2: Damian

335 35 2
                                    

Por la noche me sentí extraña al dormir en otra casa que no era la mía. Extrañé mi cama, mis sabanas, mis osos de peluche. Tristeza, sentí algo de tristeza pero me obligué a dormirme sin importarme lo que dejé atrás o lo que haya pasado. Por la mañana me levanté algo tarde, estaba cansada del viaje ayer. Fruncí el ceño al escuchar ruidos de gallinas. Me levanté de la cama y caminé a mi ventana. Papá tenía un tipo de gallinero en una esquina de la casa. Allí estaba buscando huevos. El clima estaba nublado y así algo de frío, en estas fechas empezaría a nevar supongo.

Bajé en pijama y salí a la parte trasera en donde estaba papá.

—Papá... —llamé su atención.

—Buenos días, Angie, ¿cómo estás?

—Dormí bien —bostecé—no sabía que tenías gallinas.

—Liana quiso tenerlas.

—¿Liana?

—Si, mi novia. Entonces quise darle gusto, al menos tenemos muchos huevos y nos ahorramos comprar. —A lo lejos podía ver el lago, me dieron muchas ganas de ir.

—Pues que bueno por ustedes. Tengo hambre.

—Te dejé el desayuno en la cocina, cariño, puedes comer y luego podrías salir un rato. Iré al pueblo a dejar estos huevos a un señor que me compra.

—Está bien —me adentré a la casa y me dirigí a la cocina. Desayuné tranquila mientras revisaba mis redes sociables. Tenía muchos mensajes de mis ex amigas o ex compañeros que me preguntaban en donde estaba. Pero no quería verlos, quería dejar ese lado de mi vida detrás. Subí a ducharme, una ducha larga de burbujas. Me preguntaba cuando sería el día en que papá me presentara a Liana. Solo espero que sea agradable, no quisiera estar en discusiones con una mujer por un hombre de nuevo. Mientras me vestía pensé en Monique y en si estuviera bien. A veces tenía la necesidad de enviarle un mensaje o llamarla pero sentía que todavía no era el momento. Además, ella también debería de llamarme, sabe bien que no soy buena dando los primeros pasos. Estoy muy feliz de que esté con Colton pero somos hermanas. Somos una sola aunque no queramos.

Me había puesto un pantalón Licra en negro, botines sin tacón, suéter negro y una bufanda gris. Hacía frío en este lugar. Me peine mi larga cabellera pelirroja y me hice unos rizos, dándole un toque a mi pelo medio despeinado pero bonito. Papá se había ido al pueblo. Salí de la casa, con algo de miedo de que hayan lobos por ahí. Supongo que de noche no salen, ¿verdad? Caminé hacia el lago, las hojas se quiebran bajo mis pies. Los árboles eran muy altos y delgados. De este lado no habían montañas, la tierra era plana. Al llegar al lago me emocioné un poco, ver la arena, el agua, el pequeño muelle que había a unos metros cerca de una casa. Noté que habían dos casas más frente a frente, una estaba de un lado del lago y otra del otro lado. Las dos tenían muelle. Bueno, a fin de cuentas sí teníamos vecinos. Noté a un grupo de chicos bañándose en frente a una de las casas. Todos eran hombres y una que otra mujer. Reían y se divertían en el lago. A como estaba el clima ese lago debería de estar helado. Me agaché y toqué el agua... pues estaba tibia. Que rico, me apeteció bañarme pero no lo haría. Mi pelo se dañaría, además, estaba lista ya y que pereza volver a ponerme la ropa. Lo haría cuando estuviera sola. Me senté en una de las rocas a pensar un poco. Estaba sola y aburrida, me hacían falta mis amigas para poder platicar de los muchachos o poder ir al salón de belleza o a algún evento en el pueblo. ¿Habré hecho bien en venir aquí? Me puse en pie, girando para volver a casa, pero un hombre a una distancia considerable me hizo quedarme en el mismo lugar. El chico era alto, tenía buen físico, cabello negro con rizos y tez blanca. Usaba una camisa de botones que llevaba sin abotonar y una camiseta negra por dentro.

—¿Quien eres? —le pregunté al ver que se me quedaba viendo.

—La pregunta aquí sería ¿quien eres tu? —camino en mi dirección. Me aleje un poco pero me detuve porque detrás de mi había solo agua.

Propiedad del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora