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Una temblorosa y asustada pelinaranja caminaba apurada de allá para acá en su habitación –la cuál estaba hecha un desastre– trataba de regular su agitada respiración por cada paso que daba

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Una temblorosa y asustada pelinaranja caminaba apurada de allá para acá en su habitación –la cuál estaba hecha un desastre– trataba de regular su agitada respiración por cada paso que daba. Su pulso se encontraba acelerado y por no hablar de su corazón, que lo sentía retumbar fuertemente dentro suyo.

Siseó de dolor al sentir como nuevamente todo su cuerpo le ardía. En movimientos rápidos, se deshizo de su chaqueta y camisa, quedando solo así en brasier. Cerró lo ojos por un leve momento y dió una larga bocana de aire.

Megan trataba de pensar en todo tipo de cosas que la pudieran distraer en ese momento, pero el dolor que sentía, la hacia solo querer pensar en quemar de nuevo lo que estuviera a su paso. Abrió sus orbes azulados y observó su habitación a la vez que se sentaba lentamente en la orilla de su cama.

Su cuarto sí que estaba hecho pedazos.

Vidrios rotos se encontraban esparcidos en el brillante suelo de mármol. Sus cortinas, que eran de un color rosado suave, estaban levemente quemadas.

Hizo una mueca.

—El viejo me matará al ver esto. —murmuró negando con la cabeza decepcionada. —sus ojos recorrieron otro rincón de la habitación encontrándose con su armario ya rostizado.

Casi lloró al ver algunas prendas favoritas hecho pólvora. Se incorporó al sentirse más tranquila y trató de remediar algunas de sus pertenencias. Dobló alguna ropa que estaba tirada en el suelo y suspiró de alivio al ver que no todo se encontraba por completo quemado.

Hace ya varios meses no le daba un ataque como ese. Solo ocurrió una sola vez, y la persona que tanto adoraba había quedado con algunas marcas de quemaduras en su cuerpo.

Al tan solo pensar en que pudo nuevamente arruinar su hogar, la hizo soltar un fuerte sollozo. No solo era de rabia, también era de tristeza al saber que no se podía controlar ni a ella, ni a su poder. 

Escuchó como un auto se estacionaba en la entrada de la mansión, y rápidamente se asomó por la ventana para ver salir de él a un desesperado peliblanco.

El hombre alzó su mano para presionar un botón y las puertas del automóvil se cerraron con seguro. Luego, el mayor avanzó a paso rápido a la entrada. Megan suspiró.

Sabía que algún reproche iba a salir de los labios del hombre, así que a paso lento, se dejó caer en su cama.

Esperó pacientemente como su tutor subía las grandes escaleras acelerando el paso y luego lo vió entrar por la puerta de su cuarto. Abrió sus labios tratando de decir alguna oración, pero lo único que pudo sentir fue a un gran torso apegado a su abdomen plano. El la estaba abrazando. 

—No sabes lo angustiado que estaba por tí. —se separó de ella y la miró preocupado de arriba abajo. Al ver que la joven se encontraba por completo en silencio, acunó sus mejillas. —Respondeme, Megan. ¿Te encuentras bien? —Ella remojó sus labios y asintió con la cabeza, aún sorprendida.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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𝐄𝐭𝐞́𝐫𝐞𝐨 | 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora