, viendo como el acunaba con sumo cuidado el rostro del niño. -Oh, mi pequeña sombra...- arrullo, el moretón en el rostro ajeno apenas se empezaba a oscurecer pero al menor, no estaba hinchado, de seguro gracias al hielo. -¿Cómo está?- miro a la mujer, queriendo saber el estado de su hijo, incluso si este le seguía murmurando que estaba bien.

-Tiene unos cuantos moretones en su pecho y brazos. Desinfecte los cortes en sus nudillos, me encargue del corte de su labio y de ponerle hielo a su ojo para que no se hinche...- ella explicó, el menor haciendo una ligera mueca. -...pero por si las dudas, este atento a sus cortes. Más que nada por precaución- sonrió.

-Lo estaré- asintió, alzando al menor, quien enterró ligeramente su rostro en el hombro de su papá. -Ya hable con el director, así que...¿Puedo llevármelo?- y a pesar de que sonaba como una pregunta, estaba dispuesto a llevarlo de cualquier manera.

-Por supuesto- asintió, inclinándose ligeramente para agarrar una mochila colorida, extendiéndola. -Aquí tiene-

-Gracias- tomo la mochila y se dirigió hacia la salida, sintiendo las manos de su hijo aferrándose a su ropa mientras avanzaba por el pasillo para salir del edificio. -¿MK?- llamó al estar fuera, preocupado al no recibir una respuesta. Suspiro, empezando a caminar para ir a su casa, decidido a darle algo de tiempo a su hijo. Todo el camino fue silencioso, hasta que llegaron, el mayor cerrando la puerta tras de si y dejando la mochila a un lado, acercándose al sillón de la sala y dejándose caer allí mientras su glamour desaparecía, sosteniendo a su hijo y acariciando suavemente su espalda.

-Lo siento, papá- murmuró MK contra el hombro ajeno, sintiendo las lágrimas salir de sus ojos y al ardor de su labio partido.

-No estoy enojado contigo, pequeña sombra- aseguró sin mucho problema. Había entrado en pánico al decir verdad cuando recibió una llamada de la escuela, dejando todo de lado para ir a buscarlo sin dudar. -Aunque...tengo curiosidad de saber como empezó la pelea-

-Ellos...dijeron algo sobre ti...- se separó, acomodándose en el regazo del amor, mirándolo con un ligero puchero. -...y me enoje, así que los golpeé...pero ellos eran más grandes y me golpearon...- no jugó con sus manos, le dolían los nudillos. -...le di una patada en la entrepierna a uno...- confesó después de unos segundos, avergonzado al escucharlo bufar con diversión.

-Se lo merecía...- rio ligeramente, divertido. -...pero para el futuro, ten más cuidado. No necesitas pelear con nadie, mucho menos por mí...- acuno la mejilla del menor, quien se apoyo en el toque al instante, aliviado por la falta de enojo. Macaque se sentía conmovido, no iba a negarlo, pero prefería que su hijo estuviera sano, no golpeado. -...aunque...- agarro con su mano libre una de las manos del niño, mirando la zona roja que pronto tendría moretones y los pequeños cortes allí presentes. -...creo que voy a tener que enseñarte a lanzar golpes, pudiste romperte los dedos así- comento.

-¿Me enseñaría?- lo miro con ojos brillantes.

-Quizás- no dijo que si pero tampoco que no y eso pareció ser suficiente por el momento, el niño volviendo a abrazar a su papá, acomodándose en su hombro, relajándose mientras lo escuchaba tararear y sentía las manos de su papá acariciando su espalda nuevamente.

... ... ... ...

-Déjame ver si lo entendí bien...- Wukong se esforzó por no reírse, respirando profundo para poder continuar. -...fuiste a la casa de esos niños...¿Y los amenazaste?-

-Si, lo hice- no parecía siquiera avergonzado, se veía orgulloso y divertido, moviendo su cola con gusto.

-¡No has cambiado en nada!- el dios soltó una carcajada, divertido, sintiendo hasta lágrimas salir de sus ojos. Macaque siempre había sido protector y algo sádico, haciendo lo que fuera necesario para proteger a los suyos. Era bueno ver que eso no había cambiado con los años.

Papa MacaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora