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𝑫𝑬𝑷𝑶𝑺𝑰𝑻Ó 𝑳𝑨 𝑳𝑨𝑷𝑰𝑪𝑬𝑹𝑨 𝑺𝑶𝑩𝑹𝑬 𝑳𝑨 𝑴𝑨𝑫𝑬𝑹𝑨 𝑫𝑬𝑳 𝑬𝑺𝑪𝑹𝑰𝑻𝑶𝑹𝑰𝑶 𝒀 𝑳𝑬𝒀𝑶 𝑳𝑨𝑺 𝑼𝑳𝑻𝑰𝑴𝑨𝑺 𝑳𝑰𝑵𝑬𝑨𝑺 que había escrito para comprobar que todo estuviera bien. En el momento en que la tinta se secó, complacida, cerró el libro y lo llevó al extremo del reluciente escritorio. Se tiró hacia atrás en su asiento apoyando su espalda en el cómodo respaldo de la silla, mientras soltaba un suspiro, aburrido. 

Yacía más de una semana en el pueblo y las situaciones se tornaban cada vez más extrañas, primero, los hermanos de Edward la habían invitado a sentarse junto a ellos en el almuerzo, cosa que le pareció bastante raro a la pelinaranja, ya que le habían contado que los Cullen no socializaban con nadie. Pero lo que no sabía es que los hermanos tenían planeado algo.

La táctica de los Cullen era invitarla a comer con ellos y afirmar que es inofensiva, luego dejarla completamente libre para no involucrarla en su mundo donde podía correr peligro, como bella. Pero nadie se esperaría que fuera muy entretenida y que todos parecieran emocionados con ella, establecían conversaciones triviales con bastante facilidad.

Megan sintió una presencia de un miembro, la cuál era la más baja y de aspecto duendecillo, con facciones finas llamada Alice, le era bastante agradable establecer una conversación con ella, tenían bastantes temas de charla, y compartían un gusto por la moda, lo cuál le pareció bastante increíble al vampiro.

—Hey —sonrió con entusiasmo, Alice —. ¿Qué tal estas? ¿Lista para volver a almorzar con nosotros?

Megan tarareó, observándola con duda. Sin duda ellos se habían portado increíblemente amables con ella, pero la pelinaranja sabía que se traían algo entre manos. Su tutor le ordenó explícitamente que no tuviera alguna comunicación con los Cullen, desde que se enteró que habían vampiros en el pueblo se había vuelto más paranoico, y muy sobreprotector. 

Así que Megan hizo una mueca de disculpa.

—Lo siento, esta vez no se podrá. —notó como el entusiasmado rostro de la duendecilla se tornaba deprimido. —Pero tal vez mañana, ¿si? —la animó, la miró por última vez para darse la vuelta y caminar hacia el comedor, viendo de reojo como algunos estudiantes la observaban aún.

Iba a sentarse en una mesa al fondo, bastante alejada de los demás. Hasta que un chico con rasgos asiáticos la detuvo en el camino.

—¡Hola! —sonrió. —Con mis amigos quisimos preguntarte si es que querías sentarte junto con nosotros, ¿te gustaría? —la miró con curiosidad, esperando la respuesta de la hermosa chica que estaba parada frente a el. Esta asintió con la cabeza para ladear la cabeza y observar la mesa, donde se encontraban cuatro personas viéndola fijamente, quienes disimularon torpemente ver a otro lado.

—Claro, me gustaría. —respondió Megan, mientras se encongia de hombros.

El joven se corrió y camino junto a su lado para llegar a la mesa y sentarse junto con la pelinaranja.

𝐄𝐭𝐞́𝐫𝐞𝐨 | 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora