1: Nuevo hogar

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UN AÑO DESPUÉS

ANGELIQUE

No puede ser.
Miré las notas. Y en las notas había sólo ceros, bueno, casi no pero si, había reprobado el año. Me había quedado como toda una estupida. No me lo puedo creer. Sabía que esto pasaría, saber que por estar pendiente de otras personas, como de Angelique y Colton estaría en la ruina. Era cierto que me había olvidado de mis principios y que había hecho cosas malas pero estaba mal, fue una época muy dura para mi. Ahora lo que quería era alejarme, no podía volver a la preparatoria sabiendo que todos se burlarían de mi. Salí de la preparatoria súper rápido para que nadie me viera, me monté a mi Volkswagen blanco y manejé a casa. Mientras manejaba las lágrimas salían de mis ojos y rondaba por mis mejillas, cayéndose por el cuello. Marque el número de papá, esperando que me conteste. Mi padre hacía sus viajes de trabajo a Lewiston y esos viajes duraban una semana o incluso más. Lo necesitaba en este momento y no estaba.

—¿Angelique?

—Pá, te necesito.

—¿Que pasa, cariño? Te escuchas mal.

—Ya no puedo estar más tiempo aquí. Me quiero ir, por favor llévame contigo.

—¿Por qué? ¿Y la graduación? Tu hermana...

—No habrá graduación —confesé, no tenía caso que le mintiera si sabía que se daría cuenta por medio de Monique, no quería que fuera ella quien le dijera. —Reprobé el año. No puedo estar más aquí, necesito cambiar de aires, conocer otras personas. Por favor —casi supliqué.

Mi papá se quedó un momento pensando, por un momento creí que me diría que no y que me haría volver a esa preparatoria de nuevo.

—Está bien, ven aquí. Te enviaré la dirección, pero maneja con cuidado si, este lugar a veces es muy peligroso y no sabes con qué animales te puedes topar.

Fruncí el ceño.

—¿Animales?

—Si, cariño, por eso maneja con cuidado, ¿bueno? No olvides que te quiero, no llores mas. Eres mi niña, ven aquí y pasaremos más tiempo juntos.

Sonreí, limpiándome las lágrimas mientras me estacionaba frente a casa.

—Gracias, haré mis maletas y estaré por ahí para el anochecer.

—Claro, llámame cualquier cosa. Te quiero.

—Y yo a ti.

Me sentí aliviada porque papá al fin había accedido, siempre pensé que prefería a Monique antes que a mi, a mi hermana gemela que era más buena que el pan. Todo el mundo la quería porque era más bonita a pesar de ser idéntica a mi. Salí de mi coche y entré a la casa, subí las escaleras entrando a mi habitación. Empaqué toda mi ropa en tres maletas grandes. No pensaba volver a este lugar que me había hecho tanto daño. Bajé las maletas una por una y las puse en el maletero. Entré de nuevo a casa, asegurándome que no dejaba nada que me pudiera hacer falta. Pero no, miré unas fotos de familia, pero solo me llevé una donde salíamos mi papá y yo. Salí de casa, dándole una última mirada a mi barrio, a mi hogar, me metí al coche y manejé. Me esperaba una carretera bastante larga por recorrer.


Lewsiton, he escuchado historias sobre ese pueblo. Esta lleno de bosques, es un pueblo bastante bonito y solitario, además de misterioso. Iba quizás a medio camino cuando me entró el hambre, me estacioné en una gasolinera para echar más combustible y para comer algo.


Horas después me dolía el trasero, estaba cansada de manejar, tensa. Sentí alivio enorme cuando miré el letrero que decía bienvenidos a Lewiston. Entrar aquí me hizo darme cuenta de la cantidad de bosques que había. Estaba medio oscuro e incluso había niebla en algunas partes, niebla que incluso me impedía ver el camino. Bajé la velocidad porque no vaya a ser y choque a alguien. Luego de pasar la niebla entré al pueblo, se veía todo normal, como un pueblo normal. La gente, el ambiente, todo. Seguí la ubicación que me había dejado mi padre en el celular, parece que estaba un poco más lejos del centro. Manejé por un camino, aquí ya no habían casas. Había más niebla, hacía más frío, todo era más tenebroso. ¿Por qué papá vive en este lugar? ¿Vive solo? ¿No hay vecinos? Tantas preguntas me empezaron a pasar por mi cabeza. Iba manejando tranquilamente cuando de repente un animal enorme cruzó la carretera. Di un frenazo para evitar chocarlo. Sentí mi pulso acelerado. Era un venado. Me llevé una mano al pecho para tranquilizarme. Solo era un venado, me dije. Arranqué lentamente de nuevo para seguir mi camino pero me detuve en seco de nuevo cuando un enorme animal se montó en el capo del coche.

Propiedad del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora