Retrocedí lentamente hasta llegar a la puerta de mi casa, el lobo seguía allí afuera. Lo único que hice fue cerrar las ventanas y asegurar las puertas para que ese animal no pudiera entrar. Papá no estaba y era mal momento para que Liana tampoco. Pensé en llamarlo, pero un ruido proveniente de la cocina me hizo saltar del susto en mi mismo lugar. ¿Será que Liana estaba ahí? Avancé hacia la cocina, deteniéndome en seco al ver la silueta frente a mi.
—¿Damian?
Damián se giró y me sonrió de lado. Pero sabía que no era una sonrisa amigable.
—¿Que estás haciendo aquí, como entraste? —lo encare, cruzándome de brazos.
—La puerta estaba abierta —respondió.
—Adivinaré: vienes a decirme que me vaya de aquí —comente en tono aburrido. No puedo creer lo que Damián podía hacer para conseguir lo que quería. No lo podía creer.
Damián suspiró un poco.
—No, ya veo que no lo harás —por alguna razón su mirada pasó a mi cuello. —¿Donde está tu collar? —me pregunta un tanto interesado.
—Hmm ¿para que?
—Se supone que no debes de quitártelo.
—¿Por qué te interesa? —cuestioné. Damián pareció captar lo que me estaba diciendo.
—Tienes razón: no me interesa —se acercó—Jamás había conocido a alguien como tú —murmura rodeándome. Me sentí como un animalito indefenso siendo rodeado de su agresor—Tu pelo naranja, esas pecas que resaltan en tu cara, tu piel pálida... y tu olor... es diferente y extraño.
Pensé en que no era tan diferente que se diga, Monique existía y era igual a mi, en realidad era mucho mejor que yo, por eso los chicos la elegían. Estoy segura de que si Damián la conociera la eligiera a ella. Así que no me sentí especial y menos importante con las palabras que me dijo.
—Estoy segura de que no es así —musité.
—¿Lo dices por tu hermana gemela?
Lo miré de inmediato.
—¿Como sabes sobre Monique? ¿Acaso la conoces?
Damián tenía ojos muy negros, parecían la noche, la oscuridad. Sin embargo, aún podía ver su pupila dilatándose mientras me veía. Era más alto que yo, más fuerte obvio. Su piel era bronceada pero no tanto, pude notar un pequeño tatuaje de un árbol en su hombro izquierdo, cayendo un poco a sus bíceps.
—Claro que la conozco. ¿Creíste que no investigaría la vida de la persona que se mudó a Mi Pueblo?
—¿Tu pueblo? —casi reí—¿Tu lo fundaste o que?
—Digamos que es una herencia.
—Estas loco. —quise salir de la cocina pero Damián me tomó de la mano, haciendo que nuestros rostros quedaran muy cerca.
—¿Me dejas besarte?
Me sorprendí por su pregunta, ¿estaba borracho? ¿Se había fumado algo? Porque definitivamente no era normal que me dijera eso si apenas me conocía o a menos que... esté jugando conmigo.
—Claro, hazlo —le seguí el juego. Lo que no vi venir fue las manos de Damián en mi cara y después sus labios en los míos. Fue tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar y menos de apartarme. Damián me estaba besando, sus labios estaban fríos, sus manos tibias. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el beso, busqué su cabello con mis manos y tiré un poco de el. No sabía que demonios estábamos haciendo pero me gustó, si, Damián me acercó a la isla de la cocina, tomó mis glúteos con sus manos y me subió allí con facilidad. Fue excitante la manera en que me tomó de mis glúteos. Enroque mis piernas en su cintura, atrayéndolo más a mi. Si Damián estaba besándome apasionadamente significaba que le gustaba, entonces no entendía el por qué de su insistencia en que me fuera.
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Propiedad del lobo
WerewolfAngelique viaja a Lewiston para vivir con su padre y olvidarse del terrible año que ocurrió en su antigua casa. Sin embargo, comienza a sentir que la ciudad es muy misteriosa y que sus habitantes guardan muchos secretos, especialmente Damian Brown y...