Capítulo 1: 🥀El Encuentro🥀

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Le habían enseñado desde su nacimiento que jamás debía salir del bosque. Todas las dríades cumplían esa ley y ella no podía ser la excepción. En el Bosque Gryde se hallaba una comunidad oculta de dríades gobernadas por la Reina Suprema; la dríade más antigua del bosque. Podían vivir siglos de siglos sin envejecer, siempre vigilando que el bosque se mantuviese lleno de vida.

Recorrió como cada mañana el bosque, saludando con alegría a sus hermanas dríades para irse a cumplir sus obligaciones. Despertó a los animales para alimentarles, utilizando su poder para curar a los árboles dañados; esos que los humanos herían para expandir su territorio. Con cautela se acercó a los límites del bosque, escondiéndose tras un árbol: un reino se encontraba fuera de Gryde, por años sus hermanas batieron una ardua guerra contra este. Los humanos dañaban sus dominios y debido a esto ocultaron el bosque en una neblina. Cualquier humano que se acercaba era herido de gravedad por sus hermanas.

(Neblina que cubría el bosque)

Aurora tenía cierta curiosidad a la vez odio por los humanos; odio porque dañaban su querido hogar y curiosidad por conocer ese imponente reino que se alzaba fuera

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Aurora tenía cierta curiosidad a la vez odio por los humanos; odio porque dañaban su querido hogar y curiosidad por conocer ese imponente reino que se alzaba fuera. Suspiró, negando con la cabeza, nunca saldría del Bosque Gryde. La ley debía cumplirse y ella se expondría al peligro si la incumpliese.

—Otra vez en las nubes Aurora. Si la Reina Suprema nos encuentra en el límite nos castigará.

Aurora se sobresaltó del susto, se giró, suspirando de alivio al ver frente a ella a su amiga Dalia. Hermosa como el amanecer, obediente a sus deberes y Reina, era tímida pero por su amiga era capaz de romper cualquier contrato o ley.


—¡No me vuelvas asustar de esa forma! Solo observaba nada más, no creo que tenga algo de malo.

Dalia negó con la cabeza sabiendo que su amiga miraba pero también soñaba con salir. Le dirigió una mirada de preocupación, recibiendo un asentimiento en respuesta. Dalia había nacido al mismo tiempo que Aurora, y esta última la consideraba mucho más su hermana que a las demás.

—Prométeme que no te expondrás al peligro Auri, eres mi preciada amiga, no me perdonaría si te pasase algo.

Aurora detalló por un instante a Dalia; admirando los cabellos finos, facciones delicadas y ojos color miel de su amiga. La abrazó en respuesta a su pedido, con la idea de que con seguridad le mentía.

—Jamás saldré Dali, lo prometo.

***

Cuando la noche se cernió sobre Gryde, Aurora ayudó a los animales a descansar cantándoles una canción con su bella voz para que durmieran. Al acabar todas sus obligaciones fue al lago de la cascada en el interior del bosque; tras esta se hallaba una espesura y cerca del límite de Gryde.

(Cascada del interior de Gryde)

Dejó caer en el pasto el vestido verde brillante de hojas y flores, tan unido a su cuerpo que marcaba sus curvas

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Dejó caer en el pasto el vestido verde brillante de hojas y flores, tan unido a su cuerpo que marcaba sus curvas. Se miró unos instantes en el agua cristalina para acto seguido sumergirse en ella. Observaba el cielo estrellado, imaginando que volaba por las estrellas, uniendo con la vista las constelaciones que conocía.

Un ruido proveniente de unos arbustos la asustó, hundiendo su cabeza en el agua como acto reflejo. Esperó unos minutos bajo el agua y cuando sintió que el aire no llegaba a sus pulmones subió a la superficie. Miró a su alrededor, buscando si por casualidad algún humano traspasó la neblina. Se relajó al no ver o escuchar nada más, solo sonidos de animales nocturnos que recién despertaban.

Escuchó de nuevo movimiento entre los arbustos y cierto temor se instaló en ella, ante la posibilidad de que hubiese alguien oculto en Gryde. Resurgió del agua, colocando el vestido de nuevo en su cuerpo.

Caminaba en total silencio atenta a el más mínimo ruido. Tras llegar al límite pudo verlo: un humano, el primero que vislumbraba en su vida. Una ramita se rompió al moverse y el humano se giró en su dirección encontrándose con su mirada.

***

Nunca se había sentido tan turbado como ahora. Le resultaría difícil olvidar ese cabello ondulado tan rojo como el vino, esos ojos azul verdoso cual gotas de rocío y lo bella que se veía bajo la luz de luna. Resultaba una lástima que aquella que prendó su corazón fuese una dríade. Edward se movió con cautela entre los arbustos, buscando a tientas y con la luz de la luna como guía la salida. El Bosque Gryde estaba cubierto de neblina, cosa que dificultaba su huida.

Entró al Bosque Gryde por curiosidad. Desde pequeño lo observó de lejos, y hoy, convencido por sus camaradas se dispuso a entrar. Lo consideró un grave error al instante: no olvidaría nunca sus gritos, el olor de la sangre y la desesperación que sintió. Apenas logró huir, sin tener idea de que los atacaba en la neblina. El destino quiso que lograba escapar, preocupado todavía por sus camaradas.

Suspiró de alivio al vislumbrar su reino, recuperando la esperanza. No sabía si agradecer a la suerte o el destino pero lograría escapar del bosque. El sonido de una ramita rota le obligó a girarse hallando a la dríade que contempló en el lago, aquella que turbaba su corazón y por alguna extraña razón lo hacía saltar de su pecho.

(Saga) Legado De Sangre I: Fuerza De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora