2. Sex Play

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Era un buen día para limpiar. TaeMin había despertado con esas extrañas ganas de organizar su vida, sobre todo la montaña de ropa sucia y las boronillas que dejaban sus meriendas a escondidas. No se iba a tardar mucho en cambiar la ropa de cama, ni darle la aspirada que su papá tanto insistió.

Música suave de fondo, la luz del sol iluminando su habitación y sus manos a la obra.

Aprovechó para sacarle polvo a sus libros, también acomodó los cojines de su mini sofá, y ahí estaba él. Su más reciente adquisición, el nuevo dueño de sus suspiros.

Consolador de 22 centímetros con ventosa y textura realista.

Lo tenía bien escondido debajo de la cama, en su cajita negra con rojo, ahí, como el buen amante que debía ocultarse del escrutinio público.

Con solo tocar la caja a TaeMin se le vinieron muy buenos recuerdos. Había sido toda una revelación tocarlo, porque el juguete era muy diferente a tocar su propio pene, éste era más grueso y ciertamente contaba con su propio encanto.

     «Después» dijo su mente cuando los pensamientos de mandar al carajo la limpieza se hicieron presentes.

Eso, y que no le gustaba hacer de sus fechorías con la mayoría de su familia en casa. Ya habían pasado meses desde el incidente con el conejo, pero todavía había algo de culpa moral en él, así como esa idea loca de que Jonghyun ya no lo veía con los mismos ojos.

Sí, era el hijo menor, pero ya tenía 20, incluso se tardó en aventurarse en el mundo de la lascivia y el pecado.

Dejó la caja del consolador en el librero por lo mientras, necesitaba aspirar debajo de la cama antes de regresarlo a su guarida habitual. Bien, si de una vez hacía la cama estaría perfecto, nada más tuvo que ir a dejar las cobijas a la lavadora y ponerla a marchar.

De regreso a su habitación, cambió la música por un documental, y ya que se encontraba tan absorto, el tiempo se le fue escapando de las manos como la poca inocencia que le quedaba.

     —Hijo, la ropa que pusiste ya está lista, para que vayas a recogerla porque tengo que lavar la ropa oscura en este instante.

Uno de los defectos de Kim KiBum era entrar sin tocar a su cuarto, siempre lo hacía, y lo seguiría haciendo. Ya para qué enojarse.

     —Sí, ya casi acabo. En un momento voy.

Cómo todo padre orgulloso, KiBum empezó a ver el cuarto de TaeMin con los brazos cruzados y una sonrisa de oreja a oreja.

     —¡Al fin! Mira que diferente se ve con todo limpio y ordenado, hasta huele diferente.

TaeMin rodó los ojos, su cuarto olía siempre a lo mismo, pero Key se ponía como un pavo gordo cuando alguien, además de él, se ponía a limpiar.

     —Te dije que lo haría pronto, ya no tengo tanta tarea.

     —Limpiar es tan importante como hacer las tareas. No puedes hacer nada bien si no estás en un lugar limpio y ordenado.

     —Solo me faltaba darle una aspirada y la ropa sucia...

     —Así sea recoger una envoltura, todo cambia.

KiBum veía las pocas figuras de TaeMin en una de sus repisas. Su hijo estaba creciendo y con ello la edad se le hacía evidente. Extrañaba el cuarto lleno de pinturas raras, o la etapa de las bandas de rock pesado y los posters que parecían sacados del infierno.

     —Está bien, deja acomodo las almohadas.

     —¿Quieres que te ayude? —había preguntado KiBum con un tono suave y amoroso.

Not Me [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora