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Suspiró, cansada y aburrida a la vez

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Suspiró, cansada y aburrida a la vez. No poder salir de la casa e ir a clases ya le estaba aburriendo al máximo.

Su celular vibró varias veces a su lado, indicando los miles de mensajes que le llegaban a cada cinco minutos. No los miró. No necesitaba escuchar a tanta gente hipócrita que fingía preocuparse por ella.

Sabía de antemano que al juntarse con los Cullen la había llevado hasta ese nivel de "popularidad" en la escuela. Tal y como ellos.

Se acomodó en una mejor posición en su gran cama y estiró la mano hacia su mesita de noche, tanteó hasta tocar y agarrar su libro favorito. Se relamió los labios para comenzar a releerlo por tercera vez.

Empezó por el título. 𝑂𝑟𝑔𝑢𝑙𝑙𝑜 𝑦 𝑝𝑟𝑒𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜. Sonrió sin poder evitarlo. Amaba con toda su alma ese libro.

—Aún no entiendo cómo es que no te aburres de ese libro, ya lo has leído muchas veces. —no se inmutó al escuchar esa voz varonil y ronca.

—Y yo no entiendo cómo es que no te aburres de acostarte con muchas mujeres. —Tarareó con una sonrisa en el rostro. Giró su cabeza para encontrarse con la mirada fija de su tutor. Quién ya había dado varios pasos dentro de la espaciosa habitación.

—Bueno, hay muchas cosas que no entendemos de nosotros. —suspiró.

La pelinaranja detuvo su lectura y dejó su libro a su lado. Se incorporó lentamente en su cama y lo observó atenta. —¿Qué es lo que te preocupa?

Lucien se tensó notoriamente y Megan al ver eso frunció el ceño.

—Los Cullen. —un mal sabor en su boca lo hizo hacer una mueca.

Megan blanqueó los ojos al oír el apellido de la familia de vampiros.

—Ya lo sé. No te agrada mi cercanía con ellos, y lo entiendo completamente. —se levantó de su cómoda cama y dio unos pasos para acercarse al corpulento hombre —. Se que... desde que nací hemos tenido muchos problemas, también entiendo tu preocupación por mi. Pero quiero que sepas que no me ocurrirá nada. Recuerda que tengo ésto —levantó su palma, enseñando el fuego crecer por esta. Era letal para el que se le acercara. Ella era letal. —, ves. —Sonrió, guiñandole un ojo a la vez.

Su tutor sonrió ante eso. Elevó su gran mano para acercarla a la mejilla de la pelinaranja y acariciarla con delicadeza.

La cercanía era peligrosa, tanto así que podían sentir la respiración del otro chocar contra sus labios. El mayor tragó grueso al percatarse de eso.

—Bien. —pasó saliva y se alejó de ella. —Ya mañana podrás volver a tus clases, ¿si? —acercó su mano a la nuca de la joven y le depositó un beso en la frente.

Megan asintió con la cabeza, viéndolo pasar por la puerta y cerrarla a la vez. Todavía existía esa leve tensión entre ambos. Esa que trató siempre de olvidar y restarle atención.

𝐄𝐭𝐞́𝐫𝐞𝐨 | 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora