3. MinHo

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MinHo se había matriculado a la misma clase. Choi MinHo estaba en la misma clase, a dos personas de él en la misma hilera. Estaba tan atento a las palabras de la maestra Shin que TaeMin inmediatamente exhaló.

JongIn se estaría riendo de él si el bastardo no hubiera tomado otra optativa. Pero mejor para él. No necesitaba de su estorboso amigo para observar a MinHo. Tener un crush no le hacía daño a nadie, siempre y cuando supiera cuál era su límite.

Al principio, TaeMin fue un espectador más. No había tenido la suerte de ser emparejado con MinHo en ninguno de los proyectos, y tampoco cruzaron más de un par de palabras sin fondo.

Además, MinHo tenía un círculo de amigos muy específico. Choi parecía fascinado de rodearse de personas igual de enérgicas y escandalosas que él, sin mencionar que a MinHo le encantaban los deportes. TaeMin incluso se cansaba de solo jugar alguno de los FIFA en la play.

     —¿Por qué estás solo? —había preguntado MinHo un día, en lo que TaeMin veía su lista de canciones una y otra vez—. ¿No quieres acompañarme a la biblioteca?

TaeMin reunió toda la energía zen que había acumulado a lo largo de su vida y con el rostro más pasivo y desinteresado contestó:

     —¿A la biblioteca? Claro, te acompaño.

MinHo le puso su brazo por los hombros y le sonrió hasta que sus ojos se vieron pequeños. TaeMin quiso excusarse, decirle que en realidad tenía que ir al baño, pero que después se podían ver.

No obstante, se quedó callado, sin saber qué decir o hacer. MinHo empezó a parlotear de los deberes de su materia en común. Si la maestra Shin tenía algo en contra de YunHo, o si realmente era necesario hacer un ensayo sobre la sociedad cada semana.

     —Pensé que solo eras callado en clases, pero en realidad eres así ¿verdad? —preguntó MinHo después de recibir escasas respuestas.

TaeMin no podía mantenerse quieto. Sí, era callado y tendía a la introversión, sin embargo, no era una piedra como en este momento. MinHo lo apretó contra su cuerpo y él asintió despacio.

El gesto hizo que MinHo se sintiera como un idiota.

TaeMin estaba asustado de él, de su tacto. Seguro que SeulGi le mintió, porque Taem no lucía ni una pizca interesado en él. Vaya, hasta el hombre tenía el cuerpo tenso y no decía nada, salvo por cortos monosílabos. Sus ojos no se encontraban tampoco.

     —Lo siento, creo que estoy hablando mucho y te estoy asustando —MinHo bajó su brazo del hombro de TaeMin y se alejó unos pasos, aun así, TaeMin permaneció estoico—. No tienes que venir si no quieres...

     «Hablaba ya, estúpido de mierda» gritó su cerebro. Pero su estómago estaba hecho un nudo. Quería hablar, pero quizás el nudo no dejaba que las palabras salieran.

     «Ahora lo estás asustando tú» volvió a atacarlo su mente, y TaeMin se cohibió por no hacerse reaccionar. La bonita sonrisa de Choi MinHo se había ido, de seguro que quería irse rápido de ahí. Alejarse del antisocial de Lee TaeMin.

     «Por eso sigues soltero»

     «Y así quieres tener novio. Seguirás divirtiéndote con juguetes de silicón de siete velocidades».

     «Cuando vayas al médico y te pregunte: ¿Sexualmente activo? Le contestarás la vergonzosa verdad».

No sabía de dónde venían esos pensamientos tan estúpidos e intrusivos. Nada tenía que ver una cosa con la otra. Su vasta experiencia en el mundo del auto placer no lo definían como persona.

     —No es eso, en realidad me gustas y por eso me pones nervioso.

Respondió TaeMin, tan claro que ni él ni MinHo pudieron fingir que había sido una broma.

     «¡No lo pensaste! ¡Se lo dijiste!»

MinHo seguía en frente de él, su cara ilegible. Bien, al menos no era el único mudo. Si pasó un segundo o un milenio, se hubiera sentido exactamente igual.

     —¡Me gustas en el sentido de que eres un buen compañero! —agregó rápidamente—. Siempre ayudando a otros, ¡Como esa vez que salvaste a Sooyoung!

TaeMin siguió hablando y hablando. Prefería dar un contexto exagerado a sus palabras que aceptar la vergonzosa verdad, mientras que MinHo lo veía sonriente y en silencio.

MinHo tenía hasta arrugas en los ojos por lo mucho que sonreía, pero no interrumpió a TaeMin. Era un agradable espectáculo ver al chico hablar rápido y a tropezones. Le habría fascinado verlo sonrojarse otra vez, esa sería la cereza del pastel.

Cuando TaeMin notó que no había interacciones de parte de MinHo, se calló. Las náuseas le apretaron la garganta y pegó su mirada a los pantalones de MinHo. Dio un largo suspiro y esperó a que Choi se diera la vuelta y se arrepintiera de haberle hablado.

En su lugar, MinHo dio un paso adelante y le dijo:

     —¿Entonces no te gusto de «otra» forma? Porque a mí sí me gustas. De esa forma —agregó cuando TaeMin le miró con la boca abierta. Era perfecto así, torpe y distraído. No le costó nada sonreírle a esa cara asustada y medio pálida.

No había esperado que sucediera tan rápido. De hecho, había creído que un par de semanas de coqueteo serían suficientes para ser más sincero con TaeMin, pero él lo había hecho mil veces más sencillo.

     —¿Y qué dices? ¿Vamos a tomar algo en vez de ir a la biblioteca?

     —¿Sí? —respondió TaeMin, con el brazo de MinHo de nuevo en sus hombros. Se dejó guiar como un cordero de Dios a la entrada de la universidad. Asustado, emocionado, idiota y feliz.

El arco de Choi MinHo había comenzado en su vida.


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Not Me [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora