Carta VIII

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Tengo miedo, miedo de tener que soltarte otra vez, por ser una pesada, por insistir demasiado en hablarlo y aclararlo todo, porque necesito saber que todo va bien, que no soy una imbécil al fin y al cabo. Que si merezco tenerte a mi lado y que no ha cambiado nada, aunque en realidad haya cambiado todo, absolutamente todo, aunque fingamos que no, llevar 3 meses sin hablar no es algo normal.
Huir del otro no es la solución a los problemas de nadie y lo sabemos. Y huir de nosotros mismos tampoco. Me enteré de que te reiste de mí en ocasiones varias, y me dolió en toda el alma seguir defendiendote como una imbécil. Porque no quiero perderte, porque eres la persona por la que más voy a luchar porque me has salvado la vida, e irónicamente me has devuelto a la muerte lentamente.

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