Capitulo 6..

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Alce la vista temblorosa, reconociendo la voz. ¿Por qué justamente el debería encontrarme? No era justo, y menos estando como estaba ahora; con frio, pálida y con labios más oscuros que una mora mientras temblaba como un chihuahua.

-¿Quien esta ahí?- volvió a preguntar Alexander. Sentí sus pasos acercarse cada vez más al lugar donde estaba acurrucada junto al viejo árbol.

-S-soy yo-mi voz apenas y fue un susurro. Esperaba a que el me hubiera escuchado. Hubo un momento de silencio y yo ya estaba pensando que se dio media vuelta abandonándome aquí en el frio.

-¿Cris?- lo escuche acercarse algo más rápido que antes hasta que logre ver su oscura silueta entre los copos de nieve y el viento que se lograba apreciar como una neblina blanca. Sentí sus profundos ojos marrones mirar en mi dirección, pero no me inmute ya que no podía estando así de congelada.

Se acerco a grandes zancadas a mí para ponerse de canclillas frente a mí. Tenía puesta una bufanda gris y un gorro negro de lana. Sobre sus hombros, llevaba una chaqueta impermeable que traía desabrochada, lo que me dejaba apreciar lo abrigado que estaba con una camiseta gruesa y un polero de polar. Se bajo la bufanda y me miro escéptico.

-¿Qué haces aquí y estando así de desabrigada?

Acerco su mano para tocarme la frente, pero al hacerlo lo aparto de inmediato.

-estas congelada. Dios, cris. Puedes morir estando aquí afuera. Acompáñame- no era una sugerencia, más bien una orden. Negué temblorosa sin decir nada. El se levanto y me agarro bajo las axilas, alzándome y obligando a mi cuerpo a levantarse.

-no te dejare aquí para que mueras de frio. Te llevare a mi casa y en el camino dejare que me expliques la razón del por qué estar aquí sentada y congelándote.

No me podía mover, y eso lo note cuando intento hacer que caminara. Los músculos de mis piernas no reaccionaban y dolían de una forma desagradable. Negué, mientras que, con miedo, me aferraba al cuerpo de Alexander para evitar caerme.

-N...no m...me p....pue...puedo mov.....ver- mi voz salía entrecortada por la fuerza que hacían mis pulmones al intentar inhalar aire caliente. Eran los primeros síntomas de que estaba comenzando a sufrir hipotermia.

Alexander me miro y, sin escuerzo alguno me levanto y me apretó contra su cuerpo cálido, esperando que así intentara tomar calor mi cuerpo. Camino hasta llegar a su auto, que era donde se dirigía inicialmente y me subió al asiento del copiloto, cerrando la puerta.

Luego subió el tras el volante y comenzó a manejar entre los caminos nevados.
Encendió la calefacción del auto y sentí como el aire caliente comenzaba a chocar contra mi rostro. En ese momento tenía los ojos cerrados, intentando inhalar el cálido aire que estaba dentro del coche.

Luego de unos min. Abrí mis ojos y vi como en ese momento Alexander dirigía su mirada hacia la mía y suspiraba. Se quito la bufanda y con cuidado, la enrollo alrededor de mi cuello, sin siquiera desviar la mirada del camino.

La bufanda tenía su aroma masculino y estaba tibia por dentro. La lana era suave y producía en mí un leve cosquilleo con cada movimiento.

Tal vez el no fuera tan malo después de todo, pero aun así, sacando aquella conclusión, no logre agarrar confianza.

-¿y bien?....- pregunto, sacándome de mis pensamientos

-¿Qué?
-Explícame el porqué Cris.

Pensé en la forma de cómo explicarle."Mi padre en vez de pegarme me tiro fuera de mi casa para que muriera de frio"

No, no era convincente decirle de esa forma. Intente en crear una mentira creíble.

-salí a caminar y comenzó a nevar pero en ese momento no me preocupe mucho. Luego de que la tormenta comenzara más fuerte, me di cuenta que no lograba ver nada o distinguir los caminos. Entonces me senté bajo el árbol y espere a que la tormenta terminara..... Pero como puedes ver la suerte no está de mi lado- intente que sonara lo más convincente posible y que no sospechara de que era una mentira.

Vi su expresión, y por primera vez me fije en como era su rostro. Tenía una nariz entre recta y respingada de un tamaño que se veía bien en su rostro. Sus labios eran de un color rosado pálido, pero no sabían si eran así o por el frió. Sus labios eran gruesos y carnosos.

Tenía una ligera barba de un día cubriendo la parte inferior de su rostro. Sus mejillas eran lisas, sus pómulos levantados lo que le daba una forma extravagante a su rostro. Su mentón estaba partido ligeramente por la mitad. Sus ojos eran largos y finos, que estaban rodeados por unas largas pestañas. Sobre ellos, unas espesas cejas del mismo color.

Sus ojos se salieron por un momento del camino para mirarme fijamente, antes de desviar su mirada. Me sentí intimidada, por lo que me di la vuelta para observar la ventana y acurrucarme contra el asiento de piel mientras esperaba en silencio su respuesta.

Suspiro antes de hablar:

-¿como puedes perderte?- pregunto

Me encogí de hombros mientras juntaba mis congelados parpados y esperaba a que la calefacción me calentara lo suficiente como para dejar de temblar. Aunque no sabía si estaba temblando por el frio o por el miedo y la inseguridad que tenia hacia él.

El camino fue una eternidad, por más que hubieran sido unos min. Detuvo el auto, sacando las llaves de la chapa y abrió la puerta, mientras yo abría los ojos para encontrarme al frente de una enorme construcción.

Jamás pensé que de cerca seria aun más enorme. A través de las ventanas lograba apreciar un ambiente acogedor; las luces estaban encendidas y en lo que parecía ser la sala una gran chimenea encendida.

La puerta se abrió y vi como la mano de Alexander se acercaba a la mía para agarrarla firmemente y sacarme de aquí con cariño. Me cubrió con un brazo para que el frió no me volviera a consumir y, luego de bloquear el auto, me llevo adentro a pasos rápidos, entro y sentí como el aire caliente y suave se aferraba contra mi piel descubierta. Mire. A mi alrededor boquiabierta, jamás hubiera pensado que su casa seria así de grande.


Help me please!! (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora