Lituania

Parte II

Al día siguiente al intentar salir de mi habitación me doy cuenta de que la puerta está asegurada por fuera, busco unas galletas de miel que Alice hizo para mí la última vez y yo escondí debajo de mi tocador, no voy a permitirme morir de hambre. Al trascurrir la mañana escucho un pequeño golpe en la puerta, se repite tres veces y ya sé lo que significa, Gael está esperándome, tomo uno de los papeles que tengo escondido en mi tocador y escribo que no puedo salir, tarda unos minutos en regresarme el papel y asegura que me sacará de ahí. Minutos más tarde escucho el crujir de la puerta al abrirse y veo a mi hermano favorito asomar su cabeza por la abertura.

- ¿Cree usted señorita que sea propio pasar? -niego con la cabeza, es descabellado pensar en que un hombre que no es mi esposo entre a mi habitación, incluso si es mi hermano de sangre- entonces sal al pasillo señorita -dice guiñándome un ojo.

- Mi madre dijo que debía quedarme aquí hasta la cena -me apresuro a decir, mi hermano asiente levemente.

- Lo sé -su sonrisa se ensancha- pero le he comentado a mi padre que necesito unas cosas del pueblo y me encantaría tener una opinión femenina -mi corazón se llena de felicidad al escuchar sus palabras- y qué mujer más adecuada para la ocasión que mi hermanita Lit -corro hacia el y lo abrazo lo más fuerte que puedo, no me es permitido ser tocada por ningún hombre, pero la seguridad que siento al estar en sus brazos no la he sentido cerca de ninguna otra persona.

- Lit, ten cuidado no queremos que tu madre te vea abrazándome, se pondrá como loca -asiento levemente mientras me separo de él- ya debe estar listo el carruaje, trae tus cosas.

- Debo arreglarme -lo interrumpo.

- Arreglarte qué si estas perfecta así, vamos antes que venga tu madre -asiento y tomo su antebrazo.

El pueblo es un lugar para nada tranquilo, se oye el bullicio de la gente en la plaza, niños corriendo de un lugar a otro, el señor que anuncia las noticias gritando, al pasar me fijo en un hombre un poco alto y desgarbado, viste un overol que le queda un poco grande y una camisa a cuadros muy particular, su sombrero de está muy desgastado, vende el periódico las personas se acercan, dejan unas monedas en un cuenco junto a sus zapatos y el les entrega las hojas; al parecer se da cuenta que lo estoy observando porque toma su sombrero con su mano y lo agita hacia el carruaje, pero sigo el transcurso de su mirada y no está viéndome a mí, él agita su mano hacia mi hermano, el cual le devuelve el gesto con una sonrisa.

- ¿Quién es ese hombre? -inquiero curiosa, mi hermano borra su sonrisa, me mira a los ojos y vuelve a sonreír.

- Un amigo –responde y vuelve a mirar por la ventana.

El recorrido continua en silencio hasta llegar a la pequeña galería de arte que mi hermano suele frecuentar, ahí va a observar obras de otros pintores y comprar utensilios para él y para mí, ya que insiste en que siga aprendiendo algo que según el estimule mi mente.

Al entrar a la instancia principal me detengo inmediatamente porque lo que veo me deja estupefacta, en una esquina de la habitación, muy en el fondo se observa un cuadro donde hay un hombre desnudo, un hombre totalmente desnudo, pero no está solo, hay una mujer arrodillada frente a él y sostiene algo que sobresale del cuerpo del hombre, aunque no puedo identificar qué es porque mi hermano me llama.

- Es mejor que no estés viendo eso –me dice con voz tosca. 

- No sabía que aquí hay pinturas que no se me permite mirar –susurro avergonzada- lo siento –digo agachando mi cabeza, aunque siento una gran curiosidad por volver a ver la pintura, por ver de nuevo la cara de éxtasis que tenía el hombre, y el deleite que se veía en el rostro de ella.

- No te disculpes, de hecho, no creo que sea algo que no debas ver, es solo que... -hace una breve pausa al parecer pensando qué decir- ... creo que aún no estás en edad y no soy la persona con la que deberías estar cuando lo sepas, no sé, debería ser tu madre o alguna de nuestras hermanas.