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El salón se encontraba con unos estudiantes bastantes atentos a lo que el profesor explicaba frente a ellos

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El salón se encontraba con unos estudiantes bastantes atentos a lo que el profesor explicaba frente a ellos.

Algunos escribían con rapidez en su cuaderno, otros suspiraban cansados y se entretenían en otras cosas para nada importantes. Y, cuyos adolescentes se sentaban al fondo del salón, dormían plácidamente con su cabeza apoyada en el mesón.

La pelinaranja se encontraba escribiendo relajadamente con su espalda apoyada en el respaldo de la silla. Sin inmutarse a lo que pasaba a su al rededor.

En algunos momentos, se reía entre dientes al escuchar como sus compañeros que dormían al fondo balbuceaban entre sueños. Lo malo, es que trataba de controlar su torpe corazon que latía con rapidez al sentir como el cobrizo la miraba cada que podía.

Después de esas pequeñas palabras de saludos que se dirigieron, no ocurrió ninguna otra oración más que decir, y ambos se concentraron en la materia.

Edward, quien se mantenía en completo silencio, aclaró su garganta un par de veces y fijó su vista en la joven a su lado. La recorrió de arriba abajo con la mirada y sonrió de lado al ver cómo ella se removía nerviosa en su asiento.

Se acercó unos centímetros más hasta el punto en que ambos sintieron el roze de sus brazos.

—No me has comentado cómo te has sentido desde lo sucedido. —habló el cobrizo, mirando con atención los orbes azulados de la joven que lo observó al instante.

—Me he sentido muy bien. —informó —. El reposo que me recetaron se acabó ayer, así que vendré más seguido a clases.

El corazón ya muerto del Cullen saltó de alegría al ver cómo ella le sonrió con coquetería. Nuevamente, aclaró su garganta.

—Bueno, date por segura que le alegraras el día a varios chicos. —rió divertido.

Megan negó con la cabeza, sonriendo. Mentiría si dijera que la pequeña risa del cobrizo no hizo que se le erizara por completo el cuerpo. La risa del vampiro era ronca y aterciopelada.

Desde ese momento ella jamás creyó que un sonido así de alguien le pareciera tan atractivo.

Las jóvenes del salón, quienes estaban atentas a toda interacción que el Cullen tenía con Valeska, hicieron un pequeño mohín con sus labios al ver cómo el atractivo joven platicaba con entusiasmo con la pelinaranja. Jamás creyeron verlo tan alegre conversando con alguien.

El siempre mantenía una faceta misteriosa. Su mirada, cuya era fría y dura, ahora se encontraba con un extraño brillo.

—¿Entonces te fascina la literatura? —el Cullen alzó una ceja, intrigado.

Megan asintió con la cabeza frenéticamente. Traía puesta una grande sonrisa plasmada en su rostro. La literatura era una de las muchas cosas que le gustaban. Algunas veces, cuando su tutor no se encontraba practicando su magia o, entrenando, hablaban sobre sus libros favoritos. O algunas veces se ponían a leer juntos.

𝐄𝐭𝐞́𝐫𝐞𝐨 | 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora